Aute sigue en coma tras sufrir un infarto y ser operado
El cantautor lleva más de un mes ingresado la UCI en un hospital. Este miércoles 13 de septiembre cumple 73 años mientras se debate entre la vida y la muerte.
Triste aniversario para Luis Eduardo Aute, que en vísperas de su setenta y tres cumpleaños viene debatiéndose entre la vida y la muerte en una habitación del hospital Gregorio Marañón de Madrid donde ingresó el pasado 8 de agosto. Desde entonces, y tras ser operado de urgencia, está en coma en la UCI, con un pronóstico muy grave cuando escribimos estas líneas. Por deseo de su familia no se han facilitado partes médicos, y sólo contamos con la certeza informativa de su delicado estado de salud. Había actuado en Huelva cuando, de regreso a Madrid sufrió un infarto de miocardio. Como es de suponer su representante canceló cuantos contratos tenía ese mes y desde luego los del presente, incluyendo una gira por Hispanoamérica en octubre que tanto le ilusionaba.
Por deseo de su familia no se han facilitado partes médicos.
Aute nació en Manila el 13 de septiembre de 1943, hijo de español y filipina. Emparentado por vía paterna con las familias de Concha Espina, la gran escritora y Víctor de la Serna, destacado periodista. Hasta los once años no conoció España. En 1960 le dio por cantar y tocar la guitarra. Como hablaba perfectamente inglés le fue fácil ser aceptado en los primeros grupos pioneros del pop español, entre ellos Los Sonor. Sin embargo no arrancó su carrera de cantautor hasta unos años después, primero como firmante de un par de canciones que cedió a Massiel, "Rosas en el mar" y "Aleluya número 1". Esta última alcanzó el número siete en el "hit parade" norteamericano en la voz de Ed Ames. Luis Eduardo, siempre tímido, inseguro, no se atrevía a interpretar sus composiciones, hasta que su casa de discos lo empujó a ello. Cuando ya se hizo un personaje popular me confesaba: "Si me piden un autógrafo por la calle tengo la impresión de que me desnudan". Monótono como cantante en sus primeros años de actividad fue alcanzando mayor musicalidad cuando se hizo acompañar por un buen conjunto, Suburbano.
En sus comienzos seguía las huellas de Bob Dylan, Georges Brassens, Jacques Brel.
A lo largo de medio siglo, que conmemoró a principios de este año con un álbum recopilatorio, nos ha dejado un ramillete de canciones que, en su voz, adquieren una tonalidad especial. No estamos, insistimos, ante un intérprete de grandes registros, dotado para innecesarios alardes, sino celebrando a un cantautor intimista que en sus comienzos seguía las huellas de Bob Dylan, Georges Brassens, Jacques Brel… Las letras de sus baladas contienen una especial belleza, con rasgos surrealistas, con evidente preponderancia poética. Hay por lo común siempre mensajes en sus temas. Al principio parecía ser un cantante minoritario pero poco a poco, sin que él siquiera lo presintiera, se convirtió en un intérprete de masas, por muy contradictorio que pueda parecer juzgando la naturaleza de sus temas. Desde luego nunca vulgares y tampoco de consumo. Basta recordar algunos de ellos: "Mi tierra, mi gente", "Los burgueses", "Slowly", "Las cuatro y diez", "De alguna manera", "No te desnudes todavía", "Cine, cine", "Dos o tres segundos de ternura", "Una de dos", "Pasaba por aquí"… De ellas, se entresaca por ejemplo en "Las cuatro y diez" la frustración generacional que había padecido, la crónica sentimental de una juventud atenazada por severas normas de moral; en "Al alba" reflejó sutilmente, sorteando hábilmente la censura que aún coleaba a las puertas de la Transición, los últimos fusilamientos del franquismo, encubriéndolos con un toque amoroso, y en "Dos o tres segundos de ternura" pensaba en su mujer, Marichu.
Consecuencia de algunas desgracias que afectaron a la familia de ella fue su trilogía musical "Canciones de amor y muerte", junto a "Sarcófago" y "Babel". Aute pasó en su vida de cantautor por épocas de tintes negros para a partir de 1980 decidirse por una línea más lírica y más variada. Existe un disco muy curioso en el que nos encontramos con un sorprendente Aute: una disparatada grabación titulada "Forgesound", en la que colaboró el dibujante de humor, Forges, y Jesús Munárriz, donde se incluían divertidas piezas alusivas a la vida sociopolítica española: "Sillón de mis entretelas", "¡Ay, Suiza, patria querida!", "Las cabras locas", "Romance del Blasillo"…
Es de los pocos cantautores españoles que goza de la admiración y cariño de sus compañeros, que reconocen su indiscutible magisterio.
El prestigio de Luis Eduardo Aute no sólo lo ha adquirido entre su público: es de los pocos cantautores españoles que goza de la admiración y cariño de sus compañeros, que reconocen su indiscutible magisterio. Serio, a veces demasiado circunspecto, introvertido, es en general afable con todo el mundo, nada divo. En su discografía se cuentan muchos duetos, algunos recogidos en grabaciones en directo junto a su admirado Joan Manuel Serrat, Teddy Bautista, Silvio Rodríguez, Pablo Milanés…
Antes que nada pintor
La personalidad de Aute nos lleva en cierto modo a compararlo con ilustres personajes del Renacimiento, dada la variopinta actividad que viene ejerciendo desde su juventud. Probablemente él se considere antes que nada pintor. Ha expuesto sus obras en una treintena de ocasiones. Luego está su condición de cineasta, en los apartados de guionista y realizador, una de cuyas últimas películas fue a base de dibujos animados. En los primeros años 60, cuando vivía en París, llegó a ser nada menos que, en plan meritorio, ayudante de grandes directores: Max Ophuls, Jean-Luc Godard , Louis Malle y Joseph L. Mankiewicz, con el que trabajó en el rodaje de "Cleopatra". Y está su faceta poética plasmada en una quincena de libros.
La indiscutible popularidad de Aute, no circunscrita solamente en ámbitos intelectuales, no lo ha llevado nunca a ser pasto de las revistas del corazón, publicaciones que por supuesto respeta. Mas en muy raras ocasiones ha aparecido en ellas. Ha sido su vida privada eso, precisamente. Sin escándalo alguno. Casado desde 1968 con María del Carmen Rosado (Marichu) es padre de tres hijos: Pablo Antonio, nacido en 1970, Laura, en 1981 y Miguel, en 1987. No recuerdo haberlo visto en ningún reportaje familiar con todos ellos, exceptuando algunas veces en que le han tomado fotografías con su encantadora esposa.
No se podría comprender la canción testimonial española del último medio siglo sin la figura importante de Luis Eduardo Aute.
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