
La historia del pop español tuvo sus inicios a finales de los años 50 del pasado siglo XX. Los Relámpagos son considerados como el primer grupo instrumental español, aunque rivalizaron en ese mismo tiempo con Los Pekenikes, que comenzaron poco antes. Pero hubo una diferencia esencial entre ambos: estos últimos utilizaron un vocalista en esos principios, en tanto Los Relámpagos nunca. Estaban muy influenciados por Johnny & the Hurricanes, y posteriormente sintieron también admiración por los ingleses Shadows.
Los Relámpagos tuvieron distintas etapas, con cambios entre sus componentes, desde su fundación en 1961 hasta primeros del año 2000, con prolongadas temporadas de silencio. Ahora han reaparecido. El pasado miércoles dieron un concierto en la madrileña sala Galileo Galiei, que viene de vez en cuando acogiendo la vuelta de algunos conjuntos pioneros de lo que entonces, esa década mágica de los 60, simplemente se etiquetaba como "música moderna". Lo de pop, abreviatura, apócope de popular, se denominó ya muy avanzado tal decenio, sin duda tomado de una voz inglesa, un anglicismo.
La actual formación de Los Relámpagos sólo cuenta con un miembro de la primera época, el batería Ricardo López Fúster, y otro de la segunda, la que actuaba a partir de 1969, el teclista Ignacio Sánchez-Campins. Están luego el bajo Vicente Pastrano, el guitarra José Antonio Soler, contando con las colaboraciones de Luis Manuel Machín, que procede del grupo La Zarzamora.
Los Relámpagos dieron siempre prioridad en su sonido a la aportación del órgano electrónico. Su repertorio tuvo siempre un componente netamente español, con boleros como María Dolores, Dos cruces, pasodobles caso de Luna de España, adaptaciones de números clásicos, entre los que recordamos "Danza del fuego", "Recuerdos de la Alhambra", "Danza del molinero" y "En Aranjuez con tu amor", como asimismo referencias del folclore hispano, que eran "Alborada gallega", "La Santa Espina", "El arlequín de Toledo", "Nit de Llampecs"… La adaptación y producción de la mayoría de esos temas fueron obra en la primera etapa de Los Relámpagos de dos de sus componentes esenciales, José Luis Armenteros (ya fallecido) y Pablo Herrero, quienes al abandonar el grupo se dedicaron a componer con el sobrenombre de José Luis de Pablo para una gran mayoría de solistas: Nino Bravo, Francisco, también el grupo Fórmula V y un largo etcétera de nombres. Sin duda, esa ausencia de ambos autores repercutió negativamente en el futuro de Los Relámpagos, por mucho que continuaran en activo.
En la actualidad, los nuevos Relámpagos tienen en su programación recreaciones de algunos de los muchos títulos grabados anteriormente, con la novedad de una selección de coplas clásicas, que han grabado en un disco titulado Reflejos de copla, con el subrayado de El sonido español de Los Relámpagos, que es desde luego muy personal. Son quince las canciones reunidas en ese Cd., editado por un entusiasta José Ramón Pardo que en su sello Ramalama ha conseguido recopilar cientos y cientos de canciones de ayer, esencial para coleccionistas y curiosos que quieran recordar o asomarse a buena parte de la cultura musical popular española de más de medio siglo.
En Reflejos de la copla todo es música, faltan las letras, claro. Al ser un disco instrumental hemos de recrearnos con las notas nostálgicas de un género tan nuestro. Sin duda esos compases nos traerán la nostalgia de un tiempo lejano. El maestro Quiroga, que fue el mejor compositor de la copla, imponía un cincuenta por ciento de derechos de autor a sus colaboradores, los poetas Quintero, León, Valverde y otros. Por algo sería. Y Los Relámpagos, ahora, le han vuelto a dar un toque pop sin traicionar el concepto de cada copla, entre las que se cuentan "La zarzamora", "El lerele", "La hija de don Juan Alba", "Ay, pena, penita!", "Y sin embargo te quiero", "A la lima y al limón", "Ojos verdes"… Un CD que hará felices a los que siguen considerando esos temas parte de nuestra cultura popular.