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Carlos Chaouen: "La búsqueda de la verdad es una utopía"

Tras una travesía por el desierto de seis años, el cantautor gaditano publica Refugio, un disco compuesto por nueve canciones.

Tras una travesía por el desierto de seis años, el cantautor gaditano publica Refugio, un disco compuesto por nueve canciones.
Portada de 'Refugio' | Dromedario Récords

Carlos Chaouen (San Fernando, 1974) se hizo cantante al poco de terminar la carrera de Psicología. Miembro ilustre de esa generación cantautoril con hibridación rockera de finales de los noventa/primeros dos mil, el gaditano celebró miles de conciertos y publicó siete discos hasta 2014. Tras una travesía por el desierto de seis años –interrumpida, en realidad, con el lanzamiento de un recopilatorio: 7300 días–, las musas han vuelto a visitar al compositor, quien acaba de publicar Refugio (Dromedario Récords, 2020), un disco compuesto por nueve canciones donde se celebra el amor, afloran las preguntas y las dudas existenciales y, entre claroscuros, abundan las referencias al mar, al sol y a la luz.

El último LP de Chaouen justifica esta conversación:

P: Señor Chaouen, ¿cómo es su relación con las musas?

R: No lo sé. Si lo supiera, las controlaría de alguna manera. En el fondo, no sé muy bien qué es lo determinante o qué es lo que te inspira para hacer una canción buena. Hacer una canción es relativamente fácil; que te siga diciendo algo cuando pase el tiempo o que le diga algo a la gente, no tanto.

P: ¿Tiene alguna especie de bombilla que le diga "esta canción vale, esta no"?

R: Esa bombilla no la tengo muy clara. Lo que a mí me gusta no suele coincidir con lo que luego trasciende más o le gusta más a la gente. En algún caso sí, pero no es lo habitual. Otra gente con la que he hablado sí tiene la sensación de sentir "esto es bueno". Yo no tanto. Nunca sé muy bien lo que estoy haciendo. Y no necesito que me parezca bien antes que hacerlo. Me expongo más a lo que surja sin pretender llegar a ningún resultado. Salen muchas canciones, unas me gustan más, otras menos, pero no intento domesticarlas. Con el tiempo, a las canciones les he quitado ese misticismo que antes veía en ellas. En el fondo, son como burbujas de momentos distintos.

P: Una vez, Dylan le preguntó a Cohen cuánto tiempo tardó en componer su "Hallelujah". El canadiense le respondió que tres años y, a su vez, le preguntó cuánto tiempo tardó en hacer "I and I", una canción incluida en Infidels. El Nobel de Literatura le respondió: "15 minutos". En este sentido, ¿usted es más de Dylan o de Cohen?

R: Yo soy más de los de 15 minutos. Creo que las canciones son muy dependientes del momento o del estado. Por eso, me ha costado dejar algo a medio hacer y acabarlo luego después. Me parece que busco un resultado y, con el protocolo de Cohen, trabajo mal. Trabajo a borbotones. Creo en la inspiración. Cuando la cosa viene bien, esa cosa tiene una cierta verdad.

P: Han pasado seis años desde que publicó En la frontera. ¿Cómo ha sido esta travesía por el desierto?

R: Muy interesante. Primero, porque nunca había estado tanto tiempo sin escribir, sin tocar en público y sin tocar en privado. Fue buscado: estaba atendiendo a otras cosas, de psicología y de meditación. Y tenía la necesidad de parar un bucle. En los últimos años, no notaba la misma lucidez y la misma vitalidad en mí: cansancio acumulado, por mi etapa personal… Todo influye. Entonces, estos años han sido maravillosos personalmente. Incluso me han dado una reconciliación con algunas de mis canciones anteriores, con las que no me llevaba muy bien. Necesitaba parar y cortar con algunas cosas de Carlos Chaouen. Ese momento en el desierto, como tú dices, me ha venido muy bien: para reconciliarme conmigo y, sobre todo, para encontrar una nueva luz con respecto a lo que quiero hacer ahora.

P: Hábleme de su Refugio y de sus refugios.

R: Podemos pensar que hay varios niveles de refugios. El nivel íntimo es más difícil que la gente lo entienda. A nivel más social… (Piensa) En el fondo, el título vino después. No recoge un espíritu de las canciones. De hecho, yo quería grabar 18 canciones. Luego me convencieron de que era una gilipollez, porque ahora no se venden discos. Entonces, volviendo a los niveles de refugios: desde el lado más social, está el problema de los refugiados, es una consecuencia de un modo de tratar el mundo, de tratarnos entre nosotros. Y cada vez más personas necesitan un refugio que les dé seguridad, libertad… A un nivel más chico, ¿cuáles son los refugios que tenemos las personas? ¿De qué nos refugiamos y en qué nos refugiamos? Normalmente, nos refugiamos del miedo, la inseguridad o la incertidumbre, y los refugios suelen ser tener pasta, tener pareja, emborracharte, la música… Y, a nivel más íntimo, es donde se refugia uno en este mundo, en quién es. En no estar preso de los acontecimientos o de las tormentas.

P: ¿Es este un disco más rockero que los anteriores suyos?

R: A mí me lo parece. A lo mejor En la frontera tenía un sonido más duro de guitarra, pero por quién tocaba. Aunque lo hemos hecho en Cádiz, un sitio luminoso, hemos buscado hacer un disco de sonido oscuro. He tocado todas las eléctricas, que es algo que hago por primera vez en un disco mío. Eso le hace carecer de ciertas cosas, yo toco lo que toco, pero creo que tiene más verdad, cómo yo pienso las canciones, cómo las siento…

P: En "Los que haremos rock and roll" hay una celebración efusiva del amor en la que el dolor se aparca.

R: En general, el disco es menos rebuscado, menos metafórico, menos p’a dentro, aunque no es tan triste ni tan melancólico. Es más positivo. Eso es fruto de ese momento personal. En lo anterior, siento como que siempre estaba dolido. Con este disco, he liberado un montón de cosas.

P: En esta colección de canciones, abundan las referencias al mar. ¿De qué refugia el mar?

R: Es un elemento muy inspirador. El mar, los cielos, etcétera, te dan una especie de espejo o de paralelismo. Te hacen que puedas abrir tus horizontes, que te olvides de esas pequeñas chorradas que todos tenemos en la cabeza y que te hacen sentir un poco mal. El mar te limpia las preocupaciones egocéntricas. Preocupaciones que, casi todas ellas, suelen ser chorradas. Es un enjuague total, te aclara lo que es prioritario.

P: ¿Cuántas fatigas se ha quitado "a fuerza de cantar"?

R: Muchas. Sobre todo, por ese dolerse cantando. Yo espero ahora quitarme menos (risas), no tener tantas y cantar más disfrutando. Cantar alivia las penas, es una sensación que cualquiera puede entender.

P: "También me preocupo por el mundo", canta en la misma canción. Un mundo que "es mentira".

R: Hay otra canción que dice "todo es verdad". Si hay un punto de referencia, todo es relativo; si no, todo es lo que es. No sé si en este mundo es todo verdad o mentira. Sé que hay muchas versiones y, si cada uno tenemos nuestra versión del mundo, la búsqueda de la verdad, a lo mejor, es una utopía: verdad es lo que ocurre. Pero también estamos tratando de no creernos lo que ocurre y de buscar otra explicación. Hay algo más allá que explica lo que está pasando. Y a veces nos perdemos en esos derroteros y dejamos de vivir lo que está pasando. O lo cambiamos: está pasando una cosa y nosotros vivimos otra.

P: Para finalizar: ¿ha escrito o leído muchos "libros de pretextos"?

R: En las canciones hay muchos pretextos en el fondo. Cuando uno puede desnudarse un poco, salen pretextos. Casi siempre, pretextos con uno mismo, para justificar cómo ve las cosas.

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