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Diana Navarro, un nuevo disco como terapia

La cantante malagueña reconoce que ha pasado un bache en su vida: "Me di cuenta de que no me quería nada".

La cantante malagueña reconoce que ha pasado un bache en su vida: "Me di cuenta de que no me quería nada".
Diana Navarro. | Archivo /esRadio

Escuchar un disco cuyo título es Resiliencia lo pone a uno en guardia y momentáneamente puede pensarse que en el título de la carpeta se han podido equivocar, trastocando una vocal y una consonante. No es un vocablo corriente y tampoco suele manejarse, creo, entre escritores, salvo en la comunidad científica, más concretamente por los psicólogos, que lo entienden como la capacidad que tiene el ser humano para remontar circunstancias difíciles como, por ejemplo, la desaparición de un familiar querido. O esos otros golpes duros que la vida nos depara. Y Diana Navarro, la sensacional intérprete malagueña, ha pasado por algún trance que no quiere revelar con detalles, aunque explique con frases algo crípticas lo que le ha llevado a escribir estas canciones: "Me di cuenta que no me quería nada".

No es el caso de que le repliquemos con la chanza de si se miraba o no mucho al espejo, porque ella es mujer sensible y tratamos de entenderla. "Me pasaban cosas extrañas…", susurra después. Pensamientos, sueños derivados tal vez de alguna experiencia negativa con gente conocida… Llegó un momento en el que confiesa: "Me estaba maquillando para salir a actuar y la pena seguía dentro de mí… Menos mal que en ese estado me salvó mi situación de artista".

Fueron días del pasado en los que Diana Navarro iba anotando frases, retazos de historias que podrían servirle para una, dos… o más canciones. Lo que al fin sucedería con Resiliencia. Disco que ella resumen así: "Son trece canciones cargadas de dolor y de éste, a la superación, como un volver a empezar".

Siente quien les escribe admiración por ella, que posee una mirada luminosa, te mira y te sientes dominado por la dulzura que emana. Y no quiero ponerme lírico para decirles que no es nada afectada y que desea transmitir a su interlocutor sinceridad: "No, no tengo dobleces. Por eso en este último disco mío he mostrado una parte de mí que, incluso yo misma, desconocía. Es como si iniciara de nuevo mi carrera, insisto en eso y en que soy otra".

Llegamos a malpensar si alguien "le ha echado el mal de ojo", si todo lo que expresa en estas nuevas canciones pertenecen a episodios negativos vividos por ella. Nos tranquiliza escucharla: "No necesariamente todo lo he sufrido yo, pero cuanto cuento lo conozco de cerca".

Y nos describe una a una esas canciones que, por lo descrito, yo definiría metafórica y algo exageradamente desde luego cual un parto… con dolor. "Angelito de canela" es el canto a un amor incomprendido. "El perdón", otro canto durísimo: a la traición y al dolor del amor de quien se aprovechó. "Yo me voy a querer" es una necesidad de que no se puede tolerar más palos en la vida. "Eres tú", otro canto al amor verdadero, aunque se acabe y aparezca de otra manera. "Haz conmigo lo que quieras" es el descaro de aquel que no tiene pudor. "Los niños, no" cuenta que los niños son sagrados pero se utilizan muchas veces como moneda de cambio en unas relaciones, haciéndoles daño. "Le revolución del amor sincero", es el amor vivido desde la libertad, independientemente de la persona que se ama. "Olivia Ovidia" es homenaje a esos emigrantes que nos llegan, cuidan de nuestros hijos o personas mayores… Una canción que me inspiró aquella boliviana que me ayudaba en casa y que un día me pidió que le echara una mano pues deseaba ya volver a su país".

Y así, Diana Navarro iba desgranando la esencia y el argumento de los siguientes temas, entre amores y desamores: "Que sí, que sí, que sí…", la pieza en la que nos brinda su inimitable quejío flamenco, "Desnuda vengo aquí", "Me amo y me acepto completamente", "La reina de Occidente" y el que probablemente se escuche más, "Ni siquiera nos quedó París", parafraseando aunque en sentido contrario a lo que se escuchaba en la mítica película Casablanca.

A quien eche de menos la Diana Navarro de las mejores coplas andaluzas les decimos que, aunque este disco de ahora nada tenga que ver con ese género, ella no va a renunciar nunca a cantarlas, sólo que en otras ocasiones; en directo, desde luego.

No, claro que no voy a renunciar a mi música tradicional, pero puesto que no soy la misma que cuando con nueve años comencé a cantar, y acabo de cumplir treinta y ocho he llegado a un momento en el que he querido ofrecer estas canciones que considero son la mejor versión de mí, donde me muestro vitalista. Los cantantes intentamos emocionar a quienes nos siguen, y eso es lo que ha predominado en este trabajo donde hay canciones como digo duras, de tristeza, de rabia, pero también resalto el deseo de alcanzar la felicidad.

Nos viene a la memoria "Sola", la canción que le sirvió de trampolín hace años para ser conocida en toda España, que llegó a grabar a capella, en una emotiva interpretación. Y al hilo de ese recuerdo, comenta: "El dolor no siempre es necesario en una canción para crear belleza, pero con 'Sola' se identificó mucha gente que se sentía incomprendida, como aquella mujer que se dirigió a mí contándome que su marido había fallecido y sentía que a su alrededor nadie entendía sus sentimientos".

Resumamos que Resiliencia responde a un concepto musical de pop electrónico, en el que Diana Navarro ha contado con músicos de su confianza, donde los textos cobran mayor significancia. Canciones que han de escucharse varias veces, con atención, pues en general no responden a las que sólo se basan en estribillos facilones y pegadizos. No son nada intrascendentes; buscan la complicidad con oyentes sensibles, que capten cada frase. Se aprecia la intención literaria con la que la cantautora ha vertido sus relatos y pensamientos convertidos en letras.

Pero fuera de ese preciosismo, su interés por contarnos cosas que suceden a nuestro alrededor y deben importarnos; sentimientos, propios o no, que son el pan nuestro de cada día. Un disco que a ella le ha servido de terapia, como repite estos días en las entrevistas. Siempre esperaremos más sorpresas de ella pues con su voz maravillosa puede emprender todavía mejores resultados. ¿Qué proyectos alberga, aunque en los próximos meses le espera una gira intensa para dar a conocer sus últimas canciones? Desea seguir formándose como actriz, para rodar tal vez un largometraje (ya se estrenó con un "corto") o experimentar en alguna función teatral. En lo referente a la música le encantaría unir su voz a la de colegas que admira, como Luz Casal, Ana Belén, Mónica Naranjo, Niña Pastori, Jorge Drexler… hasta duetos más inalcanzables –por soñar que no quede- con Beyoncé, Lady Gaga, Charles Aznavour…

Para concluir me ha hecho gracia escucharla al recordar cómo la definió un amigo: "¡Eres una folclórica-electrónica!"

El humor no le falta en las distancias cortas a esta bella malagueña, quien aunque modesta y sin alardes de pedantería se siente muy orgullosa de haber amadrinado en 2008 a quien entonces sólo era una promesa del pop y hoy se ha convertido en una figura, máximo vendedor de discos: su paisano Pablo Alborán.

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