Cuenta Carlos Chaouen (San Fernando, 1974) a LD que lleva cuatro años sin publicar un disco con canciones nuevas y que está "loco por grabar el año que viene, ya mismo". Miembro de la generación cantautoril de Quique González, el compositor acaba de lanzar 7.300 días (El Dromedario Récords, 2018), un pack que contiene un doble DVD extraído de tres conciertos y un CD grabado hace diez años, Sinforgía en Ti Sostenido, en el que se autoversiona, afinando la producción –hecha con brocha gorda– de algunas canciones de sus primeros trabajos. "Cierro una etapa y voy a lo nuevo", agrega.
Conversamos con este cantante, psicólogo de formación, sobre la locura, la industria musical, Operación Triunfo y libertad artística. Y sobre sus veinte años de carrera, claro.
P: Señor Chaouen, en usted, ¿qué fue antes: la psicología o la canción?
R: Yo tocaba en la casa. Mi padre tocaba un poco y de chico hacía cancioncillas. La carrera la acabo en el 97. Se crea la posibilidad de hacer el disco, más o menos, ese año, porque el primer disco sale en el 98. Incluso, después del primer disco, tampoco creía que iba a grabar tantos discos ni que iba a durar tanto la historia. Creía que se caería, se disiparía con el tiempo y yo seguiría en la psicología. La cosa fue creciendo, el segundo disco fue mejor, tocamos mucho, y claro, si puedo vivir de la música, eso no lo cambio por nada. Siempre he seguido haciendo cosas de psicología, he estado formándome, tengo una consultita desde hace unos años, que ahora he reducido para volver a la música con más energía. Entonces, vino así, de una manera natural. Vi que estaba tocando mucho y que aquello estaba ocurriendo.
P: Y, en la canción, ¿ha encontrado más cordura o locura?
R: (Piensa) Realmente, no he encontrado tanta locura como yo creía que había en el mundo de la canción. Tampoco mucha cordura. He encontrado más suciedad (risas). Entre la gente que hace música, creo que no hay mucha suciedad, pero en el negocio sí. Quizá, entre la gente que hace música hay cierta locura, porque, en el fondo, dedicar tu energía a una actividad así…, hace falta cierta locura.
P: Hay quien dice que si los músicos estuvieran tan unidos como la gente del cine, el, digamos, colectivo sería más respetado, no les tomarían tanto el pelo.
R: Yo lo creo. Pero hay un mundo de egos demasiado absurdo y eso, a nivel gremial, perjudica. Es una batalla perdida. No importa el nivel, no sólo pasa con los superéxitos. La gente quiere ser más artista que ser compositor o que tocar bien un instrumento. Eso tiene que ver, creo, con los tiempos. Creo que antes la gente tenía más vocación. El que quería escribir, leía mucho; el que quería tocar, se formaba mucho. Ahora, la gente quiere el premio inmediato. Quiere ser artista. Para mí, el valor lo tiene la creación, no la pompa o el foco.
P: Me llama mucho la atención que, ahora, muchos músicos de izquierdas canten las virtudes de Operación Triunfo cuando, al menos, en mi opinión, es el producto más comercial, más impersonal y más de fábrica que hay, y de lejos, en el ecosistema mediático-musical. Dista mucho, por ejemplo, de lo que Sabina dijo hace unos años: "¡A la mierda Operación Triunfo!".
R: Estoy de acuerdo contigo. Es difícil hablar de "artistas de verdad" y de "artistas de mentira", pero había, digamos, muchos "artistas de verdad" que criticaban Operación Triunfo. Luego, ha habido una especie de… (piensa) Muchos de los que van son amigos, y no quiero personalizar, pero creo que, por el resultado que esperan obtener, les dan igual los principios o lo que haya que hacer en medio. Creo que es una pérdida increíble, más para un artista. Pero es el tiempo en el que importa estar en algún lugar, como sea. Yo creo que se equivocan. Pero, yo qué sé, cada uno elige sus caminos.
P: He leído que admira el pensamiento de García-Trevijano. ¿Por qué?
R: ¡Hostias! ¿Cuándo dije eso yo? (Risas) Hubo una época, no sé por qué, en la que me acerqué mucho al hombre. Lo leía, lo escuchaba. Explicaba muy bien las cosas, era muy pedagógico. En algunas cosas me ayudó a abrir los ojos. Si hubiera más espacios para gente así, yo creo que ayudaría a la sociedad.
P: ¿A quién más admira?
R: A mucha gente. Ahora leo mucho a Zizek. Me interesa mucho el psicoanálisis, la filosofía del pensamiento, y este tipo me parece increíble. En verdad, me gusta la gente honesta que no busca el premio inmediato, sino aquello que puede ayudar a la convivencia. Sea con una guitarra o con el pensamiento.
P: ¿Y a quién detesta?
R: Hombre, intento no liar a nadie e intento llevármelo a que es problema de ignorancia o falta de formación. Me indigesta quien se pone por delante de los principios comunes, digamos. Eso ocurre en todos los sectores y en todos los polos.
P: ¿Sigue buscando flores que le den consuelo, como canta en "Bosque lejano"?
R: Sí. Es una manera de decir… No podemos ceder a lo malo, digamos.
P: ¿Por qué autoversionarse?
R: Por la insatisfacción de que nunca te gusta lo que hiciste. El disco lleva grabado como diez años. Por eso la revisión es de canciones de los dos primeros discos. No estaba satisfecho con la producción. Como ha pasado tanto tiempo, vuelve a pasar lo mismo: ahora lo oigo y digo "joder..." (risas). El proceso no acaba. Yo tenía esa espinita, habían pasado unos años, encontré la posibilidad y le dimos un baño a las canciones.
P: ¿Qué tienen de especial los conciertos recogidos?
R: En su momento, fueron conciertos de presentación de lo que había en cada instante. Entonces, creo que, al juntarlos, lo que tiene de especial es que recoge bien la trayectoria en cuarenta y tantas canciones. No están cogidos por que sean conciertos particularmente buenos.
P: En la obra, colaboran Ismael Serrano, Kutxi Romero o Quique González. No es mal plantel.
R: Es un plantel increíble. Están Aurora Beltrán también, Alfa… he tenido mucha suerte de estar rodeado de buena gente.
P: En "Mi habitación en tus pupilas", canta: "Soy sólo desorden, como el infierno y la gloria". ¿Hasta qué punto se expone en sus versos?
R: Yo creo que mucho. Tampoco por una cuestión premeditada. Se da de una manera inevitable. Mucha gente me ha dicho que me expongo demasiado. No entiendo qué es demasiado. Es verdad que yo no me pongo muchas cortapisas, pero tampoco pretendo provocar. Lo que sale, sale.
P: Descríbame la creencia que ha comprado "en las esquinas".
R: He comprado muchas. En el fondo, esa canción habla… (piensa) Es una canción que tiene mucho tiempo. Las creencias de las esquinas son todas las influencias sociales, buenas o malas, que no tienen mucha base. Hay muchas. Son mil influencias que ofrecen ideas o soportes vitales pero que no son buenos.
P: ¿Cree en Dios?
R: No. Toda búsqueda artística es una búsqueda de trascendencia. Si uno trata de crear algo, hay cierta disconformidad con lo que hay. Lo místico y lo trascendente no deja de ser una búsqueda de que esto no es todo, o no es suficiente. El artista, en cualquier ámbito, en cualquier propuesta, escarba. Pero no creo en Dios.
P: ¿Y cree en el hombre?
R: Sí. Aunque es difícil a veces. Lo conozco más que a Dios. Dios me parece un tema… (Piensa) En el fondo, es difícil saber a qué aludimos cuando nos referimos a Dios. Es fácil perder el tiempo hablando de Dios. En ese sentido digo que no creo. Y sí creo en el hombre porque creo que es lo único que tenemos. Tenemos que confiar más en las cualidades y en las potencias del hombre que en dioses. Es una manera de librarse de responsabilidad.
P: Y, para finalizar, ¿qué ha aprendido en, ya, más de 7.300 días de carrera musical?
R: Que es mejor dejarse influenciar menos por esas creencias erróneas de las esquinas. Es difícil en este mundo, y cada vez más, que si uno es honesto debe ser fiel a sí mismo. Me hicieron dudar, pero creo que así debe ser.
P: ¿Quién le hizo dudar?
R: Hay momentos en los que, a lo mejor, en algunas etapas, he sido demasiado libre o ácrata. Me hicieron dudar en el sentido de que las cosas han de ser de un modo. Pero yo creo que las cosas no han de ser de un modo, sino que tienen que estar abiertas, y que los modos dependan de quién lo está haciendo en cada momento. La satisfacción y el premio que te da ser fiel a ti mismo no es comparable a nada.