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George Martin, el genio del estudio

Algunas notas y anécdotas sobre el genial productor.

En el Air Studio 1964 | Cordon Press

"Felicidades, caballeros: acaban de grabar su primer número 1". La frase se escucha en el estudio en el que, allá por 1962, cuatro chavales desconocidos tocan una canción llamada "Please Please Me". El responsable de decirla en voz alta no es otro que el productor del tema, George Martin. El nombre del grupo, The Beatles, y la grandeza a la que les ayudó a llegar no tiene réplica en ningún otro fenómeno musical que conozcamos. George Martin nos acaba de dejar, pero sus trabajos y recuerdos no se irán nunca.

La historia de este insigne productor se remonta al sueño de tocar profesionalmente el piano, que fue sustituido en la vida real por un trabajo de ayudante de producción en EMI, a comienzos de los años cincuenta. Allí, Martin graba varios discos clásicos y también bajo el formato de comedia, para actores como el enorme Peter Sellers, con el que consigue varios discos de éxito, dentro de la discreta sección de Parlophone. Su reputación crece hasta que, al concluir la década, tiene ya la potestad de firmar artistas y responde como productor. Ese lugar ocupaba cuando en 1962, recibe a los integrantes de The Beatles: unos chicos cuya media de edad estaba en los veinte años, y que le veían como a un viejo de 36 (este distanciamiento inicial se plasmó en algún recelo inicial de la banda, y un comentario gracioso sobre su corbata, la primera de muchas bromas cruzadas entre amigos).

La personalidad analítica y calmada de Martin, le indica que, aunque el talento no aflora en esta primera visita, la química que existe entre John, Paul, George y Ringo (al que precedió Pete Best, sustituido entre otras cosas por el parecer del productor, y al que intentó suplantar por el músico de sesión Andy White) escondía un potencial inmenso. Y así sucedió. El ejemplo perfecto de lo que George Martin hizo por los Beatles lo tenemos en el mismo Please Please Me: un tema firmado por John y Paul, con reminiscencias a Roy Orbison, y cuyo tempo Martin decidió acelerar: la convirtió en la perfecta representante del beat que definiría los primeros trabajos de los Beatles en la primera mitad de los sesenta.

Y las cosas se fueron complicando… en lo creativo: a medida que crecían como músicos, sus pretensiones sonoras subían de nivel, liberando un talento que, como unidad (y según Martin), superaba con creces a la suma de los cuatro componentes, Aunque quizá deberíamos decir cinco, ya que el apodo de El Quinto Beatle se lo ganó con creces haciendo lo que todo buen productor ha de hacer: traduciendo el deseo del artista a un soporte físico reconocible. Como ejemplo, tenemos el tema que cerraba el disco "Revolver", dando paso a la segunda y compleja fase de la banda: Tomorrow Never Knows. El compositor de la canción, John Lennon, le pidió a Martin que aquello sonara "como un coro de monjes tibetanos cantando al borde de un precipicio"… sobra decir que no se grabó eso, sino que Martin superpuso varias capas y loops, hasta lograr una atmósfera onírica que respondía perfectamente a la idea del tema.

Aunque, si quieren observar la magia de la que era capaz, tal vez lo mejor será buscar el documental sobre la creación del icónico álbum Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band, en las que desgrana los experimentos que realizaron con grabaciones multipista: un privilegio al que supo sacarle el mejor partido, como atestiguan estos últimos trabajos de la banda. También es cierto que las cosas se pusieron difíciles hacia el final: las tensiones en el seno de la banda se traducían en problemas de grabación, y John recurrió al productor Phil Spector y su muro de sonido para la grabación de "Let It Be". Martin volvió para el último disco que grabaron como banda, Abbey Road, de que Martin decía "probablemente, es mi favorito con ellos, porque se trataba del último y todos lo sabíamos".

Aunque su carrera siempre quedó ligada a la banda y sus componentes (produjo trabajos junto a algunos de ellos en solitario), también fue requerido para obras de artistas como America, Cheap Trick, Ultravox o UFO. Además de ello, firmó arreglos orquestales y líneas de piano para los de Liverpool, cumpliendo de algún modo su sueño de componer música, aunque el viaje que emprendió en su actividad profesional, le capacitó para que generaciones enteras de músicos, productores y oyentes pudieran, a su vez, buscar sus propios sueños. Si quieren más información sobre su brutal aportación a la música, aquí les dejo un enlace al programa que le dedicamos desde esta casa hace algo menos de cuatro años. Que la música te siga, George.

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