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Calamaro: "Digo lo que pienso y canto lo que quiero"

LD entrevista al artista argentino, quien se encuentra de gira por España presentando su último show, en acústico: "Licencia para cantar".

LD entrevista al artista argentino, quien se encuentra de gira por España presentando su último show, en acústico: "Licencia para cantar".

Viene Andrés Calamaro (Buenos Aires, 1961) de ofrecer dos conciertos –el 7 de mayo, en Logroño; el 8, en San Sebastián- que, permítanme la licencia, no se esperaba ni Dios. Para bien. Me explico: el pasado 26 de febrero, el artista publicó Romaphonic Sessions, trabajo cuasi imprevisto, concebido en dos días, radical, elegante, crepuscular, sin más ingredientes que el piano de Germán Wiedemer y la voz del autor de canciones como "Sin documentos" o "Carnaval de Brasil". Cuando el argentino anunció nueva gira –"Licencia para cantar"-, la tropa se preguntó por el cómo serían los nuevos conciertos: Calamaro sólo con Wiedemer, Calamaro con su banda de rock habitual…

Y digo que lo que ha hecho, por ahora, el músico en Logroño y San Sebastián –la gira se extiende hasta el 3 de julio, y rondará por, entre otras plazas, Valladolid, Barcelona, Valencia o Madrid- no se lo esperaba ni Dios porque Andrés ha cogido el grueso de su repertorio –ya sea en solitario, ya con Los Rodríguez-, más cuatro o cinco piezas de terceros, y las ha trasladado "a un nuevo territorio de armonías de enjundia jazzista y un compás de bolero evolutivo", con el piano del citado Wiedemer, más un contrabajista y un percusionista. El experimento carece de gaseosa. La metamorfosis gusta a la crítica y, sobre todo, al respetable. Hablamos:

P: Empezaré plagiando una pregunta que le hizo el maestro Jesús Quintero a Serrat: ¿usted qué ha hecho por los demás?

R: No demasiado, soy un músico de rock que se encontró con los cantares en el camino. Soy un ciudadano amable que da los buenos días. Digo lo que pienso y canto lo que quiero. No me corresponde a mí pronunciarme sobre la importancia de las canciones, pero seguramente la tienen.

P: Parafraseando a Blades, usted es el cantante, su negocio es cantar y, a los que le sigan, su canción va a brindar.

R: La música es menos negocio que nunca, nosotros, los músicos, tratamos de creer que es más que un trabajo y quizás sea menos que un trabajo, pero casi nunca es un negocio. Digamos que la suma de lo que hacemos tiene músculo laboral y nuestra aventura es vivir con algo que elegimos contemplando los riesgos y las delicias de la música como salida laboral entre otras cosas.

P: ¿Es usted ahora más cantante que nunca?

R: Es una buena pregunta: nunca fui demasiado cantante pero esta vez tengo que estar en cantante. Vivo atento a las buenas sensaciones en el escenario, hacerlo bien y ofrecer el mejor concierto posible. Ahora estoy expuesto en una dinámica distinta, ciertamente bien acompañado pero más despojado que en anteriores oportunidades.

P: ¿Qué es hoy un concierto?

R: Lo de siempre, pero con la intervención de la telefonía fotográfica. El público no fuma tabaco, pero está pendiente del asunto telefónico y de llevarse una captura del instante. Quizás los teatros y auditorios contemplen reglamentaciones que acoten el uso indiscriminado de los aparatos y el tabaquismo.

P: Hablemos de su nueva gira y desmintamos a los pregoneros de las redes sociales: no se limitará a las canciones de Romaphonic Sessions.

R: Lógicamente no. Nunca nos limitamos a interpretar las canciones de aquel que sea nuestro disco más reciente; no lo hicimos antes ni lo vamos a hacer ahora. Vamos con una versión mejorada del disco y más repertorio. Encontramos más armonía, otro ritmo, nuestro propio compás. Quizás el disco haya sido la semilla que cultivamos para ensayar un sonido distinto y un repertorio mucho más amplio. Más allá de lo cual no tenga noticias de pregón alguno que no sea la melopea bien pensante que pulula en la selva de internet. Desmentido queda.

P: Hágame un breve retrato de los músicos que le acompañarán en esta gira.

R: German Wiedemer es nuestro pianista y líder musical, va a desplegar una categoría musical no habitual de un concierto de rock. Antonio Miguel, al contrabajo, y Martin Bhrum, con percusiones, son mis nuevos compañeros: músicos contrastados en los escenarios más exigentes, primera categoría de personas y artistas. La impronta musical permanente tiene garantías.

P: ¿Implica más riesgo o exposición el formato acústico?

R: Hay un cierto riesgo musical porque vamos librados a la inspiración y las buenas sensaciones en el escenario, pero también hay mayor dinámica para tocar y cantar sin el cordial batifondo de las guitarras eléctricas. Digamos que en nuestros conciertos eléctricos tenemos un repertorio efectivo, una poderosa estructura instrumental y nos acompaña el fervor de un publico que, mayormente, se pone de pie para cantar con nosotros.

P: También, quizá, implique más verdad.

R: Es posible, pero en eléctrico también somos un grupo de conciencia. Nos ensayamos bien en los dos formatos. Ciertamente que con el trío estamos más expuestos a ofrecer notas puras, un compás propio y hay una mayor exposición individual que debería resultar en cierta verdad musical.

P: En los últimos tres años, ha publicado tres discos (Bohemio, Jamón del medio y Romaphonic Sessions), un DVD en vivo (Pura sangre), un libro, artículos en varios medios de comunicación, ha girado en solitario y con Enrique Bunbury..., ¿se puede permitir el lujo de estar cansado?

R: Caramba. También editamos una película: Bohemia. Y un disco de la mancuerna con Enrique: Hijos del Pueblo. Además, grabé colaboraciones con artistas de gran importancia, algunas de las cuales esperan publicarse. Ocurre que, según imponen los tiempos, se publica más música que interesa menos. Personalmente, me permití unos meses sabáticos para cultivar una vida austera y cultural de lecturas, escrituras y consumo responsable de discos de jazz. Voy a sentir cansancio, seguramente. Según se acumulen los viajes, las esperas y el rigor del canto. Interrumpida mi vida doméstica con responsabilidad.

P: Permítame una única pregunta política: hace un par de semanas, ABC publicó en exclusiva que el PP anunció una bajada del IVA cultural del 21 al 10%. ¿Se lo cree? ¿Cómo ha sufrido a Montoro?

R: El IVA cultural no es la única dificultad económica aunque sea la bandera de los reclamos del colectivo cultural. No es grato ser los líderes en la presión impositiva para las actividades culturales. Pero hay una inquisición tributaria individual, una fuerte propaganda para atosigar a individuos y sociedades que no merecen el trato de delincuentes. Parece que distribuyen la atención de la ciudadanía en clave de orquestación manipulada. Personalmente soy un exiliado, renuncié a mi residencia en este país hace años y me siento como la calabaza del caldo de puchero de Cenicienta.

P: Amén de la gira, ¿qué proyectos musicales tiene entre manos?

R: Otro disco de música flamante y otro disco de Grabaciones Encontradas (archivos nobles), estrenarme con canciones para una película, una parte en un proyecto de 24 horas de poesía musical –Canción de Amor de un Día-, y próximas colaboraciones con grandísimos interpretes. En la segunda mitad del año seguimos cantando en Hispanoamérica.

P: La última vez que nos vimos, en la gala de los Planeta, me dijo que estaba madurando planes literarios.

R: Estoy escribiendo. No se cómo de maduros están aquellos planes porque tengo que corregirme, releerme y corregirme de nuevo. Escribo todos los días, pero no estoy del todo convencido de aquello que escribí el año pasado: eran segmentos casi literarios comprometidos con una actualidad que cambia todos los días, me había complicado con la no-ficción y mi texto ofrecía una cierta trama política comprometida con un día a día que a toro pasado no me resulta completamente interesante como volumen literario. Era un formato literario interesante que debería revisitar. Volví a empezar el primer día del año con nuevos planes.

P: Churchill dijo que "una buena conversación debe agotar el tema, no a los interlocutores". Es nuestra cuarta entrevista en dos años. Un placer.

R: Permíteme que distinga entre el arte de la conversación y las entrevistas. En la tertulia agotamos los temas prolongando una comida hasta las siete de la tarde para volver inagotables a casa. Ahora nos comprometemos a no aburrir al lector e invitarles a escuchar la música de la gira. Una finalidad noble en beneficio de la existencia de la música pensada y ensayada para los placeres de nuestros interlocutores lectores. Espero que repitamos puntualmente entonces.

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