La reacción de muchos catalanes que no se sienten ni nacionalistas ni mucho menos secesionistas viene en los últimos días respondiendo a las caceroladas de los seguidores de Puigdemont cantando un pasodoble vibrante, que popularizó Manolo Escobar: "Y Viva España". Incluso un barcelonés de la calle de Balmes lleva un par de semanas desde su terraza difundiéndolo a través de un potente altavoz, que si bien le ha llevado a enfrentarse con algunos vecinos, con otros ha encontrado el eco preciso para contrarrestar los ruidos de aquellos que no se sienten españoles.
Es el caso curioso que tal pasodoble, como sin duda saben muchos, lo escribieron dos belgas: el compositor Leo Caerts y el autor de la letra Leo Rozenstrater. Y aquello tan repetido de "Entre flores, fandanguillos y alegrías, nació mi España la tierra del amor…". Para luego repetir un estribillo harto sabido: "Y Viva España…". Pero esa letra, el citado Rozenstrater la vertió en su idioma, el flamenco (no confundirse, claro está, que es el otro idioma de los belgas). Y fue estrenado por una desconocida para nosotros Samantha. En principio, todo indica que esa grabación era para consumo de sus compatriotas. Pero acabaría siendo conocida tanto por los belgas como otros turistas que viajaban a nuestro país.
Los directivos de la discográfica Belter, ya desaparecida, con sede en Barcelona, conocieron la mencionada grabación y el responsable del repertorio musical de esa firma propuso a su artista más prolífico, que vendía miles y miles de discos ya en la década de los 60, Manolo Escobar, que grabara lógicamente en español su versión de tal pasodoble. Atendiendo la petición, el almeriense escuchó la pieza y se quedó ídem: es decir, de piedra. "¡Esto es populachero, no me gusta nada, es como un viva Cartagena! Si grabo ese pasodoble de unos extranjeros mis "fans" me machacan, me dicen que he perdido la chaveta… ¡De ninguna manera! No lo grabo". Insistieron los de su casa de discos, con una fe a machamartillo de que el tema en cuestión iba a ser un bombazo. Y Manolo Escobar, que además tenía un porcentaje como socio de Belter, acabó por caerse del burro y aceptó, de mala gana desde luego, grabar el susodicho pasodoble. Se editó en 1972. A las pocas semanas sonaba en todas las emisoras de radio españolas. Y repetimos que, gran cantidad de "guiris" que nos visitaban adquirían un ejemplar de "Y viva España!" Y hasta tarareaban el estribillo en los autobuses que los trasladaban a una plaza de toros o a una fiesta flamenca. A día de hoy, del disco se han vendido más de diez millones de copias. Hasta en Japón se conoce este pasodoble.
No obstante el éxito indiscutible, pasados unos años, en 2006, Manolo Escobar nos reconocía que había quitado de su repertorio, siempre que el público no se empeñara en que lo cantara, "Y viva España". Y lo argumentaba de la siguiente manera: "Es ya de otro tiempo…". Dos años después la selección española de fútbol ganaba el campeonato de Europa. Y más tarde era campeona del mundo. Y en la calle, en bares, en todas partes y por supuesto en los estadios, los aficionados entonaban "Y viva España". Al no tener el Himno Nacional letra alguna el pasodoble citado venía a ser como un himno oficioso. Que en circunstancias como las actuales sirve para reivindicar el patriotismo de cuanto nos sentimos españoles y lo cantamos a pleno pulmón a ritmo de un género musical que nos identifica: el pasodoble.
Coincide ahora la emoción que se siente al escuchar –y cantar– "Y viva España" con el cuarto aniversario de la muerte de Manolo Escobar, acaecida en su casa de Benidorm, "El Porompompero", el jueves 24 de octubre de 2013. "Falleció dulcemente, como si estuviera durmiendo, mientras tras pasar dos días sin dolores ni quejas hablaba con toda su familia", recordaba su sobrino y representante, Gabriel García (quien por cierto lee a menudo "Chic"). La figura de uno de los más populares cantantes de todos los tiempos no se ha extinguido en la memoria de millones de españoles. Los que nos recreamos escuchándolo, una y otra vez, y más en estos tiempos complicados por la actitud de esos catalanes que no se sienten compatriotas nuestros. ¡Qué viva España!