Ya ha arrancado el más importante festival veraniego en la Costa del Sol: Starlite. Y lo hace con la actuación de Manuel Carrasco, que es máximo vendedor de discos en su estilo. La inauguración, en esta octava temporada, lleva aparejada el 11 de agosto una gala benéfica que cuenta con Antonio Banderas como anfitrión. Lo recaudado se derrama en donaciones para varias entidades, comenzando por la propia Fundación del actor malagueño, Lágrimas y Favores, y otras dedicadas al cuidado de enfermos de cáncer sin recursos económicos, de indigentes, o incluso facilitando becas que van destinadas a apoyar actos culturales y religiosos en la Semana Santa de Málaga. En dicha gala la asistencia de la que en tiempos se llamó jet set está asegurada. Cuantos personajes de la vida social se hallen de vacaciones en su entorno no dejarán de aportar su óbolo al tiempo que desfilan ante los muchos reporteros que cubren informativamente la temporada estival.
Starlite, antes que nada, es un gran negocio. Bien montado, sin duda, con riesgos evidentes para la organización que contrata a auténticas estrellas de la música, donde se manejan unos cuantos millones. Asimismo proporciona puestos de trabajo y un apoyo al turismo de Marbella, donde tiene lugar el evento durante alrededor de cincuenta noches. La fundadora de Starlite es una bella dama, Sandra García-Sanjuán, que es lo que ahora está de moda escribir: una "infuencer". Me da grima recurrir a ese anglicismo, habida cuenta que en la última reunión de los académicos de la Lengua estuvieron de acuerdo en no autorizar esa voz para darle entrada en el diccionario. ¿No tenemos el vocablo "influyente"? ¿Entonces…? ¡Ah! Pero no me digan que pronunciar influencer en una reunión pija no "mola cantidubi".
La señora García-Sanjuán inició el Starlite Festival de Marbella en el verano de 2012. A sabiendas de las pérdidas que tendría, aunque esperanzada de que las ganancias vendrían en ediciones siguientes, como así ha sucedido. Y su idea de la gala benéfica surtió efecto, de la mano de Antonio Banderas que atrae a sus múltiples admiradores en su feudo malagueño. El impacto económico del certamen es indudable. Trescientas mil personas calcula la organización que irán desfilando en esos cincuenta días de actuaciones nocturnas. Los asistentes pueden cenar, tomarse una copa, asistir a los conciertos programados y a otras sesiones musicales ya avanzada la medianoche. No a precios muy asequibles: el público digamos es de clase media alta, más los espectadores de mayor posición.
"El festival boutique"
Llaman a Starlite "el festival boutique". Imaginamos que es porque amén del negocio en sí de las galas, cuentan con una docena de puntos de venta, cual mercadillo de lujo, y una tienda online, donde expenden artículos publicitados por estrellas del pop. Colecciones de ropa, joyas, bisutería, gafas, bolsos, piezas todas diseñadas o publicitadas por Antonio Banderas, Naomí Campbell, Alejandro Sanz, Steven Tyler, Valeria Mazza…
En cuanto a las actuaciones propiamente dichas, este año irán desfilando por el escenario un montón de nombres brillantes. Sépase que el enclave del Festival se sitúa en lo que antes fue un vertedero, sito ahora en una urbanización lujosa marbellí conocida como Sierra Blanca. Una media de tres mil personas en las noches más importantes es la que se calcula. Para deleitarse con Juanes, lo que quede de los antiguos Beach Boys ya talluditos, Il Divo, Maluma, Abba con los nuevos incorporados que no todos sus fundadores, Roger Hodgson (de Supertramp), Eros Ramazzotti, Sting, Diana Krall… En cuanto al cartel de españoles, lo encabeza Raphael, que no sabe uno cuándo descansa, Bertín, que tampoco para mucho en su casa este verano, David Bisbal, Ketama, Miguel Poveda… En fin: el elenco no puede ser más atractivo. ¡Ya me gustaría a mí estar allí alguna noche! ¿Y a qué también a muchos de ustedes?