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Jesús Fernández Úbeda

Extremoduro (no) nos debe una gira

Si el grupo anuncia una gira de despedida, mejor; si no, queda agradecer los servicios prestados, que han sido muchos y excelentes, y mirar p’alante.

Si el grupo anuncia una gira de despedida, mejor; si no, queda agradecer los servicios prestados, que han sido muchos y excelentes, y mirar p’alante.
Robe Iniesta e Iñaki Antón, durante un concierto de Extremoduro en 2014 | EFE

Con nocturnidad y sin alzar demasiado la voz, Extremoduro anunció en la noche de este martes "la separación del grupo". "Para trabajar –explicaba la banda en su web– de la manera en que nosotros hemos trabajado tanto tiempo, es imprescindible tener una compenetración muy muy especial. Ahora, esa compenetración tan difícil de conseguir y mantener, aunque existe, no es la misma. Por eso hemos preferido dejarlo aquí: para quedarnos siempre con el recuerdo de tantos años felices, y porque nos parece lo más honesto".

Con los hechos consumados, es fácil afirmar que la disolución de la banda capitaneada por Robe Iniesta y comandada por Iñaki Uoho Antón era cosa que se veía venir. En 2015, el primero publicó su primer disco en solitario –la definición técnica era la de "proyecto paralelo a Extremoduro"–, Lo que aletea en nuestras cabezas, iniciando una etapa que dio por terminada, en teoría, en octubre de 2018, tras el lanzamiento de un segundo trabajo de estudio –Destrozares. Canciones para el final de los tiempos–, la consecución de una gira y la edición de un DVD rodado durante los conciertos celebrados en el Teatro Romano de Mérida, en el Palau de la Música de Barcelona y en el Palacio de los Deportes de Madrid. "Esto ha sido una aventura que he podido hacer –dijo el compositor placentino– y me da pena que acabe el ciclo. (…) Estoy componiendo y estoy con la cabeza un poco… No quiero pensar. Cuando llegue el momento, elegiré qué hago. Ahora creo que toca cambiar".

Por su parte, el guitarrista vasco retomó el proyecto Inconscientes, grupo fundado en 2006 e integrado por todos los miembros de Extremo salvo Robe –José Ignacio Cantera (batería), Miguel Colino (bajo) y Aiert Erkoreka (teclados)–, más Jon Calvo como vocalista. Con esta banda, Uoho publicó dos discos –Quimeras y otras realidades (2016) y No somos viento (2018)– y recorrió las principales –y, lamentablemente, menguantes– salas de rock de la geografía nacional. Además, el músico participó en el International Bach Festival que se celebró en Las Palmas en abril de este año.

En los últimos meses, cuando LD preguntaba a fuentes del entorno de Extremoduro qué se traían entre manos, estas ofrecían, con ligeras variantes, la misma respuesta: "Se están viendo, están tocando, pero no sabemos nada". Como admirador, he estado al acecho de los últimos –y sigilosos– movimientos de la banda. Cuando, en octubre, Robe y Uoho entregaron a Marea el Disco de Oro por El azogue, vi o, más bien, fantaseé con que estaba más cerca el reencuentro. Sin embargo, me chirrió que en el reciente homenaje que una legión de grupos ha hecho a Sabina, no fuera Extremoduro, sino Robe, con su proyecto en solitario, quien firmara la –fantástica, por cierto– versión de "Calle Melancolía".

Quienes tuvimos la oportunidad de hablar con ellos y quienes asistimos a sus conciertos notamos una evidencia: tanto Robe como Uoho estaban más que satisfechos, si no plena, al menos sí más que notablemente con sus respectivos proyectos. Sus nuevas ocupaciones les proporcionaban más oxígeno y, sobre todo, más electricidad, más nervio, del que podrían encontrar –al menos, en ese momento– forzando a Extremoduro. "Cómo quieres que escriba una canción / si a tu lado he perdido la ambición", cantaba Robe en la maravillosa "Dulce introducción al caos", con el que arranca el que es, quizás, el mejor disco de rock en español de la Historia: La ley innata (2008).

Quizá, la respuesta al futuro inmediato de la banda la ofreciera Robe en una rueda de prensa convocada en 2017, cuando presentó su gira Bienvenidos al temporal: "Si (Extremoduro) no tiene canciones (nuevas), igual se hace una gira de despedida y ya. Pero eso no depende de que Iñaki y yo estemos haciendo otras cosas ahora". El pasado jueves, el alcalde de Cáceres, Luis Salaya, dijo que la productora de la banda, Planet SA, había solicitado para el fin de semana del 19-20 de junio de 2020 la autorización para un concierto en el Recinto Hípico de la capital cacereña.

Entrando en el terreno más subjetivo –bienvenido sea el debate–, el divorcio de Extremoduro no deja de ser una noticia triste, pero también lógica y natural. En mi opinión, la banda alcanzó la excelencia con La ley innata. Los dos discos posteriores, Material defectuoso y Para todos los públicos, tienen un altísimo nivel, contienen canciones maravillosas como "Si te vas", "Tango suicida", "Locura transitoria" o "El camino de las utopías", pero, salvo instrumentalmente, se parecen más a los discos que hizo Robe por su cuenta que a Agila, y no digamos ya Somos unos animales o Rock transgresivo. Los fans ultraortodoxos, los cenizos que se quedaron en "Deltoya" y que no paraban de dar el coñazo en los conciertos de las últimas giras, se quejaban de que Extremoduro había pasado a ser Extremoblando. No: había pasado a ser ExtremoMaduro –me refiero al adjetivo, no al presidente de Venezuela, que en estos días hay que explicarlo todo–. Ver a unos tíos de cuarenta y muchos/cincuenta y pocos cantar "Volando solo" resulta, cuando menos, raro.

Así que, por mi parte, si Extremoduro anuncia una gira de despedida, genial, seré el primero en comprar entrada –y para varios conciertos–; si no, queda agradecer los servicios prestados, que han sido muchos y excelentes, y mirar p’alante. Tras Los Rodríguez, vinieron Andrés Calamaro –aunque ya tenía una larga carrera previa en Argentina– y Ariel Rot; tras Héroes del Silencio, Enrique Bunbury. Y tanto Robe como Uoho han demostrado, y de sobra, el poderío de su emancipación.

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