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Buika ya no vive con su marido y su novia

Buika está en España con motivo de su último trabajo discográfico, el octavo de su carrera.

Buika | Cordon Press

Buika está de nuevo en España después de una prolongada ausencia. Visita motivada por una serie de actuaciones: hace unos días en Barcelona, este domingo 15 en Madrid, en el circo Price… Y la promoción de su último disco, el octavo de su carrera, titulado "Vivir sin miedo", en cuya carpeta aparece un primer plano de su atractivo rostro, exhibiendo su mirada felina y el brazo derecho apoyado en la frente, tatuado con una serie de signos: son los nombres de sus familiares más queridos, su árbol genealógico en cierto modo. Resulta sumamente original, sorprendente siempre esta cantante de poderosa voz, que alcanzara su popularidad gracias a sus versiones de coplas andaluzas: "Ojos verdes", "Mi niña Lola"… Ahora no graba nada de ese género, aunque lo incluya en algunas de sus galas.

Lo de "Vivir sin miedo", con la mayoría de piezas –diez en total- de su propia cosecha, responde más que nada a sus ancestros africanos, pero con una preponderancia musical que la lleva a Jamaica, a sus ritmos autóctonos, al reggae. Sólo que también coquetea con el "rhytm and blues", el soul, el góspel y hasta algún guiño flamenco, sin duda recordando aquellos años de su infancia cuando vivía pobremente en un barrio mallorquín poblado de gitanos, con quienes se ha llevado siempre bien. Escuchar a Buika es sentir el desgarro, la fuerza vocal que desprende siempre, sin parecerse absolutamente a nadie, al menos por nuestros pagos. Claro que ese virtuosismo lo exhibe asimismo en los Estados Unidos, donde vive desde hace cuatro años y a lo largo de otros países, pues no en vano son ya tres las giras mundiales que ha disfrutado con éxito. Posee un Grammy latino. En febrero, por ejemplo, ya tiene una cita programada en Londres. Buika es mallorquina de nacimiento pero, aunque ella no lo diga expresamente, parece que un día percibió que aquí se la consideraba más extranjera que española.

En cualquier caso se afincó en 2011 en Miami porque le resulta más gratificante programar sus conciertos. Es allí donde comparte hogar con su hijo y una hermana. El chico, de edad adolescente, ha heredado los genes musicales de su madre, ya canta y tiene la pretensión de convertirse algún día en productor musical.

Su vida familiar ha cambiado: rompió con su marido, un guitarrista que había conocido en Palma de Mallorca llamado Abraham Moughrabi, líder de un conjunto reggae, y padre de su hijo. Hace unos años Buika convivía con su esposo y con una novia de éste llamada África Gallego, solista del grupo Mojo Projet. Un trío muy bien avenido en todos los sentidos, que practicaban eso que los franceses, finamente, llamaron siempre "ménage à trois". Pero aquello acabó. Cuando se supo, algunos se escandalizaron, no así Buika, quien definía aquella situación como "el poliamor" y no le importó autodefinirse en una entrevista con esta poco corriente expresión: "Soy trisexual".

La verdad es que María Concepción Balboa Buika ha hecho, desde que es adulta y puede que un poco antes, lo que le ha salido de… las narices. La libertad es para ella un concepto innegociable en su vida. Mucho ha sufrido, bien cierto, en un hogar difícil, cuando sus padres, guineanos que huían de la represión del régimen de Teodoro Obiang, se establecieron en Palma de Mallorca, donde Buika vino al mundo el 11 de mayo de 1972. El padre había ejercido la política, era escritor y en su vida privada un tipo que se acostaba con la que se ponía a tiro. "La mitad de mis siete hermanos son de mujeres distintas, no de mi madre, Honorina", recuerda la cantante. El señor Balboa se largó un día de aquella mísera vivienda donde habitaban cuando la futura estrella de la canción contaba apenas nueve años, dejando abandonada una familia pobre, sin futuro.

Buika (apellido que responde al nombre tribal guineano de Kitailo) tuvo que convivir aquellos tristes años no sólo entre familias de raza calé, que la adiestraron en el flamenco, sino rodeada de yonkis y prostitutas. Así es que, a estas alturas de su biografía, que nadie le cuente penas: está curada de espantos. Tiene una sensibilidad a flor de piel, pese a ciertas brusquedades que pudiera mostrar, expuesta en dos libros de poemas. El segundo de ellos lleva por título A los que amaron a mujeres difíciles y acabaron por soltarse. Ilustrado con fotografías realizadas por ella misma. Esa sensualidad que se percibe cuando canta la reparte también en sus escritos.

Se cuenta que su compañía discográfica se vio obligada a descatalogar una edición especial de su disco "La niña de fuego" por considerarla poco menos que pornográfica, al incluir algunos textos e ilustraciones digamos… demasiado explícitas sobre el sexo. Buika es auténtica, que nadie lo ponga en duda, guste más a unos y despierte en otros lo contrario. Pero es ella, la que insiste en su último disco en que hay que vivir sin miedo. Cuando alguien le insinúa si "se le va la olla" de vez en cuando, ella tiene esta respuesta: "Canto para no volverme loca".

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