Nat Simons (Madrid, 1985) irradia –sí, ese es el verbo– una pasión por la música libre de imposturas, casi inocente, sin destilar. Su conversación se desborda cuando habla de hacer canciones, de subirse al escenario, de los artistas a los que admira. Y ese torrente discursivo, por feliz –y por empático: reconozco que compartimos ídolos–, es contagioso. LD se cita con ella para charlar sobre su segundo LP, Lights (Dromedario Récords, 2018), producido por Gary Louris y grabado en Carolina del Norte, que verá la luz el próximo 23-F. El disco está compuesto por diez piezas que parten de una base musical muy americana –aunque más mestiza que en sus anteriores trabajos– y por las que transitan un puñado de reflexiones que nacen en la "vida adulta y madura".
Esas palabras son suyas, que conste.
P: Nat, ¿cuál es su discurso?
R: En este disco, aunque cada canción cuenta una historia, sí que tienen cosas en común. He llegado a la vida adulta y madura y he hecho algunas reflexiones. En estas canciones he mirado al pasado, me he dado cuenta de cosas… y todo por dedicarme a la música. En Lights, a diferencia del anterior, he cambiado bastante el discurso. He llegado a un punto en el que me he dado cuenta de muchas cosas.
P: Acaba de fichar por Big Star Music, ha grabado su último disco en EEUU, actuará en el Primavera Sound y en Sonorama… ¿cómo ha llegado hasta aquí?
R: ¡Uff! Desde el principio, en mi historia, todo ha pasado sin premeditar… hasta ahora, que ha llegado Big Star, hay un proyecto, y se siguen unos puntos. Nunca dije: "Voy a dedicarme a la música". Pero ciertas casualidades y muchos puntos mágicos y bonitos me llevaron a darme cuenta de que esa era mi vocación. Es una historia preciosa, me parece tan peculiar… Por ejemplo, yo, antes de dedicarme a la música, hacía todo tipo de cosas artísticas. Me llevaron a la radio a leer poesía y dije: "He hecho todo menos cantar". Esa frase me condenó. Poco después, vi el documental de Dylan de Scorsese.
P: No Direction Home.
R: Sí. Luego subí unas canciones a MySpace y vino Manifesta Records para ficharme. Poco después, me nominan en los premios Pop Eyes de Cáceres. (Piensa) Llega un punto en que no puedo soltar la música. He llegado hasta aquí así, con pasión y sin pensar.
P: Un cantante se puede fabricar –tenemos muy reciente la resurrección de Operación Triunfo-, ¿pero se puede fabricar un artista? Entendiendo "artista", claro, como una "persona dotada de la capacidad o habilidad necesarias para alguna de las bellas artes".
R: Creo que se puede trabajar un talento, pero si no hay algo de base… Yo empecé por instinto, porque lo tenía ahí dentro. Y luego sí lo he trabajado, me he profesionalizado, he currado. Se puede trabajar en la técnica, pero si es simplemente una carcasa, eso, al final, puede funcionar un poco, pero no llega a nada. Al final se destruye: es una carcasa. Debe haber algo muy fuerte dentro. (Piensa) Yo empecé a componer con tres acordes porque quería hacerle una canción a Bob Dylan. Me acuerdo de la primera vez que me subí a la Galileo: sólo sabía tocar tres acordes. Pero la pasión es la base.
P: ¿Ha cantado siempre lo que ha querido?
R: Siempre, sí, sí. Vamos… Ya te digo: mi primera canción fue porque le quería cantar a Dylan. Era una cosa muy personal. ¿Quiénes conocemos a Bob Dylan? Un circuito muy nuestro y poco más. Ahora, con este disco, me doy cuenta de que quería decir muchas cosas. Y dejo ciertos mensajes, como el de la libertad.
P: Hablemos, pues, de la libertad. En "You Just Can’t Imagine", incluida en Lights, canta: "La libertad comienza en tu mente / pero tú no puedes imaginar".
R: En esa canción, hago una mirada al pasado. Digo: "Joder, me he dado cuenta de que en mi infancia, en mi adolescencia, no estaba pensando en qué voy a hacer mañana". Vivía el momento. Ahora, en mi vida adulta me veo inmersa en una mierda de estrés. ¿Por qué no volvemos a eso? Me doy cuenta de que con la música he vuelto a revivir esas épocas, esa libertad de olvidarte de todo: tocar, disfrutar de la adrenalina… Es como si le dijera a alguien: "¿no te das cuenta? ¡No te lo puedes ni imaginar!".
P: "El conocimiento nos hará libres", canta en "Happiness".
R: Eso es una pulla muy fuerte (Risas). Cuando llegas a la madurez piensas: "¡Qué de tonterías nos tragamos! ¡Hay que vivir, la vida se te va así!". Gracias a que he apostado todo por la música, me he dado cuenta de esa felicidad en la que hablo en "Happiness": los sitios a los que he viajado, la gente a la que he conocido… La gente está acojonada de hacer lo que realmente desea. Está muerta de miedo. Lo veo en mi alrededor, no te hablo de la tele: en mis amigas, mi familia… Para mí, no es tanto el dinero, el conocimiento, saber cómo vivir de una manera inteligente.
P: ¿Nos da más cada vez más pereza pensar o conocer y, por ende, cada vez somos menos libres?
R: ¡Claro! Somos menos libres pero porque nosotros mismos nos encerramos en una cárcel. Es absurdo. Parece que lo que está bien es lo que dice la gente. Tienes que mirarte primero a ti mismo, indagar en lo que quieres. Es una manera de ver la vida, y yo me he dado cuenta con la música. La música me ha enseñado todo esto.
P: Su último single, "People", es una especie de bofetón placentero: duele, pero a la vez gusta. En primer lugar, canta que sus ojos "lo han visto todo". ¿Qué han visto sus ojos?
R: Es curioso. Ahí me pongo en los ojos de otra gente. Es una mirada desde mi perspectiva, pero también como si fuera alguien que vive en un sitio horroroso, como si hubiera nacido en una guerra. Mira la sociedad como está, la mierda que hay, y dice: "¿qué me queda por ver?".
P: Me recordó al "Political World" de Dylan.
R: Totalmente. Están unidas. Son miradas críticas de la sociedad. Es poner la tele y ver las noticias: la gente que nos roba, qué decepción… No tienes hijos, y la gente te mira mal… Es un conglomerado de todo eso que a mí me ha llegado y me ha afectado. Es una mirada crítica general, no quería centrarme en ningún tema. ¿Qué le pasa a la gente? ¿Se le está yendo la olla?
P: Basándome en "Endless Summer Road", ¿a qué "monstruos y lobos" persigue?
R: ¿Ahora? ¡Joder! (Risas)
P: Ya sabe que no caigo en preguntas del tipo "por qué este tipo de música" o "cuáles son sus músicos favoritos".
R: (Risas) Ya, ya. Me hace gracia esa pregunta. Esa canción habla de esa imaginación de cuando éramos pequeños, pero ahora sí perseguimos a monstruos reales. Para mí, el monstruo real es luchar contra cosas mías propias. Por ejemplo, me como demasiado la cabeza con las cosas. ¿Por qué? La vida es más simple. Intento tomarme la vida más relajada, relativizar, que no me afecte tanto el exterior. Luego lo pienso y digo: "Si fuera así, no escribiría nada".
P: Vamos terminando. Bonito guiño a Dylan en "The Way It Is".
R: ¡Bueno, claro! ¡Tenía que estar! En este disco me alejo un poco de Dylan. De hecho, esto te lo voy a decir a ti, que sé que eres muy fan de Dylan, pero estuve una época sin escucharle. Quise alejarme, desintoxicarme de él un poco… Pero nunca quiero alejarme del todo. De ahí el guiño.
P: ¿Cree que dejará los discos de tostones, digo, de versiones para volver a hacer canciones de su puño y letra, o lo damos ya por perdido?
R: (Risas) Creo que lo va a hacer cuando menos lo esperemos. Lo hará por joder. (Risas) Espero que dure más Dylan. Mira a Tom Petty.
P: Han sido años muy fúnebres: Bowie, Prince, Cohen, Petty…
R: Sí. Ah, y esto te va a hacer ilusión, tú que eres muy de Nick Cave: en "No one compares", en los arreglos finales, pedí que se inspiraran en "Jubilee Street".
P: Gracias por la exclusiva.
R: A ti por este rato.