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Beyoncé y Jay-Z exhiben su amor en Barcelona con un espectacular concierto

Música, espectáculo y vida privada se han fusionado ante 47.000 personas. 

Fuegos artificiales, diecisiete bailarines, veintiséis músicos en un escenario de cuatro plantas y un muro de pantallas gigantes ha sido el espectacular envoltorio con el que Beyoncé y Jay-Z han vestido un concierto en el que los auténticos protagonistas han sido ellos dos y su reconciliación como pareja.

Música, espectáculo y vida privada se han fusionado en Barcelona, en un cóctel poderoso que ha deslumbrado a las 47.000 personas que se han reunido en el Estadio Olímpico, en la única parada española de la gira mundial "OTR II".

Beyoncé es la reina no oficial de América y Jay-Z el rapero que más dinero gana, pero juntos son algo más que dos artistas que mueven masas y que tienen decenas de temas en las listas de éxitos, son una pareja cuyos problemas sentimentales están en boca de todos y que ellos utilizan como materia prima de su música.

Especialmente en esta gira, que llega después de dos discos en los que ambos hablaban de las infidelidades de Jay-Z y de la crisis de la pareja.

"Esto es la vida real"

Es la gira de la reconciliación y del triunfo del amor, algo que ha quedado claro desde el primer momento, ya que el concierto empezó con una frase en la gran pantalla: "Esto es la vida real", seguida de imágenes de la pareja (rebautizada en la proyección como la reina y el gángster) en la cama, el día de su boda y con su hijos.

Tras este preámbulo, que el público recibió con gritos de emoción, el griterío se volvió ensordecedor cuando las pantallas se abrieron y de entre ellas salió la reina y el gángster cogidos de la mano cantando "Holy Grail". Los dos siguieron interpretando a dúo "On The Run Part 2", ella moviendo la cadera insinuante y el golpeando al aire con gestos de rapero.

En "Bonnie and Clyde" cada uno recorrió una de las dos largas pasarelas situadas entre el público, Jay-Z con un traje blanco y un enorme colgante dorado y Beyoncé con un ajustado vestido corto, que el público analizó con especial atención porque hay rumores de embarazo, algo que su vientre plano parece desmentir.

No necesita a Jay-Z

En "Drunk in Love", Beyoncé recorrió sola la pasarela y demostró que no necesita a Jay-Z para comerse el escenario. De hecho, a lo largo de todo el concierto, las apariciones de ella fueron más aplaudidas que las de él porque, aunque Jay-Z en Estados Unidos es un dios, en España sigue estando muy por debajo en popularidad de la diosa de su mujer.

El chico malo y la diva se han ido alternando sobre el escenario, interpretando éxitos de diferentes discos porque, aunque el motivo aparente de la gira es la promoción de "Lemonade", de Beyoncé, y "4:44", de Jay-Z, dos horas de concierto dan para mucho, sobretodo al ritmo frenético en el que se sucedieron en este concierto, que reunió más de treinta.

El momento álgido de Jay-Z fue cuando interpretó "Niggas in Paris" y "Beach Is Better" sobre una enorme plataforma móvil. Beyoncé tuvo muchos más momentos de ebullición: como cuando reivindicó el feminismo en de "Run the World (Girls)", cuando lució vozarrón en "Don't Hurt Yourself" o cuando apareció al frente de un ejército de bailarinas en "Formation".

Dejó para el final grandes éxitos como "Crazy in Love", "Déjà Vu" y "Freedom" y, tras esta fuerte dosis de Beyoncé a solas, la pareja volvió a aparecer unida y más enamorada que nuca para interpretar "Forever Young" cogidos de la mano y con un cartel al fondo con la frase "Esto es amor real".

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