Torneremo ancora (Volveremos de nuevo) será el último disco de Franco Battiato (Jonia/Riposto, 1945). El trabajo vio la luz el pasado viernes, está compuesto por 15 canciones grabadas en 2017 con la londinense Royal Philharmonica Concert Orchestra, dirigida, para esta ocasión, por Carlo Guaitoli, y sólo cuenta con una pieza inédita, que es la que da título al álbum.
No habrá más discos –al menos, con material nuevo– del inclasificable, poliédrico y originalísimo artista italiano. El retiro de Battiato es mala noticia no sólo para sus admiradores, sino para quienes, en general, aman la música: genios de su talla quedan pocos. Nadie se parece al autor de "Up Patriots To Arms", "No Time No Space" o "Cerco di gravità permanente". Pocos compositores han sido capaces de ensamblar, con tanto tino, brillantez y buen gusto, esa catedral sonora de sabiduría y belleza que conforma su repertorio y, sobre todo, muy pocos han sabido darle el toque popular, a veces masivo, muchas veces bailable y pegadizo, a un material tan etéreo, tan complejo y tan de otro mundo.
Mas así lo confirmó su mánager, Franz Cattini, el pasado 15 de octubre, durante la presentación de Torneremo ancora en Milán: este disco "será el último, no tenemos más material suyo". El músico/letrista/pintor/cineasta/operista no estuvo presente, por cierto, en dicho evento. Battiato vive recluido en su casa de Milo (Sicilia) desde que, en noviembre de 2017, poco después de su último –y magnífico– concierto en Madrid, sufriera una caída con la que se rompió el fémur y la cadera. En Italia corrió el rumor de que tenía Alzheimer, cosa desmentida por su familia y su entorno musical. "Franco –dijo Cattini durante la presentación– no está lo suficientemente bien para estar aquí hoy, pero no podemos decir que esté mal".
El único testimonio directo de Battiato sobre Torneremo ancora se encuentra en la nota de prensa del álbum. Ahí señala que con la Royal Philharmonic Concert Orchestra ha encontrado "en el sonido, en el color casi metafísico que se ha generado, estímulos ulteriores para profundizar. Desde hace años he trabajado sobre el conocimiento del misterio insondable del pasaje. Desde "La porta dello spavento" a "Le nostre anime". "Torneremo ancora" (canción) es un testimonio más".
La mayor pega que se le puede poner al punto final de la carrera discográfica de este alquimista de la canción es su escaso material de nueva hornada. Torneremo ancora no es el Blackstar de David Bowie ni el You Want It Darker de Leonard Cohen, álbumes compuestos por piezas totalmente nuevas y con una calidad, tanto a nivel letrístico como musical, enorme. El siciliano sólo nos descubre el tema que da nombre al disco, compuesto junto a Juri Camisasca –el autor de "Nomadi" ("Nomadas")– para, en origen, ser incluido en un álbum de Andrea Bocelli. Antes de su publicación, en Italia se dijo que trataba sobre refugiados e inmigrantes. En realidad, se trata de una –otra más– canción radicalmente mística, en la que se habla de la muerte y de la reencarnación. Sobre ella, Battiato ha dicho:
Todos somos seres espirituales, en camino hacia la liberación. Pero hasta que no seamos libres, volveremos de nuevo, y muchas veces, a esta vida terrenal, porque la existencia cíclica se perpetúa en tanto el alma no esté del todo libre de las emociones perturbadoras del ego que la tienen atada. En realidad, somos esclavos de nuestras emociones, que nos dominan y a menudo terminan en tragedia… ¡Bella libertad! La liberación no puede tener lazos ni apegos. Hay que mantener la actitud de un viajero que vuelve a casa.
Battiato está cansado de esta vida y, tal y como ha declarado alguna vez, no ve la hora de reencarnarse. Ese deseo urgente se manifiesta de un modo explícito en "Torneremo ancora" –"Nada se crea, todo se transforma (…) Y volveremos de nuevo, de nuevo, de nuevo"– y en buena parte de las otras 14 canciones que conforman el álbum. Así, en "Le sacre sinfonie del tempo" –incluida, originalmente, en Come un cammello in una grondaia (1991)–, Battiato canta: "Somos seres inmortales / caídos en las tinieblas, destinados a errar"; en "Come un cammello in una grondaia (ibidem): "...Y todavía estoy esperando una óptima ocasión / para comprar un par de alas y abandonar el planeta", o en la hermosísima "L’animale" –incluida, originalmente, en Mondi lontanissimi (1985)–: "Vivir no es difícil / pudiendo renacer después. / Cambiaría muchas cosas, / un poco de ligereza / y de estupidez".
Este epílogo crepuscular y sinfónico sólo contiene una canción nueva, sí, pero también alberga una colección de piezas maravillosas, interpretadas por una voz resquebrajada, a punto de desmigajarse como el cristal de una luna rota, pero también poderosa, firme, con autoridad, y arropada por una orquesta magnífica que la aúpa hacia lo sublime. Es difícil no emocionarse, no caer bajo su hipnosis, no escapar de lo mundano, con esta despedida en la que suenan canciones tan prodigiosas, tan perfectas, como "Lode all’inviolato", "L’animale", "Povera patria", "La cura", "E ti vengo a cercare" o "Amata solitudine", donde canta: "Amada soledad, / isla bendecida. (…) Todo ha acabado, me separo de ti. / Yo solo continúo el viaje. / Vuelvo a ver de nuevo el cielo pintado de Sol, / de nuevo vivo".
"¿Qué quedará de mí –se preguntaba en "Mesopotamia"–, / del tránsito terrestre, de todas las impresiones que tengo en esta vida?". Sin contar sus seis óperas, Battiato deja un legado discográfico de una treintena de álbumes que abrazan géneros tan dispares como el rock progresivo, la música electrónica, el pop ligero, la canción de autor, la música de cámara o la new wave. Ha cantado en italiano, en español, en inglés, en francés, en árabe, en alemán y hasta en latín. A muchos nos ha cambiado el cerebro a través del oído. Es el impulsor de un sentimiento luminoso y ultraterreno que emancipa, que refugia y vacuna contra lo mediocre, lo corrupto y lo homogéneo. Sus seguidores, agradecidos, nos refugiamos en aquellos versos que rematan "E ti vengo a cercare": "Y te vengo a buscar / porque estoy bien contigo, / porque necesito tu presencia".