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Miguel Hernández: las voces que lo han cantado

En el 75 aniversario de la muerte del poeta, Carmen Linares ha incorporado a su repertorio flamenco una selección de sus poesías.

Este 28 de marzo se cumplen tres cuartos de siglo de la muerte de Miguel Hernández en la prisión de Alicante. Tenía treinta y un años. Dos antes, en 1940, fue juzgado en un Consejo de Guerra, y condenado a muerte. Le conmutaron la última pena gracias a las gestiones cerca del general Franco de un grupo de intelectuales, entre los que se encontraban José María de Cossío, Rafael Sánchez Mazas y José María Alfaro, a cambio de treinta años privado de libertad. Su salud, a causa de las penosas circunstancias por las que atravesó en su estancia en varios centros carcelarios (Palencia, Torrijos, en Madrid) fue empeorando hasta contraer una tuberculosis, que lo llevaría a la tumba. En vísperas de su óbito pidió ver a su esposa por última vez, Josefina Manresa, pero el director se lo prohibió, alegando que no estaban casados. Accedieron ambos a la ceremonia religiosa de su boda celebrada el 4 de marzo de aquel funesto 1942. Veinticuatro días más tarde, de madrugada, Miguel Hernández expiraba. Sus últimas palabras, fueron: "¡Josefina, hija, qué desgraciada eres…!"

En Orihuela, su ciudad natal, puede visitarse la casa donde viviera sus primeros años, en cuyo patio interior se conserva la higuera que inspiró muchos de sus poemas. Algunos de sus versos, treinta años más tarde, serían llevados al disco, previamente musicados, por uno de nuestros más celebrados cantautores, Joan Manuel Serrat, al que nos referiremos más adelante, como a otros nombres relacionados con la obra del pastor-poeta alicantino.

Es ahora, setenta y cinco años de la desaparición de Miguel Hernández, cuando una selección de sus poesías sirven de argumento para que una gran cantaora, Carmen Linares las haya incorporado a su rico repertorio flamenco. Este último trabajo lleva por título Verso a verso y reúne entre otros poemas cantados "Andaluces de Jaén", con sones mineros que le eran tan afines por su cercanía geográfica al poeta; "Compañero" (que es la "Elegía a Ramón Sijé", con aquellos versos últimos "Compañero del alma, compañero"); "Llegó con tres heridas"; "El niño yuntero", por malagueñas…

Considera Carmen Linares que buena parte de la poesía hernandiana tiene aires flamencos, y que muchos de sus versos poseen una métrica fácilmente adaptable a sus cantes. Se cuenta que el propio Miguel llegó a escribir unas letras para que las cantara un flamenco de su tierra, donde tanto gustan las tarantas. Familiarizada se encuentra esta gran artista con nuestros más populares poetas, que hace tiempo recogió en algunos de sus recitales flamencos poemas de Juan Ramón, Lorca y Alberti. Y acerca de Miguel Hernández estrenó hace seis años un espectáculo basado en su obra poética: Oásis abierto. Rinde de paso también homenaje a Enrique Morente, el primer cantaor que se acercó al creador oriolano. C

Carmen Pacheco Rodríguez, que acaba de cumplir sesenta y seis años el pasado 25 de febrero, se convirtió en Carmen Linares por sugerencia de su paisano, Juanito Valderrama, en alusión a la ciudad natal de ella. Considerada una de las más grandes cantaoras, en la línea de la legendaria Niña de los Peines, está casada con el flamencólogo Miguel Espín y es madre de tres hijos, el mayor de igual nombre que el padre tiene treinta y siete años y acompaña con la guitarra a su madre; la menor, Lucía, de veintinueve años, es actriz. Estos días y hasta el 14 de mayo Carmen Linares representa en un teatro madrileño "Séneca", obra dramática que Antonio Gala escribió hace treinta años, donde incorpora el papel de Helvia. Es su debut como actriz pero también intercala varias canciones flamencas. El texto dramático es una reflexión sobre la ética, el sexo y el poder.

Harto sabido es a estas alturas que Miguel Hernández estuvo prohibido por la implacable censura, lo mismo que había ocurrido con Federico García Lorca. Tendrían que pasar casi tres decenios para que su poesía pudiera leerse libremente en nuevas ediciones, y no en otras fuera de la circulación, o aquellas otras que procedentes de Argentina, de Losada, se encontraban en una especie de mercado negro literario. Y el primer cantautor que en España musicó al poeta oriolano fue un paisano suyo levantino, de Valencia: Paco Ibáñez, que se había marchado a París huyendo del franquismo y a su vuelta, en 1968, con la aureola de que en Francia había puesto música a poetas españoles del Siglo de Oro tuvo la suerte de que la censura no le dijera nada cuando ante las cámaras de Televisión Española estrenó "Andaluces de Jaén", tomando el poema Aceituneros de Miguel, al que puso una acertada música:

Andaluces de Jaén
aceituneros altivos
decidme en el alma ¿quién?
quién levantó los olivos.

No sólo Paco Ibáñez estaba por entonces interesado en cantar a nuestros poetas, clásicos o contemporáneos: también el argentino residente en España Alberto Cortez mostró por entonces su exquisita sensibilidad, ofreciendo un histórico recital en el madrileño teatro de la Zarzuela, al que tuvimos la suerte de asistir. Y en esa época fue cuando puso música a uno de los mejores poemas de Miguel Hernández: Nanas de la cebolla. Ya saben:

La cebolla es escarcha
cerrada y pobre
escarcha de tus días y de mis noches…

Transcurría el mes de septiembre de 1939 cuando el poeta encarcelado, tras recibir una patética carta de Josefina, su mujer, en la que le contaba que sólo podía ofrecer pan y cebolla a su hijo para que se alimentara, le contestó con esos versos llenos de lirismo, que escondían por supuesto la impotencia:

En la cena del hambre
mi niño estaban,
con sangre de cebolla
se amamantaba.
Pero tu sangre
escarchada de azúcar,
cebolla y hambre…

De los poemas de este autor llevados al disco posiblemente sea el más divulgado. No se olvide la espléndida versión que hizo Serrat ni tampoco la que posteriormente grabó el grupo onubense Jarcha en los años de la Transición.

Es imprescindible que indiquemos lo siguiente: ni la actuación televisiva de Paco Ibáñez y su disco ni tampoco el recital de Alberto Cortez, con ser pioneros en cantar a Miguel Hernández, mérito que ha de constar aquí, desde luego, lograron el impacto que obtuvo a partir de diciembre de 1972 el cantautor catalán con su álbum que llevaba el nombre y apellido del poeta. Joan Manuel Serrat, nada proclive a colocarse medallas, diría andando el tiempo: "'Para la libertad' se ha considerado canción protesta durante mucho tiempo".

La mayoría de españoles, que no habían leído jamás al poeta, se aprendieron con el disco estas estrofas:

Para la libertad sangro, lucho, pervivo.
Para la libertad mis ojos y mis manos,
como un árbol carnal, generoso y cautivo,
doy a los cirujanos…

Incluyó también las Nanas de la cebolla musicadas por Alberto Cortez, quien no pudo grabar su creación hasta 1975, es decir, tres años después que el Noi. Sobresalían, cómo no, "Menos tu vientre", y "El niño yuntero", con aquellos versos alusivos a la dura faena en el campo de un crío. Trasunto del propio poeta, que también se vio obligado a temprana edad a cuidar de sus cabras, en tanto se subía también a los árboles, provisto de cuaderno y lápiz donde ir alumbrando sus poesías.

Y en este repaso, desde luego superficial por falta de espacio, no hemos de olvidar a otros cantautores como el extremeño Pablo Guerrero, que tardó en grabar su disco Tierra", porque en 1971 le prohibió la censura ocuparse de M.H. Fue el año en cambio en el que Enrique Morente si vio editado su álbum, Homenaje Flamenco a M.H., a base de bulerías, granaínas, soleares y tientos. Al otro lado del Atlántico, el chileno tan perseguido por las fuerzas pinochetistas Víctor Jara hizo también su versión de "El niño yuntero" en su elepé El recado de vivir en paz. Aumentando esa lista, que seguirá desde luego incompleta, valgan otros nombres que cantaron a Miguel Hernández, a saber: Ana Belén y Víctor Manuel, Adolfo Celdrán, Luis Cilía, Elisa Serna, Amancio Prada, José Antonio Labordeta, Luis Pastor, Olga Manzano y Manuel Picón, Joan Báez, Nana Mouskuri… Y los flamencos Miguel Poveda, Arcángel, Pitingo, Camarón de la Isla… También figuras del baile mientras sonaban algunas voces de los mentados: María Pagés, Eva Yerbabuena, La Tati, el guitarrista Rafael Riqueni…

Es muy posible que a García Lorca lo hayan llevado al disco, a la música en general en otros formatos de cámara o de ballet, mayor número de veces que otros poetas populares españoles. Pero, después que él, y en mayor medida que otro de los más grandes, Antonio Machado, creemos por la investigación que hemos realizado, que Miguel Hernández le sigue en cantidad de grabaciones registradas. Lo que lo convierte en un poeta del pueblo en pleno siglo XXI, cuando ya lo era en sus comienzos. Bien sentado que entonces no le hacían mucho caso entre la cátedra intelectual instalada en Madrid, si hacemos excepción de algunos pocos nombres que le brindaron su amistad y apoyo, representados si sólo damos uno por Vicente Aleixandre, que lo acogió benévolamente en su casa de Velintonia, donde parece se cruzó un día con Lorca, quien le dio de lado. Digamos que, lo escuchen más en disco que lectores tenga, Miguel Hernández sigue vivo y recordado. En particular estos días, a los setenta y cinco años de su desdichada muerte.

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