No descubro nada cuando vengo sosteniendo que artistas muy populares un día caen en el olvido y cuando mueren, sobre todo si es fuera de España, nadie los recuerda. Ocurrió con el cantante Basilio, quien disfrutó aquí de gran notoriedad a partir de 1969 durante varios años. Y tras irse de este mundo, va a hacer ahora seis años, en Miami, ningún medio informativo dio cuenta de su óbito. Yo mismo, confieso, me enteré mucho más tarde.
Evocamos su figura en la creencia de que tal vez habrá lectores que en su memoria alberguen ecos de su cautivadora voz, con la que dio a conocer, entre un centenar de títulos, románticas baladas: "Cisne cuello negro", "No digas adiós", "Primer amor", "Tierras lejanas", "Ve con él", o incluso una estupenda versión del "Te quiero, te quiero" de Nino Bravo.
Basilio Fergus Alexander, panameño nacido en 1947, aterrizó en los Madriles en la segunda mitad de los años 60. Procedía de Montpellier, donde había comenzado a estudiar Medicina, carrera que pretendía concluir en la Universidad Complutense. Sin embargo sólo aprobó dos cursos. Su afición musical se impuso y cuando los "cazatalentos" de la casa de discos Zafiro lo descubrieron en algunos locales madrileños donde actuaba con el entusiasmo de una parroquia femenina juvenil no dudaron en firmarle un contrato.
En 1969 apareció su primer disco de dos canciones, de las que sobresalía "No digas adiós", original de Pablo Herrero, líder de Los Relámpagos. Basilio "se coló" en seguida a través de las ondas radiofónicas con su potente y bien modulada voz. Y al comparecer en Televisión Española con su apostura, su amplia sonrisa, conquistó a miles de jovencitas. Y nadie lo tildó de negro, sino que lo llamaban, eufemísticamente, "el cantante de color". Y algún cursi se inventó lo de "La voz de terciopelo".
La verdad, insistimos, es que cantaba estupendamente, y venía a ser, si no un rival, al menos una agradable novedad en los tiempos que el campo de la canción romántica parecía copado sólo por Raphael. Los otros (Luis Gardey, Jaime Morey, Tito Mora) habían perdido fuerza. Y Julio Iglesias aún "estaba verde". Camilo Sesto todavía no estaba en la competencia. Políglota, Basilio conquistó otros mercados, sobre todo de Hispanoamérica, pero también sus discos llegaron a Francia, Inglaterra, Portugal y hasta Japón. Manuel Alejandro se convirtió en la segunda parte de su carrera, después de que en sus inicios fuera el "tándem" formado por Herrero y Armenteros quienes le suministraron estrenos, en el compositor con quien mejor se identificó, proporcionándole el éxito más internacional de su discografía, que ya mencionamos: "Cisne cuello negro".
Había competido Basilio por acudir al Festival de Eurovisión de 1970, pero le ganó por dos puntos Julio Iglesias aquel año que fue designado por RTVE para concursar con "Gwendolyne" en Amsterdam. No resultó demasiada decepción para el panameño. Quien no perdió cotización. Y hasta lo contrataron como galán de una película, … Y el prójimo, en un reparto que encabezaba Fernando Rey a las órdenes del actor, que velaba sus primeras armas de realizador, Ángel del Pozo. Evidentemente a Basilio le llegó aquel inesperado papel por su evidente "gancho" comercial como cantante y su indiscutible atractivo y fotogenia.
Era muy coqueto; elegía cuidadosamente su indumentaria. También le gustaba "vivir a lo grande" y alquiló un amplísimo chalé a las afueras de Madrid con ínfulas de millonario. Cierto que ganó mucho dinero, del que presumía, por ejemplo, al volante de coches de gran cilindrada. Luego tenía actitudes un tanto chulescas. Era impuntual en sus citas periodísticas. Y lo digo con todo conocimiento de causa, pues lo conocí bien, entrevistándolo con frecuencia, aguantando sus frecuentes "plantones". A cambio, por la amistad que tuvimos me dio unas diapositivas, la exclusiva de su boda sorpresa, de carácter civil, en Londres con una opulenta señorita rubia de nacionalidad canadiense, llamada Jeanette Cawthorne, con quien tuvo dos hijas. Acabaría divorciándose para contraer matrimonio ¡con una amiga de Jeanette!, la norteamericana Marga Durant.
Tan frívolo como inconstante e irresponsable, mi amigo Basilio empezó a tomarse a broma los contratos que le firmaba su representante, lo que le originó serios problemas: denuncias de empresarios, lógicamente contrariados por el perjuicio económico que les causaba al no acudir a las galas comprometidas. Huyendo de aquellas denuncias, acabaría recalando en Miami. Pasaron varias temporadas durante las que su carrera la basó ya en tierras hispanoamericanas.
Y aquí, aunque volvió a grabar más canciones en distintos sellos discográficos (la última vez en 1992, "Si te hubiera conocido ayer") su nombre fue perdiendo interés, en concreto porque ya nadie deseaba contratarlo, culpa de sus escándalos, su veleidoso carácter, los juicios a los que estaba citado y no acudió.
Los doce últimos años de su vida los pasó en su casa de Miami, desde donde se desplazaba a países de Centro y Sudamérica, en los que mantenía su popularidad, ya perdida en España como decíamos. Se había casado de nuevo: con Patricia Sterling. Tuvo dos hijos más, desconocemos el sexo. Sí hemos sabido que dos hijas suyas se dedicaban a la Medicina, una doctora, la otra enfermera. Lo que le hacía muy feliz, recordando que nunca llegó a licenciarse en la carrera que lo trajo a España. Estaba totalmente calvo. Se había convertido en miembro de la Iglesia Cristiano Evangélica. En mayo de 2008 sufrió un grave ataque cerebrovascular al llegar a Cali, donde tenía una gira programada por varias ciudades colombianas. Siguió un año en tratamiento, pero le sobrevino una neumonía. Y en la mañana del 11 de octubre de 2009, mientras desayunaba en su residencia de Miami, dejó de existir. Dos días después hubiera cumplido sesenta y dos años.