Enrique Bunbury (Zaragoza, 1967) ofreció su último concierto en Madrid el día en que Antonio Escohotado cumplía 77 años y participaba en una mesa de debate titulada "El futuro de España", enmarcada en el XI Foro Atlántico de la Fundación Internacional para la Libertad, que preside Mario Vargas Llosa. En su intervención, el filósofo dijo que quienes buscan la verdad no tienen muchas razones para preocuparse: "Si la verdad se puede valer sola, y la mentira necesita el apoyo del Gobierno, hay más activo, más patrimonio en un lado que en el otro". Cuando terminó la ponencia, su hijo Jorge –líder de La Emboscadura– y un servidor fuimos con el autor de Historia general de las drogas a tomar una cerveza en la terraza ajardinada de la Casa de América. Le hablé de una canción del aragonés errante que se llama "Parecemos tontos", y cuyo estribillo reza: "No conseguirán engañarnos a todos / aunque a veces parecemos tontos. / No conseguirán engañarnos a todos / a todos no". Jorge Escohotado reprodujo la pieza desde su móvil. Su padre escuchaba atento, asintiendo. "Me gusta mucho –señaló–. Sobre todo, la letra. Respecto a la verdad, te recuerdo –me dice– que Sócrates fue el primero en identificar el dogmatismo como enemigo primario, no sólo de la inteligencia, sino de la concordia. El antídoto invariable suficiente del embuste fue y será el libre examen de cada asunto".
Bunbury cumple este sábado 51 años mientras recorre España con su ExTour, la gira de presentación de su último disco, Expectativas. Se trata de un trabajo ambicioso, implacable y hermoso, compuesto por once canciones, oscuras, rebeldes y hermosas. El propio artista me dice que es un álbum "que tiene mucha información musical. Arreglos muy interesantes, que no caen en lugares comunes ni habituales. Creo que también quedó un trabajo compacto y que se necesitan un par de escuchas para enamorarte de algunos pasajes. No es exactamente un disco de rock, porque no utilizamos algunos de los tics más habituales del género. Pero la banda suena como un cañón, y no hemos hecho concesión alguna".
Conocí a Bunbury hace cuatro años y, desde entonces, he cubierto, y desde sus tripas, el tramo español entero del Palosanto Tour y varios conciertos suyos de sus giras posteriores. Además, he escrito textos para dos de sus trabajos –la última reedición de Senderos de traición, de Héroes del Silencio, y el press release de Expectativas–. No exagero cuando digo que es un profesional radical, un artesano de la palabra y de la melodía, un buscador de su perfección. He visto y he oído cómo lo hace. Conjuga el verbo "trabajar" en presente de indicativo. Y eso implica buscar una reinvención constante manteniendo su base creativa, liderar una cruzada contra el anquilosamiento y el bostezo. El ya citado Expectativas es buena prueba de ello. Pero también lo es Palosanto. Y Licenciado Cantinas. Y Las consecuencias. Así, hasta el principio. El tronco del árbol es reconocible, pero sus ramas son diferentes.
A modo de homenaje, LD conversa sobre el autor de joyas como "Bujías para el dolor", "Planeta Sur" o "Cuna de Caín" con Andrés Calamaro; con su guitarrista Álvaro Suite; con su tour manager, Marisa Corral; con el cineasta Alexis Morante –director del documental El camino más largo, y quien ha hecho varios videoclips para el cantante–, y con el músico y escritor Igor Paskual. A través de estos cinco testimonios, conoceremos un poco mejor a un artista, desde luego, inigualable: gustará más o menos, pero no hay otro como Bunbury en España ni en el resto del mundo. Su especie es única.
¿Cómo y cuándo se conocieron?
Andrés Calamaro: Fue en el Palacio de Música y Deportes, antes del incendio. Aquello era un festival o una entrega de premios. Enrique y los Héroes estaban sentados juntos, me acerqué adonde estaban para saludarlos y elogiar algo que había leído en una entrevista… Les regalé uno de mis discos y, a los pocos días, me llegó a mi casa un AAA –Access All Areas– y las fechas de la gira. Los vi en La Riviera, en Madrid, y nos saludamos tras bambalinas.
Álvaro Suite: Lo recuerdo perfectamente, aún puedo olerlo, fue a principios del verano del 2006. Paco Loco –productor musical– nos avisó que alguien importante vendría vernos esa noche. Insistió en que no nos preocupáramos y siguiéramos con nuestras rutinas previas a cada show. Y eso hicimos. Nos metimos en un bar. Y allí estaban ambos, brillantes y hermosos, Jose Girl y Enrique Bunbury, acompañados de Paco y Muni, esperándonos para echar un bocado y un ron antes de irnos juntos al bolo. Nuestra sensación fue de estar saludando a un grande, a un tipo especial, un talento biengastado y uno de nuestros primeros millonarios; todo de cerca y en primera persona. El superchou duró lo que dura y nos metimos en faena a celebrar el encuentro y lo demás. Cerramos el local y nos quedamos hasta que algo o alguien nos sacó de allí. No recuerdo bien cuándo ni cómo nos separamos pero no recuerdo una despedida formal ni nada parecido. Poco después volvimos al Puerto, esta vez directos a su casa, para una sesión de fotos con Jose. Esa fue la segunda vez. Nos enseñó su estudio, su biblioteca, sus recuerdos; me pareció conocer mejor a la persona sensible, cariñosa, solitaria y trabajadora. Para mí, desde ese día, ya éramos buenos amigos.
Marisa Corral: Le conocí a finales de los ochenta en un bar de Madrid donde yo trabajaba de camarera, el 4 Rosas Bar, de Gabinete Caligari.
Alexis Morante: En el año 2009 yo estudiaba mi segundo año de máster de cine en Los Ángeles. Un día vi en un cartel que venía a tocar Bunbury al Nokia Theater. Investigué si era un concierto solitario o si formaba parte de una gira, y comprobé que le faltaban 4 conciertos en California y un en México para acabar una gira llamada Hellville Detour. ¿Por qué investigué todo esto? Porque ese año me estaban interesando mucho documentales musicales que estaban saliendo y comenzando la nueva época dorada del rockumentary. Se me ocurrió que Enrique Bunbury era un personajazo, una estrella del rock como las que no quedan en España, y que no tenía ese tipo de documental, por lo que pensé en proponerle hacer un documental en EEUU, aunque no sabía muy bien cómo llegar a él. Escribí al email de sus mánagers con un proyecto de cómo sería y Nacho Royo me contestó en menos de 24 horas. "Enrique quiere conocerte", me dijo por teléfono desde Perú. "Me gustaría invitarte al concierto de Los Angeles y que os conocierais". Allí me planté, con mis socios Raúl Santos y Carlos García de Dios. Y Enrique estaba resfriado y no pudo vernos. Nos volvimos a casa. De nuevo me llama al día siguiente Nacho pidiendo disculpas. Si os venís a San Diego, allí te ve. Allí nos plantamos en San Diego. Segundo concierto que vemos invitados, pero cuando llega la hora de entrar al camerino, un tal Mostaza nos dice que Enrique ya se ha ido. Segundo intento fallido. Llamo a Nacho. Me pide disculpas. Enrique no está bien de la garganta. Me pide una última oportunidad. Si os venís al concierto de San Francisco, os prometo que te recibe Enrique en su camerino. Ya lo dudo. Nos pensamos si ir o no, pero da la casualidad que tenemos unos amigos en LA que van para San Francisco. Nos sumamos a ellos y probamos. Tercer concierto que entramos, esta vez nos abren la puerta a los ensayos, en el Fillmore de San Francisco. Yo aún no lo sabía, pero allí estaban los que serían parte de mi familia durante dos meses de gira por EEUU, apenas seis meses después. Al acabar los ensayos, el Mostaza me llama. Venid conmigo, Enrique ya está disponible. Cruzamos tres o cuatro pasillos oscuros hasta llegar a una puerta negra. Mostaza llama a la puerta. Una voz profunda contesta: pasad. Enrique me da la mano y acto seguido nos damos un abrazo.
¿Cómo es trabajar con él?
AC: Mejor imposible. Enrique es formidable y muy buena persona. En escena, es un monstruo y un cantante muy poderoso que mejora todos los días. Gran compañero para una gira, muy generoso, un gran conversador que escucha mirando a los ojos. Espero volver a girar juntos.
AS: Es como vivir las vidas de todos los artistas que siempre quisiste ser. Cuentas con un equipo técnico y humano de primera, con el tiempo necesario y buen material, sabiendo que cada paso forma parte de un plan orquestado a la perfección y muy acorde con el ideal artístico y profesional que siempre soñaste. Se trabaja duro y cómodo, y se cosecha bien y pronto. Enrique te exige y te ofrece. Te exige compromiso y seriedad, que lo acompañes a ciegas a donde quiera que vaya, confianza y riesgo; aspectos que son delicados tesoros para un artista o músico. Y a cambio te ofrece una apisonadora para que vayas allanando tu propio camino, tu estima y tu carrera, hacia una vida plena.
MC: Pues creo que los treinta años que llevo con él responden a la pregunta (risas).
AM: Trabajar con Enrique es tratar de superarte en cada nuevo proyecto. A la expectativa que genera entre los fans cada nuevo proyecto se suma la autoexigencia que se pone un artista como Enrique a sí mismo en sus discos. Esa autoexigencia que se traduce en explorar lo desconocido en cada nuevo proyecto la contagia a todos los que trabajamos alrededor del disco. Después de quince videoclips y una película, nunca me llegado a acomodar en una fórmula que ya sabíamos que funcionaba, precisamente porque él no lo hace tampoco con su música. En cuanto a la parte personal, para mi trabajar en los videoclips con Enrique es como pasarlo bien con un amigo haciendo lo que más te gusta. Cuando me da la canción quedamos para comer y hablamos de todo un poco, hacemos brainstorming, vemos a dónde queremos ir y luego ya me quedo yo sólo elaborando lo que haremos, hasta llegar al rodaje, donde la comodidad y complicidad después de tantos años y tantos videoclips lo hace todo muy fácil, aunque sin bajar nunca la guardia. Ahora bien, si me preguntas por la experiencia de rodar la película El camino más largo, eso ya es otra aventura completamente distinta e irrepetible, que se puede comprobar en la película y que podría estar horas y horas contando anécdotas y experiencias vitales.
¿Qué es lo que más valora de Bunbury como artista?
AC: Ahora mismo, todo. Enrique mejora en cada disco, tiene algo popular y algo vanguardista, sabe lo que quiere de un siguiente disco, es alternativo y masivo, cada día canta mejor. Vive todos los días como caminando en el escenario, eso lo hacen muy pocos... Loquillo también lo hace.
Igor Paskual: El respeto a su oficio, cómo valora su profesión y la respeta. Creo que mezcla muy bien sus inquietudes artísticas con su función de entretenedor. Por supuesto, me gusta su ambición y el hecho de que tiene un realismo tremendo y acepta la parte material del negocio con la mejor de las actitudes. En vez de hacerse el mártir, coge el toro por los cuernos.
AS: Su capacidad para ver y cuidar cada mínimo detalle relacionado con el trabajo y las relaciones personales que afectan a cada uno de los implicados. Es un trabajador nato que se esfuerza por mantener nuestra atención en su carrera, que convierte en la nuestra también. Ha conseguido que mis pasiones, mis inquietudes musicales y mi visión de futuro estén visceralmente unidas a las suyas. Su carrera es también la mía. Sus errores y alegrías también son mías. Y, por ahora, no ha habido fisuras ni batacazos dignos de considerar. No hemos parado de trabajar, siempre tirando hacia adelante, siempre en terrenos donde otros se acojonan, siempre con ideas nuevas y atractivas sobre las que experimentar y alcanzar metas que con otro no hubieras llegado ni de coña. Y siempre sale bien. Siempre hay un muy buen disco y una gira de cojones como recompensa.
MC: Su integridad, por supuesto, pero también la confianza que deposita en un equipo de gente que trabaja con él desde hace años.
AM: Precisamente lo que he dicho antes, su reinvención continua, su grado tan alto de autoexigenvia que contagia a los demás, su tranquilidad en la vida real y normal, y su don incuestionable para ser una estrella del rock encima del escenario.
¿Qué aporta (sólo) Bunbury al ecosistema musical patrio?
IP: Hace años, te hubiera dicho que apertura de miras. Y aunque ahora es algo más habitual, aporta heterodoxia. Y, al menos durante unos años, fue de un camaleonismo envidiable. Hay una cosa que me encanta de él y que ayuda mucho al ecosistema musical y es que Enrique escucha los discos de todos sus compañeros de profesión. Y eso es algo que le honra porque aporta unidad y cierto sentido colectivo.
AS: Esta pregunta se la deberíamos hacer a los cabecillas de este ecosistema del que hablas. Podríamos preguntarle a elementos afines a nuestros gustos como Leiva, Vestusta ó Coque, y otros más distantes como los Sex Museum, Tote King ó Estrella Morente, de aquí o de allá, y todos te van a decir lo mismo: me quito el sombrero. Respeto y admiración.
Te puede gustar más o menos su música, su voz o sus palabras. Se le podría acusar de no quedarse en un mismo sitio, de no resucitar a los Héroes, o de que ya no toca no sé qué canciones; tiene detractores incluso entre sus más férreros seguidores. Nadie me negará que si alguien ha pillado, pilla y pillará, ese es Enrique Bunbury. Algo tiene que mola tanto que no mola, ¿verdad?.
Pero si echas un vistazo a su trayectoria y sus discos, te tienes que quitar el sombrero, ya seas purista del Rock and Roll más patillero o del estilo que quieras.
Enrique aporta riesgo, seguridad, vanguardismo, modernidad y eclecticismo. Desde el punto de vista de otro artista que observa su carrera desde fuera, aporta la sensación de estar abriendo continuamente nuevos caminos. También le rodea un halo de fortuna, éxito, riqueza, fama; y a la vez humildad, sabiduría, esfuerzo y respeto por la profesión y sus compañeros. No te puedo decir que conozca a alguno más como él.
El día que Enrique deje de sacar discos y de hacer giras, este ecosistema del que hablas –y ya dices mucho, porque es más una charca– se quedará sin oxígeno, y ya no habrá a quién tratar de igualar para alcanzar tus propias metas. No conozco a ningún otro artista que evolucione tanto y tan hacia adelante como él. Que se preocupe y ayude a los demás desde el respeto –respeto que no siempre le tienen a él–.
MC: Aporta glam, rock, elegancia. Es un animal de escenario que tiene un directo demoledor.
¿Alguna canción/disco que le guste en especial?
AC: Las Expectativas es muy buen disco. Conociendo a Enrique, debería ser su mejor álbum.
IP: Me encantan los tres primeros discos, por ese cambio constante que, además, lo hacía con obras que compositivamente estaban muy buen resueltas y encajaban dentro de esos golpes de timón. Ahora sigue haciéndolo, pero está dentro de una línea más reconocible y homogénea.
Como disco, creo que mi favorito es Flamingos. Las canciones están muy bien resueltas, pero, sobre todo, ofrece unas cuantas llaves que muestran distintos caminos a seguir. Hay algo inconcluso en él que me resulta muy atractivo, da la impresión que no termina de estar bien cosido, como si fuera una alfombra con hilos sueltos, pero de esos hilos, si se tiran pueden sacar cosas fabulosas. Ofrece pistas, sugerencias de por dónde se puede caminar dentro de los trillados caminos del rock. Pequeño es mucho más redondo, está muy bien cantado y las canciones son maravillosas, pero es una obra que empieza y acaba en sí misma.
Me gustan mucho "El viento a favor" o "Que tengas suertecita", supongo que, en parte, es por la letra. Después de tanta angustia impostada, agradezco los mensajes de optimismo y ánimo sin caer en la frase Coelho. Y cada vez estoy más a favor de las cosas que en contra. Sobre todo, en la música.
AS: Cada disco cobra su importancia durante la grabación y varios años después de haberlos grabado. Pero si tengo que elegir uno creo que me quedo con Expectativas por el avance artístico y técnico que he visto tanto en él como en la banda; el camino que abre este disco ya es un aprobado en mi autocrítica. Este disco ha abierto mi percepción musical como ningún otro –de los que he grabado– lo había hecho anteriormente. Y ahora voy lanzado. ¿Canciones? Todas en su momento.
MC: Pues muchas. "Porque las cosas cambian" es de mis favoritas, y el videoclip, igual. Del último disco me quedaría con muchas…, de hecho, no me gusta tener que elegir.
AM: De Héroes del Silencio, el disco que me enganchó del todo fue El espíritu del vino, y me quedaría con todas y cada una de las canciones. De su etapa en solitario, elijo Las consecuencias porque fue el disco con el que lo conocí, con el que empecé mi relación, con el que grabamos la gira por EEUU y con el que hice mi primer videoclip de la mejor canción de Bunbury: "De todo el mundo".