El año 2016 parece empeñado en que lo recordemos como uno de los más desgraciados en el mundo de la música. Aún retumbaba en nuestros oídos la muerte de Leonard Cohen (eco de otra igualmente significativa, como es la de David Bowie, acaecida a comienzos del año), cuando nos sorprende la noticia de que se ha ido George Michael. Con 53 años, nos deja un artista que será recordado por muchas cosas, tantas como giros y éxitos se esculpen en su carrera.
En primer lugar está el icono pop, un chico de Londres que revienta las listas de pop con tan solo veinte años, como parte de la formación Wham!, junto a su amigo Andrew Ridgeley. Tan solo tres discos de estudio contemplan a este grupo que, sin lugar a dudas, acaparó las posiciones más altas de las listas de ventas, tanto en Reino Unido como en el mercado estadounidense. Sólo hay que echar un vistazo a las cifras de su segundo álbum, Make it Big, para darse cuenta de la importancia de la formación en el contexto del pop de la época. Y aquí no podemos olvidar que sus contemporáneos en estas lides eran absolutos iconos como Madonna o Michael Jackson… casi nada. Ese primer legado comprende hits para escuchar sin complejos (I’m Your Man, y Wake Me Up Before You Go-Go son buenos ejemplos), canciones "de temporada" (como el villancico más popular de la década, Last Christmas, y la aparición en el proyecto Band Aid con la canción Do They Know It’s Christmas?), además de baladas en las que se adivinaba un talento para el soul que no tardaría en despuntar, representadas por la recientemente rescatada en el film Deadpool, Careless Whisper.
Pero George quería más y mejor: anhelaba escapar de un cliché de ídolo juvenil, y fue buscando un rumbo a seguir, amparado en el éxito de Careless Whisper, que funcionaba ya como su primer single en solitario. Llegaron proyectos en formato de colaboraciones y duetos junto a inmortales del género, como Aretha Franklin, en un preludio de su primer disco, Faith. Un disco que fue una bomba en cuanto a su repercusión en crítica y público: si aún quedaba alguna carpeta sin forrar con su cara, ese reducto cayó con Faith. La gira fue una de las más exitosas a nivel mundial, y en una época en la que al pop se le otorgaba más credibilidad artística, su trabajo como compositor, productor e intérprete no pasaron desapercibidos entre la prensa especializada. Temas sobre autoafirmación, como el que titulaba el álbum, se alternaban con otros de compromiso social, reflexión interna o, simplemente, sexo y provocación (I Want Your Sex tuvo, sin duda, un eco enorme). Sin embargo, seguía queriendo algo más, o al menos diferente: el respeto que su madurez musical merecía.
Este motivo le llevó a desaparecer de sus vídeos musicales, dejando a un lado el aspecto que le había hecho ganar millones de fans, y centrándose en mostrar su evolución como artista. Su siguiente disco, Listen Without Prejudice Vol.1, daba un nuevo paso en su camino, mostrando a un George Michael en forma, aunque sin el boom tan grande que acompañó a Faith. En cierto modo, su búsqueda sufría un revés, a pesar de pasar de los ocho millones de copias vendidas del disco. Su liberación artística se plasmaba en el single Freedom ‘90, con el que cortaba los lazos a su anterior alter ego escénico: a decir verdad, con este sencillo se convirtió en el ejemplo a seguir para aquellos artistas que demandaban un respeto que la música pop comercial parecía negarles. Incluso Robbie Williams le pidió grabar su propia versión del tema para iniciar su carrera en solitario, al dejar Take That.
Los noventa le contemplaron como posible relevo de Freddie Mercury en Queen, con los que grabó un más que respetable directo, aunque la opción quedo descartada poco después: Freddie era, simplemente, insustituible. Tardó en retomar su actividad al más alto nivel, pero pudo comprobar cómo su talento seguía siendo reconocido en la reacción a su desgarrador single Jesus to a Child, dedicado a la pérdida de su pareja. Su buen hacer le llevó de la balada soul al éxito discotequero, grabado bajo el título de Fast Love, parte del Older de la segunda mitad de la década. Poco después, su condición sexual se hacía pública de un modo tan injusto como liberador, al ser arrestado por "conducta indecente" por un agente de policía encubierto. Su venganza, el himno a la libertad sexual llamado Outside.
Durante los últimos años, su obra seguía teniendo empuje y sus retornos a las giras contaban con un respaldo enorme: si bien sus trabajos se espaciaban entre sí, nunca pasaban desapercibidos, construyendo una cima tan sólida desde el punto de vista musical como toda la base que había dejado atrás. Sus circunstancias no empañan un trabajo que, fuera de modas, estilos y épocas, presenta una factura impecable en su conjunto. 53 años que son, por supuesto, parte de la Historia (con mayúsculas, por supuesto) de la música contemporánea.