Falta poco más de un mes para que se estrene en los madrileños Teatros del Canal, que tan acertadamente dirige Albert Boadella, un espectáculo musical, "La Celia", basado en la vida de quien fue considerada en España "la reina de la revista". Era Celia Gámez y su popularidad se extendió desde finales de los años 20 hasta los 60, aunque ella continuó trabajando hasta 1984, en un espectáculo que montó Sara Montiel en el teatro de La Latina, propiedad de la recientemente fallecida Lina Morgan.
Celia Gámez, que no tenía especiales facultades ni para el baile ni para la canción resulta que demostró una especial seducción desde el escenario exhibiendo sus espectaculares piernas y otros atributos femeninos, para ejercer un irresistible atractivo entre los caballeros. Muy astuta, supo brindar al respetable unas funciones llenas de buen gusto, donde las "vedettes" si bien lucían sus encantos asimismo hacían exhibición de un lujoso vestuario. Y como los argumentos de aquellas revistas estaban escritos sin caer en obscenidades y la música era sumamente atractiva, nada impedía que las señoras acompañaran a sus maridos al teatro, convirtiéndose también en admiradoras de la estrella argentina.
Cuyos amores fueron más o menos sonados, aunque no se publicitasen entonces con la desenvoltura que hoy se dan en el mundillo artístico. Se dice que fue amante del rey Alfonso XIII.
El musical La Celia
La Celia tiene libreto de un periodista, escritor y poeta extremeño fallecido hace pocos meses, subdirector del diario ABC, mi recordado amigo Santiago Castelo. Conoció muy bien a "la Gámez". Y hablando un día con el empresario bonaerense Lino Patalano, director del teatro Maipo, al que regaló un Cd con canciones de Celia, convinieron estrenar un espectáculo sobre ella. Emilio Sagi, director del teatro Arriaga, de Bilbao, aceptó poner en pie el proyecto, al que se sumaría el músico Jordi López, encargado de los arreglos de las mejores canciones de la artista, como "El Pichi", "Novia de España", "Estudiantina portuguesa", "Mírame", "Los nardos", "El beso"… Corresponden a algunas de las revistas musicales que Celia Gámez estrenó, caso de "Las Leandras", "La Cenicienta del Palace", "Yola", "Si Fausto fuera Faustina", "La estrella de Egipto", "La hechicera en Palacio", "El águila de fuego"…
Celia Gámez
Fue el 12 de noviembre del pasado año cuando "La Celia" se dio a conocer en el escenario del teatro Maipo, en Buenos Aires, el mismo donde la propia artista debutara siendo una joven de veintiún años. La estrella de los musicales en la capital argentina Ivanna Rossi es la protagonista. El estreno madrileño tendrá lugar el 15 de octubre para concluir el 8 de noviembre.
Celia Gámez Carrasco vino al mundo en Buenos Aires el 25 de agosto de 1905. Su edad fue siempre para el público que tanto la admiraba toda una incógnita en los años de sus mayores triunfos. Incluso ya retirada se seguía especulando sobre el año en que nació, lo que no se supo hasta su fallecimiento el 10 de diciembre de 1992, en la capital argentina donde, por cierto, era prácticamente una total desconocida en el mundo del espectáculo en tanto en España siempre gozó de una indiscutible notoriedad.
Vino por vez primera en 1925 acompañada de su padre para cobrar una herencia de un tío suyo que había fallecido en el pueblo malagueño de Casarabonela. En el largo viaje, durante el trayecto Barcelona-Madrid fue sorprendida cantando tangos, por una viajera, que resultó ser la Marquesa de la Corona, quien al conocerla la invitó a participar en una función benéfica que iba a tener lugar en el célebre teatro Pavón, en los aledaños del Rastro matritense, que presidirían los Reyes. Aquel inesperado acontecimiento determinó que Celia Gámez se olvidara de su carrera en Buenos Aires, donde no pasaba de ser una artista del montón, para triunfar en el teatro Romea, de la calle de las Carretas de la capital de España, interpretando "Mi caballo murió", entre una selección de tangos, milongas, javas, fox-trots, chotis, pasacalles y pasodobles. Eso ocurría en 1926 y ya sus éxitos no dejaron de producirse. Al año siguiente grabó su primer disco con el conocido tango "A media luz".
Cuando en adelante fue estrenando sus populares revistas musicales deslumbraría al público, pues ella misma se encargaba, además de aprobar los libretos y partituras, de elegir el vestuario, la decoración y sobre todo a las "vedettes", que debían poseer un cuerpo escultural, pero sin caer jamás en nada que resultara chabacano.
Lo mismo que sus "boys", del cuerpo de baile, entre los que por cierto figurarían, ya en tiempos de postguerra, un jovencito Tony Leblanc y un bohemio con ganas de abrirse paso en la vida que con los años resultaría ser el primer editor del país: José Manuel Lara, el dueño de "Planeta". Y mediados los años 50 ella fue quien dio una oportunidad de oro a quien iba a ser una gran estrella, Conchita Velasco.
Bien en la revista o en la opereta y lo que entonces eran los primeros experimentos de lo que hoy se conoce como comedia musical Celia Gámez triunfó como ninguna otra artista de su género en España. Tuvo sus reveses económicos, a pesar de los muchos millones que se embolsó, a causa sobre todo de su desmedida afición a la ruleta en los Casinos de Portugal, pues aquí el juego estaba prohibido. Doña Carmen Polo de Franco, a quien pidió ayuda cuando estaba arruinada, la sacó del apuro procurándole un crédito bancario con muy especiales condiciones.
En los amores, se la relacionó con el matador de toros Juanito Belmonte (hijo del Pasmo de Triana), entre otros novios. Se casó con el dentista donostiarra José Manuel Goenaga, en 1943, con el general Millán Astray de padrino, quien había sido su amante. Duró poco aquella unión. Luego se emparejó civilmente en París con el director del diario Informaciones, Francisco Lucientes. Tampoco tuvo suerte con él. Y acabó su vida sin ningún hombre a su lado. Se marchó a Buenos Aires mediados los años 80, retornando fugazmente en 1988 para contar sus memorias a la revista "Semana", que le pagó ocho millones de pesetas, donde, mal transcritas por un mediocre, mezcló verdades con fantasías.
Cuatro años más tarde, queda dicho, atrapada su mente por "el mal de Alzhéimer", nos dejaba para siempre quien fue el último gran mito entre las grandes "supervedettes" de la revista musical española.