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"Clara", la canción sobre la droga que conmovió a España

Se cumplen ocho años del fallecimiento, a los 58 años, del cantautor valenciano Joan Baptista Humet. 

Humet | Archivo

Del pasado solemos ocuparnos de gentes que marcaron una época. Y el olvido perdura de aquellos otros que pasaron de puntillas, aunque nos dejaran alguna joya que debiera permanecer. Es el caso de Joan Baptista Humet, un cantautor brillante, lleno de sensibilidad al que imagino pocos recuerdan. Me gustaría equivocarme, porque dio a conocer una bellísima canción que, creo por vez primera en nuestra discografía, abordaba el negro asunto de una joven sumida en el mundo de la droga: "Clara".

Con ella, Humet, que no era precisamente un intérprete de los llamados "comerciales", sino más bien minoritario, para espíritus capaces de valorar unas letras poéticas aunque nada complicadas, llegó al número 1 de las listas de éxitos de 1980:

Clara a la deriva
no tuvo suerte al elegir la puerta de salida….
Esa madrugada
Clara naufragó
tenía el mar del miedo en la mirada
las ropas empapadas
y el suelo por almohada
y lentamente amaneció.

Impactó. Sobresalía un atractivo silbido. En una historia basada en una amiga suya, que en realidad se llamaba Paca. La había conocido en Madrid, intimó con ella, dejaron de verse y pasado un tiempo alguien le informó que la había visto tirada un día en el suelo, inconsciente, mientras pasaba gente a su alrededor indiferente a su presencia. Fue cuando, conmovido, Joan Baptista Humet decidió evocarla en una canción. Creyéndola muerta, como así pensaron muchos de los que se emocionaron al escucharla. Pero resultó que años después se la reencontró; Paca, la que simuló llamándola Clara. Se había rehabilitado. Entonces, él, reconoció haberse equivocado, aunque ¡bendito error!, pues de otro modo no existiría uno de los más bellos testimonios sobre quienes padecen ese nefasto vicio, el de la enfermedad que lleva a la tumba a tantos desgraciados.

Si traemos hoy a colación la vida y obra de Joan Baptista Humet lo hacemos con ocasión del octavo aniversario de su muerte, acaecida en Barcelona el 30 de noviembre de 2008. Sólo contaba cincuenta y ocho años, llevaba tres retirado, con la amargura de que las casas de discos lo habían postergado y en consecuencia el público ya hacía temporadas que no se acordaba de él, en la época que lo único que parecía existir era la generación de la movida, grupos sobre todos en otra onda musical bien lejana y distante de la que él cultivaba.

Hijo de una familia numerosa de un fabricante de tejidos, estudió tres años de Arquitectura pero acabó abandonando la carrera impulsado por su otra vocación, la de contar historias compuestas por él mismo, letra y música. A ello había contribuido uno de sus abuelos, director de una banda local, el tío Batisté, al que visitaba todos los veranos en Navarrés, pueblo valenciano de tres mil habitantes del que era oriunda su madre.

Despedido al cantar en castellano

Los primeros pasos como cantautor en lengua catalana estaban impulsados por su admiración hacía Joan Manuel Serrat, con quien llegó a compartir escenario. Pero resultaba evidente que no debía imitarlo ni tampoco proseguir en una línea parecida, por lo que optó pedir ayuda al representante de Lluis Llach, logrando ser aceptado por el autor de "L´estaca" para servirle en sus recitales de telonero. Llegó un momento en el que Joan Baptista Humet decidió componer y cantar en castellano lo que fue causa de que el entorno de Llach optara por despedirlo, aunque con buenas maneras, porque ya entonces no respondía a los postulados de la llamada Nova Cançó, movimiento que englobaba a cantautores decididos a impulsar el uso y escucha de la lengua de Jacinto Verdaguer.

Entre las primeras composiciones de su nueva época resaltaba la titulada "Gemma", donde con exquisitas maneras, como siempre en él, reflejaba la dolorosa experiencia de su hermana, ocho años menor que él, víctima de la poliomielitis, condenada a vivir en silla de ruedas.

Los temas que luego fue desarrollando discurrían siempre por la línea sentimental, romántica, aunque rozando en otras ocasiones la autocrítica, como en "Que no soy yo", título que hizo fortuna entre sus seguidores. En 1973, durante su estancia en Palma de Mallorca para cumplir con sus deberes en la mili se enamoró de una valenciana llamada Loli, con la que contrajo matrimonio. Tendrían dos hijos. En 1976, cuando su nombre era muy reconocido entre los críticos y saboreaba sus primeros éxitos, tuvo parte en las representaciones de un musical en catalán, "Granja animal", según la famosa novela de George Orwell.

Era 1976. Por entonces publicó su segundo elepé donde destacaba Terciopelo, acerca del erotismo que afloraba en una sociedad ya más libre entre nosotros. En adelante iría sumando otras creaciones notables como "El extranjero", donde exponía su manera de ser y pensar, no sintiéndose atado a ninguna parte; la menos trascendente "Y tú disimulando", "Otoño en Navarrés", que era un homenaje a sus ancestros por vía materna…

Era 1981 cuando adquirió una roulotte con la que hizo una gira por toda España. A Joan Baptista Humet había que escucharlo mejor en espacios reducidos, íntimos, por la naturaleza de su repertorio. Por eso, como apuntábamos al principio, al sobrevenir el boom musical de los grupos pop-rock en esa década, su casa discográfica, como el resto, optó por olvidarse de la mayoría de los cantautores. La medida no afectó a los consagrados Serrat y otros, pero sí a Humet quien se vio poco menos que obligado con treinta y seis años, mediado ese decenio de los 80, a retirarse de la canción, toda vez que su último álbum, Sólo soy un ser humano no le reportó los logros apetecidos.

Modesto, tímido y extraño cuando era el protagonista

Hablé en distintas ocasiones con él, y siempre me pareció un chico sumamente correcto, que se sentía extraño cuando era protagonista en la presentación de un disco suyo, modesto y tímido como era. Procuraba sonreír, por pura educación, mas en el fondo yo creía leer en su mirada una cierta melancolía, acaso incluso profunda tristeza que trataba de ocultar, la misma que traslucía en algunas canciones. No era, insistimos, un artista de mayorías, espacios abiertos, de audiencias multitudinarias. Conseguía su compenetración con el público gracias a su fino espíritu.

'Solo bajé a por tabaco'

Y al sentirse desplazado, tuvo que recurrir a montar una empresa de marketing telefónico. Le urgía hacer frente a sus deberes familiares, por entonces separado de su primera mujer, conviviendo con la segunda, Pier, que le daría dos hijos, como la anterior. Aprovechó para dejar de fumar. Irónicamente, dieciocho años después decidió reaparecer con un trabajo que tituló Sólo bajé a comprar tabaco.

Joaquín Sabina lo elogió, confesando ser admirador suyo desde sus principios musicales, y apuntando que lo veía como "un niño con zapatos nuevos". Y, en efecto: sentíase ilusionado, creyendo que sus nuevas canciones reunían la suficiente frescura para interesar al público. El humorista Moncho Borrajo lo ayudó económicamente a sufragar los gastos de la grabación, aparecida en el propio sello del cantautor, Validance. Lamentablemente tampoco se cumplieron sus expectativas. Y no porque la crítica le negara su talento, sino porque le falló la promoción precisa para la suficiente divulgación del disco, en una época ya marcada por la crisis de esa industria, la revolución de las nuevas tendencias tecnológicas. Y él se dio cuenta de que ya no podía competir en un mundo de la música que le era desconocido, cuando los cantautores habían pasado de moda, con las excepciones que se quieran, la permanencia siempre de Serrat, por ejemplo, o la entronización como ídolo del ya también mentado Sabina.

Joan Baptista Humet actuó por última vez en Valladolid el año 2005. Su salud empezaba a deteriorarse y en aquella ocasión se despidió del público soportando los dolores de un tímpano perforado, lo que acusó en el escenario, sin poder adaptarse a los compases del grupo que lo acompañaba. Sin conocimiento de ello, los comentaristas reflejaron en los medios informativos la pobre impresión que les había causado aquel recital. En los años siguientes su debilitado físico se hizo patente, llegando a perder cuarenta kilos. Un cáncer terminal acabó con su vida hace ahora exactamente ocho años. Unos meses antes, en febrero, quiso oficializar sus relaciones con Pier, su compañera, celebrando sus segundas nupcias. Y en una entrevista concedida a El Periódico de Barcelona resumió así su mejor pensamiento: "La vida es ir dejando semillas en los demás".

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