Cuando uno alcanza cierta edad, echa la vista atrás y examina vivencias, logros y recuerdos de su propia vida. En el caso de George Ivan Morrison, que cumplía 70 años hace tan solo unos días, el reflejo que arroja el espejo de su vida conforma un rico tapiz en el que se dibujan pasajes tan fascinantes como repletos de historia. Un relato que, a día de hoy, corona su álbum de 2015 Duets: Re-Working The Catalogue, en el que colaboran entre otros George Benson, Taj Mahal, Bobby Womack o Steve Winwood, y que hace el número 35 en la lista de trabajos de larga duración del artista de Belfast. Si el músico dirigiese su vista al pasado, esto es lo que encontraría.
En primer lugar, Irlanda del Norte se dibujaría en 1945, con el nacimiento de un niño en un entorno familiar fanático de la música, rodeado de la colección de discos de su padre: ecos de blues, de soul, de jazz y folk de ambos lados del océano… Los primeros en cantar al oído de un chaval que no tardó en descubrir su vocación artística. Entre finales de los cincuenta y principios de los sesenta, el chico deja sus estudios y se dedica a participar con pequeños proyectos musicales, espoleado por el espíritu del rock and roll, hijo bastardo de aquellos que había escuchado en su niñez. Bandas como The Monarchs o The Gamblers, que cristalizarán en un conjunto llamado simplemente Them, con los que conocerá el éxito en Europa y Estados Unidos de la mano de bombazos de R&B como Baby, Please Don’t Go o Gloria, en los que su poderosa voz avisaba que estábamos ante un músico a seguir durante los próximos años.
Tras algunas tensiones con el productor Bert Berns, Van continuó en solitario y comenzó a grabar con éste en Nueva York, sin saber que su contrato autorizaba a editar sin su consentimiento el material de esas grabaciones: el resultado, un desigual disco titulado Blowin’ Your Mind que se editó en 1967, del que destacaban no obstante temas como Midnight Special y el extraordinario Brown Eyed Girl, uno de sus grandes temas de todos los tiempos. Aunque lo mejor estaba todavía por llegar, con dos discos que figuran como dos obras maestras de su época. Con la lección aprendida, el músico trabajaría duro para que así fuera: tras el fallecimiento de Berns y la marcha al sello Warner, el nivel simplemente se disparó.
En primer lugar, nos encontramos con el disco de 1968 Astral Weeks, una genialidad en la que los géneros que habían marcado al artista convergían en un trabajo magistral y sin fisuras. El lirismo de temas como Sweet Thing, Cyprus Avenue o Ballerina definían a un Van Morrison tan grande en la ejecución como en la composición del disco, firmando todos los temas del mismo. Lo mismo podemos decir de Moondance, editado en 1970 y que el artista firma y produce en su totalidad, y con puntos tan destacados como Caravan, Crazy Love o Come Running. Conseguía con ellos superar el millón de copias vendidas, además de reivindicarse como figura musical a nivel mundial.
Durante la primera mitad de los setenta, Van desarrolla una serie de discos de alto nivel, entre los que figuran Tupelo Honey (y su enérgico single Wild Night), o un delicioso St. Dominic’s Preview, de corte más intimista, pero con guiños perfectos como Jackie Wilson Said (I’m In Heaven When You Smile). Discos que acompañaron al artista durante toda la década de los setenta, en la que también pudimos disfrutarle como invitado de lujo en The Last Waltz, el mítico directo de The Band. Otras experiencias incluyen trabajar junto al mítico Dr. John, o firmar otro clásico con Bright Side of The Road, parte de su último trabajo de la década, Into The Music.
El problema reside en disponer del tiempo suficiente para examinar con detenimiento cada paso en el camino: 35 discos y décadas de giras, impresionantes directos y colaboraciones varias, del que cada uno puede elegir sus favoritos. Unos destacarán su trabajo junto a The Chieftains de 1988, Irish Heartbeat. Otros se decantarán por el Back on Top de 1999, o alguno de sus discos en vivo… incluso podríamos disputar nuestras canciones preferidas y nos daría para varios álbumes recopilatorios. La elección puede ser difícil cuando se trata de un gigante con décadas de maestría a sus espaldas, y que tan solo mira atrás en esos momentos en los que el espejo le devuelve un saludo desde épocas pasadas, casi siempre en forma de canción. Pongan su disco favorito de Van Morrison, y disfruten de su recuerdo favorito.