Colabora

Belo, sin Los Susodichos: "Cada vez es más difícil mover una banda"

LD entrevista al artista asturiano a propósito de La última y nos vamos, un doble CD con DVD que recoge el último concierto de la banda.

Abel González 'Belo' | Foto cedida por El Dromedario Récords

Abel González, líder de Belo y Los Susodichos, decretó el cierre de su banda –diez años después de su fundación, con una nominación en los Grammy Latinos y 500 conciertos en su historial– para satisfacer sus necesidades creativas y para que el agujero de su bolsillo no le llegara a la rodilla. "La música no da de comer", canta el cantautor Santy Pérez. En todos los sentidos, al cantante ovetense le renta más cantar en acústico. Solo, con una guitarra. El nuevo método influye en su manera de componer y le lleva a peregrinar por otros caminos, ni mejores ni peores, pero sí diferentes.

Anda trabajando en un nuevo disco, pero, para celebrar el, al menos, punto y aparte con Los Susodichos, el autor de canciones como "Pan y circo" o "Mariposas de papel" publica con El Dromedario Récords La última y nos vamos, un doble CD con DVD que recoge el último concierto de la banda y en el que colaboraron músicos como Kutxi Romero o Iratxo. LD conversa con el artista asturiano sobre este trabajo:

P: Cuando un grupo se separa y dice "no es un adiós, sino un hasta luego", ¿no está tirando de eufemismo? Por ejemplo, el último disco de Los Rodríguez se llamaba Hasta luego. Y no volvieron a juntarse –con una excepción: Rot y Calamaro hicieron una gira llamada "Dos Rodríguez", pero, salvo seis o siete excepciones, el repertorio estaba formado por canciones de sus etapas en solitario–.

R: En principio era "se acabó aquí", pero bueno, tampoco se sabe. Yo decidí acabar ahí por una serie de situaciones y, si en el futuro cambian esas situaciones, sí se podría retomar. Tampoco le doy mucha importancia. Belo y Los Susodichos no hemos sido… ¿sabes? De momento está aparcado el tema con Los Susodichos. Estoy a mis cosas. ¿Es un adiós o un hasta luego? A ver qué pasa.

P: ¿Qué le empujó a poner el punto y aparte?

R: Con la banda estuve diez años: empecé en 2007 y terminamos el año pasado. Decidí dejarlo. En los últimos años, yo salía a defender las canciones en solitario. Cada vez es más difícil mover una banda.

P: ¿Por qué?

R: Porque cada vez se pagan cachés más pequeños, cada vez se está menos dispuesto a pagar a una banda todos los gastos que conlleva moverla. Belo y Los Susodichos no era un grupo de cinco personas que iban a medias. Era yo quien pagaba a mis músicos. Era un peso grande. Para mí, mover a mi banda, según teníamos establecida la jerarquía, era muy complicado. En cada viaje que te pegas, tienes que meter una pasta. Luego, hay muchos músicos que, por desgracia para los que nos dedicamos íntegramente a la música, tienen sus curros y luego, además, tienen su grupete. Yo no, me dedico sólo a la música. Nosotros somos asturianos. Si te llaman de Cáceres, de un festival y te piden precio, digo: 800 pavos. Porque si no, no puedo pagar. Otro grupete puede hacerlo por 300 pavos. Hay ciertas cosas que te van complicando la existencia. Yo cada fin de semana tengo que tocar. Eso hacía que en los últimos años cada vez escribiera más íntimo, enfocado a una interpretación con una guitarra, en acústico. Entonces, esas canciones tampoco me encajan en Los Susodichos. Yo, solo con mi guitarra, me siento más libre a la hora de crear.

P: ¿Qué recuerdos guarda del concierto aquí registrado?

R: Fue muy guay, tío. Salió todo muy bien, muy tranquilo. Es algo muy realista, muy familiar. Nunca me ha gustado el artificio. Antes estaba escuchando una canción, y había unos gambazos… Pues, también con sus errores, ahí está el disco. Y me mola.

P: En "Al otro lado del infierno", canta que "en el cementerio suena un rock&roll". La imagen es potente y, visto el ecosistema musical actual, muy certera.

R: Ahí hay un juego de varias cosas. A mí, esa canción me la inspiró una canción de Bunbury en cuyo vídeo salen tocando en un cementerio. Nació de ahí. Tejí la imagen visual del cementerio con la idea de que cada vez todos estamos un poco más muertos.

P: ¿El rock va camino de convertirse en la nueva música clásica?

R: No creo que llegue a ese nivel, por desgracia. No tengo muy claro en qué se está convirtiendo el rock. Cuando hablamos de rock, queremos condensar ahí tanta música… No sé si se mueve todo en un conjunto, o hay trozos que se mueven de manera independiente. Por el lado del indie hay un mundo y no tiene nada que ver con el heavy, por ejemplo. Para mí, el pop, que viene de "popular", es menos popular que el rock. Al final, siempre hay un rock que te gusta. No tengo ni puta idea de hacia dónde va el rock.

P: En su cancionero hay unas cuantas canciones sobre gente pobre o, al menos, con dificultades económicas. ¿Por qué?

R: Siempre me crié en la calle, siempre me he parado a hablar con la gente. Siempre me llamó la atención esa persona que está jodida, que está como en otro mundo, a la que no puedes tocar, no te puedes dirigir porque crees que te va a pedir… Conocí a un personaje en Oviedo que era un vagabundo borracho. Nadie hablaba con él, nadie le prestaba atención. Y me contó que había tenido una vida de la hostia. Tuvo un trabajo de puta madre, una familia… pero la cosa le salió como el culo. Era muy rebelde, muy cafre, y acabó en el talego y sin nada. Tenía mujer, hijos, y fue repudiado. Detrás de esa persona había un tipo inteligente, y eso no le importa a nadie.

P: "Y en nombre de la libertad / un hombre lobo anda suelto". ¿Cómo describiría a ese hombre lobo?

R: Un revolucionario sanguinario (risas) que iría vengándose de muchas cosas. Ese fragmento pertenece a una canción, "Malditos bastardos", que habla del hijo de un maqui al que matan en el monte. Deja al bebé en el bosque, se cría con los lobos y, de mayor, baja a la ciudad y es medio hombre lobo-medio vengador. Es un juego mental.

P: ¿Cuáles son las banderas por las que lucha?

R: Hay una bandera que es la de la verdad. Siempre intento ser un tío realista y ser fiel a la realidad. A partir de ahí, puedes interpretar de una manera o de otra. Pero cuando pierdes el librepensamiento, ver las cosas tal y como son, te refugias en banderas, religiones, etcétera, y, en ese aspecto, me he sentido siempre muy anarquista. Si me tengo que quedar con una bandera, con la pirata.

P: "No lo hagas por ti –canta en "Pan y circo"–, hazlo por los hijos de tus hijos". ¿Qué hace usted por los hijos de sus hijos?

R: Tengo una hija. Intento no dejarme engatusar ni engañar por muy bien que parezca que van las cosas. Yo le enseño a mi hija que uno tiene que pensar por sí mismo y luego decidir. El librepensamiento es la única forma de que el ser humano se sienta bien consigo mismo.

Ver los comentarios Ocultar los comentarios

Portada

Suscríbete a nuestro boletín diario