Rubén Fernández fundó Vuelo 505 en Logroño, hace un lustro ya, cuando estaba a punto de pasar página musical. Evitaron la claudicación el cantante de Marea, Kutxi Romero, con una epístola cargada de oxígeno, y sus nuevos escuderos o, más bien, compañeros de vuelo: el guitarrista David de la Fuente, el bajista Chema García y el baterista Iván Fernández. Apuestan por un rock que es un batido personalísimo de, entre otros, Mark Knopfler, John Fogerty o el Fito de los primeros discos con los Fitipaldis.
LD conversa con ellos aprovechando su paso por Madrid. Han venido a presentar su segundo álbum, No hay historias de fracaso, que publica El Dromedario Records –discográfica pequeñita pero muy ilustre: en sus filas encontramos, por ejemplo, a Robe Iniesta, a Iñaki Uoho Antón o a Sôber-. Nos citan en la sede de Altafonte, ubicada en un edificio industrial cuasi soviético. En sus ascensores caben dinosaurios.
P: La nota de prensa os presenta como "la mayor promesa de calidad del actual rock and roll nacional". Casi nada…
RF: Intentamos hacer las cosas bien. Soy un pelma, ¿eh?, pero recalco el equipo de trabajo que tenemos. Somos quince personas ahí, dejándonos la piel; la oficina del Dromedario nos arropa un montón… Yo creo que nosotros hacemos canciones muy bonitas; todo lo demás ruboriza un poco.
P: ¿Cuándo despegó Vuelo 505?
RF: En 2013, más o menos. Estaba harto de pegarme cabezazos con todo el mundo. Kutxi Romero estaba preparando su disco acústico y yo venía de un trío que salió rana, estaba harto. Le mandé una maqueta y una carta diciéndole casi que renunciaba. Él me respondió: "Los que tenéis talento, nunca sabéis qué talento tenéis". Me junté con estos tres tíos y hemos hecho algo más grande de lo que nunca habíamos pensado. Luego, si nos juntamos con Alén Ayerdi, Kolibrí, Pau Donés...
P: Habéis fichado por Dromedario, donde, entre otros, está gente como Robe Iniesta, Iñaki Antón…
DdF: Para nosotros es todo un regalo. Que esta discográfica apueste por nosotros es increíble. Además, viendo lo difícil que es encontrar gente que apueste por ti de verdad, que te cogen el teléfono…
RF: No sólo que te lo cogen: te llaman muchas veces (risas).
DdF: Esta gente está dispuesta para la promoción, la grabación del disco, no nos ha faltado nada…
RF: A Alén lo conocía hace mucho tiempo. Nos ha enseñado un montón de cosas. Con este disco, llevamos como año y medio currando. Luego, somos una banda que tenemos mucha paciencia. A nosotros se nos hace todo grande. A veces, tienes un proyecto de vida y las circunstancias te lo hacen más pequeño. A nosotros nos ha pasado al revés. Creo que es por la paciencia. Queremos que una cosa quede bonita cueste lo que cueste. Quizá eso lo tenga que decir otra gente, pero creo que hemos entendido muy bien la filosofía del Dromedario. Hemos venido a trabajar en equipo, no a que nos hagan las cosas.
P: Desde un punto de vista musical, en No hay historias de fracaso hay un regusto a Dire Straits, a Fito; desde uno literario, al ya citado Robe, a Kutxi Romero… Habladme de vuestras referentes.
DdF: Has hilado bastante fino, ¿eh? (Risas)
RF: Joder, la verdad es que sí. Me encanta eso que has dicho de Mark Knopfler. Es mi guitarrista estrella. Has sido capaz de ir a unas influencias como más… De repente, te dicen: "Suenas a Fito". Pero a Fito, ¿qué le gusta? Luego, la banda le pone mucha personalidad a las cosas que hace. ¿A nivel literario? No sé, no soy un tío que lea especialmente. Me gustan mucho las letras que me cuesta digerir, que necesito escuchar muchas veces.
P: En "Una casa en ruinas" canta Pau Donés. ¿Cómo se fragua esa colaboración?
DdF: Esa canción quedó grabada sin Pau Donés y Alén Ayerdi, el Sherif (risas), nos dijo que no veía a otra persona que no fuera Pau Donés cantando esa canción. Nosotros dijimos: "Pues claro, es perfecta para él. ¿Y ahora qué coño hacemos?". Él y toda la oficina se pusieron a buscar el contacto. Lo fundamental es que cuando la canción le llega a Pau Donés, esta le encanta. Ves que, como artista, es un tío muy grande; pues también como persona. Todo lo ha hecho de mil amores. Nos hemos encontrado con una persona excepcional.
RF: Si la canción no le hubiera gustado, se podría haber inventado cualquier excusa. La primera vez que hablé con él, le dije: "No sé si llamarte Pau Donés o Willy Fogg". No para. No hace giras muy largas, seguramente porque su estado de salud no se lo permite, pero se va a México, vuelve, se hace una minigira por Italia, luego se pira a Nepal… Ha puesto mucho cariño, preocupado por poner su impronta y hacerlo superbonito. (Piensa) Alén también dice que nosotros somos gente muy cariñosa. Para nosotros es muy importante que, cuando te vayas de entrevista, digas: "Joder, qué rato tan bueno he pasado con esta gente". Pau creo que se ha llevado esa sensación, y no descarto que volvamos a hacer cosas con él.
P: ¿Cuántas de esas cosas que no pueden ser os han sucedido como grupo?
RF: ¡Todas! Esa canción se llamaba "No hay historias de fracaso", pero no queríamos darle tanta importancia a una canción sólo. De hecho, hemos tenido benditos problemas en el sentido de que tenemos muchos singles en el disco. Entonces, a Kutxi le pedimos que nos hiciera un orden de disco, él tiene mucha intuición para eso. Él me pasó uno. La primera era "Me asustan las despedidas", la segunda "No hay historias de fracaso"… Le cambié el título por "Me acuerdo de tus labios". Kutxi me dijo: "Está guay que quieras ser tan reflexivo, peero…". Yo estaba bloqueado y le dije: "Elígelo tú". Y puso "Las cosas que no pueden ser".
DdF: Alguien nos dijo: "¿No os dais cuenta de que estáis viviendo un sueño?".
RF: Es como si fuera un cuento.
P: De todo lo que habéis aprendido, ¿qué desaprenderíais?
DdF: No hemos llegado al punto de desaprender. Desaprendes cosas que te han llegado y has asumido pero sin darte cuenta. Cosas de la televisión, de la sociedad… Cuando te haces mayor piensas: "Pues esto que estaba tan claro, ahora no lo está". Todavía no estamos en ese punto. Estamos en un momento de exprimir todo lo que tenemos alrededor, absorbiendo de todo lo que nos rodea.
RF: Tenemos la suerte de aprender de gente que sabe mucho. Se puede viajar en un trasatlántico como Marea, y bajarte a una barquita con unos remos, que se llama Ciclonautas, y tocar con la misma pasión. O que tíos como Robe o como Pau, que viajan también en trasatlánticos, se monten en un dos caballos y sientan exactamente lo mismo.
P: En "Las arrugas de mi voz", cantáis: "Han condenado a los poetas, / pintan con tiza sus celdas / y no les dejan salir".
RF: Me han dicho que no somos especialmente políticos. Mira, el que quiera entender, que entienda. Después, la canción dice: "El inventor hace horas extra / va buscando la manera de hacerte un rato feliz". Buscamos hacia fuera, y los sábados vamos a los centros comerciales, a comprar una lavadora que centrifugue más rápido, o un Mac con la manzanita… Uno tiene que explotar desde dentro y ver las cosas desde dentro. Cuando uno tiene una pasión, cuando la cosa se pone complicada, hay que huir hacia adentro.
P: En esa misma canción, encontramos: "Son las arrugas de mi voz las que me han hecho mayor, pero sirven de refugio".
RF: Sí. El mundo se ha hecho tan pequeño que tú puedes coger un avión e irte a cualquier sitio del mundo. Hace dos días estuve en Lisboa y me encontré a un tío de mi pueblo. Hay que huir hacia dentro. Le digo siempre a mi hijo: "¿cuál es el vehículo más rápido del mundo?". Él responde que el avión, y yo le digo que no, que la imaginación. Hay que tener un refugio, el mundo se ha vuelto demasiado loco, donde protegerte y hacer tus cosas.
P: Finalmente, ¿cuáles son esas "aristas de la soledad" que aparecen en "Un rastro de migas"?
RF: Los americanos salen de casa y son un personaje; a nosotros nos da todo como vergüenza: yo vengo del pueblico… Las aristas de la soledad es: ¿cómo eres tú en realidad, cuando te quedas sólo contigo mismo? Es como decir: no está bien visto hablar de tus miedos, porque hay que aparentar…
P: Ser un instagramer.
RF: ¡Sí! "Estamos ahí en tal sitio, comiendo tal…". Hay un montón de aristas: hoy creo que soy majo, mañana que soy un borde, ahora soy optimista, dentro de cinco minutos pesimista… La canción dice que la única manera en que me siento seguro de hablar de mis miedos es cuando los canto, cuando la gente se identifica con ellos. Si los cuentas de igual a igual, da la sensación de debilidad. Parece que, hoy en día, tenemos que fotografiarnos comiéndonos la paella que en realidad es del vecino (risas), con la rubia alemana que nos acabamos de encontrar, que no la conocemos de nada y que no volveremos a ver.