Juan Gabriel era un personaje. Incluso aunque no hubiera ido así vestido. Una vez le preguntaron si era gay. Fue en 2002 en el programa de Univisión Primer impacto. Tras la pregunta de Fernando Rincón, el cantante respondió "¿A usted le interesa mucho? Pues yo le respondo. Dicen que lo que se ve no se pregunta, mi hijo". Y más tarde, abundando en el asunto: "Yo sé que estamos viviendo tiempos muy difíciles en que la gente es muy curiosa, que quiere saber más allá de la cuenta, pero tampoco la gente es tonta". Así fue. Este es el título de la canción que escribió en 1988 para Isabel Pantoja. Juan Gabriel también era un pedazo de compositor. Pantoja cantó "Así fue" el 2014 en el Bellas Artes de México. Junto al autor. Debe de ser la vez que mejor le ha salido. La orquesta y el mariachi ayudaban.
Cuando Pantoja canta "Así fue" en sus conciertos la gente no para de corearla. Una que gasta poco es "Se me olvidó otra vez", que también es de Juan Gabriel (Grabiel según Paz Padilla y, sobre todo, Raquel Bollo, que debe de tener alguna imposibilidad genética para pronunciar Gabriel). Rocío Dúrcal, la otra niña de sus ojos, la que un día se volvió mexicana, hizo de "Se me olvidó otra vez", que es de 1974, una creación. La hacía ranchera, tirando de torrente de voz (y así es la versión de Pantoja). Los Maná la hicieron suya más tarde. Pero no hay maravilla como la de Olga Guillot. Si la cubana cambió el bolero, la canción de Juan Gabriel la cambió para hacer un bolero de los suyos. Sensual, dramático, desgarrado. Y luego esa letra… Hay un lugar común provocado por Atrapado en el tiempo. Nadie en España hablaba antes de 1993 del día de la marmota. Hace tiempo que es insoportable. Yo tengo mi lugar común. Otro. Exploto mucho "Se me olvidó otra vez". Pero bueno, como escribió Joan Fuster, "siempre dices las mismas cosas. En definitiva, eso es lo que esperan de ti".
"Se me olvidó otra vez" es un clásico cuando he tenido que escribir de lo mismo otra vez, otro año, otro lo que sea. No sé, de Cibeles (se llame como se llame), del Master 1000 de tenis de Madrid, de la crónica de colorín en la Condomina (la plaza de toros) hace mil años. De cuando te da la impresión de que de nuevo estás "en el lugar de siempre, en la misma ciudad y con la misma gente". Y siempre lo oigo en la voz de Olga Guillot.
El 11 de septiembre de 2001 tenía una de esas crónicas en la Condomina. La primera de feria está bien; la segunda todavía se te ocurren cosas. El tercer día ya no sabes qué demonios decir. La mañana del martes 11 de septiembre acompañé a mi madre, como siempre, a despedir a la Virgen de la Fuensanta, que volvía al monte (era el día de la Romería en Murcia). Entre pétalos que me caían encima y gritos de "¡Viva nuestra patrona!"o "¡Viva nuestra capitana!", yo estaba pensando que quizá debería pedirle que pasara algo, que esa tarde tuviera algo nuevo de qué escribir. Anda que sí pasó. Aunque fuera en Nueva York. No me podía despegar de la tele para irme a la plaza de toros que por supuesto estaba tan llena como siempre. Se merendó como siempre. Pero no se hablaba de otra cosa. Ese día se me olvidó Olga Guillot. Era el lugar de siempre, la misma ciudad, la misma gente y todo había cambiado. Han pasado quince años y sigo citando a Juan Gabriel.