De la nómina de grupos musicales de la movida madrileña en los primeros años 80 quienes continúan en activo con excelente respuesta de otra generación son Los Secretos. Los hijos de aquellos "fans" del conjunto son ahora quienes se deleitan con sus actuaciones, cuando están a punto de concluir la gira emprendida mediado el mes de mayo, cuyo colofón será el próximo 3 de julio en lo que siempre fue el Palacio de los Deportes de Madrid y ahora lleva la denominación de un banco.
El repertorio que llevan, junto a sus viejos éxitos, tiene como novedad las piezas de su último disco, "Algo prestado", cuya portada es una deliberada copia de la que realizó el fotógrafo Eric Meola para el álbum "Born To Run", de Bruce Springsteen. Imagino que han pedido el correspondiente permiso, lo mismo que para incluir versiones en español de antiguos y conocidos temas de Graham Parker, Peter Gabriel, Supertram, Nick Love, Graham Parsons, Foreigner, Ry Cooder…
Un homenaje al pop internacional de otro tiempo, cuando los tres hermanos Urquijo (Enrique, Javier, Álvaro) fundaron Los Secretos, que aportaban un aire nuevo, fresco, influidos por la nueva ola británica, la "new wave". Siempre tuvieron una clientela fiel, urbana, pero no tan contestataria ni extremada como la de otras bandas más afines con el rock agresivo. Este pop melódico de Los Secretos es el que continúan cultivando en la actualidad, cuando ya de aquel pasado, transcurridas tres décadas y media, sólo queda su líder, el cantante y guitarrista Álvaro Urquijo. En todo caso, figura también como veterano el también guitarrista Ramón Arroyo, aunque se incorporara al conjunto algún tiempo después de su fundación.
En la docena de piezas agrupadas en "Algo prestado" nos llama la atención que hayan incluido una canción ranchera del prolífico y reconocido cantautor mexicano José Alfredo Jiménez, la muy escuchada "Échame a mí la culpa". A Enrique Urquijo, antaño indiscutible líder de Los Secretos, le encantaba el folclore azteca y en especial ese número. Los seguidores del quinteto no lo han olvidado, cuando se han cumplido, en noviembre último, quince años de su trágica muerte. Era un ser frágil, muy sensible, dotado para cantar y componer melodías llenas de ternura y emociones que no pudo alejarse de las drogas que lo llevaron a la tumba cuando sólo contaba treinta y nueve años. Fue encontrado muerto a las puertas de un portal del madrileño barrio de Malasaña, donde vivía el traficante que le surtía de cocaína y otras substancias.
Cuando ahora su hermano Álvaro entona alguna canción de Enrique, por mucho que esté acostumbrado a hacerlo, no deja de sentir algo especial, pues nunca ha podido olvidarlo o acostumbrarse sin más a su ausencia. Muy en particular, ese cosquilleo le aparece cuando comienza a desgranar las primeras notas de "Agárrate a mí, María", lo que él describe así, muy gráficamente: "Se me pone el corazón en un puño, como un nudo en la garganta". Y es que, la protagonista de ese tema es su sobrina, la hija de Enrique, quien a sus veinte años desea ser diseñadora de moda, aunque algún día podría continuar la senda familiar, pues cuentan que canta estupendamente. María es fruto de la apasionada relación de Enrique Urquijo con Almudena Navarro y vino al mundo el 9 de agosto de 1994. Pero la pareja, que había proyectado casarse, no lo hizo. Ambos, aun queriéndose, tenían caracteres opuestos. Y ella, muy celosa, tampoco era fácil que aceptara el estado anímico de él, cuando no depresivo o con síntomas de pánico, absolutamente drogado o bebido. La mayoría de sus canciones, como escribía su biógrafo Miguel Ángel Bargueño, eran biográficas. Y la más explícita en ese sentido fue "Agárrate a mí, María", que compuso cuando la niña contaba año y medio de vida. Fue el último gran éxito discográfico de Enrique con Los Secretos.
Resulta también anecdótico cuando Enrique y Joaquín Sabina, que eran buenos amigos y colegas, colaboraron en la letra de una canción de manera ocasional y curiosa. Hay varias versiones al respecto pero nos quedamos con ésta como la más fiable. Fue cuando el primero pidió al segundo que le dejara algunos de sus escritos para musicarlos y poder incluir alguno en un disco que necesitaba completar. De uno de los bolsillos de sus pantalones, Sabina extrajo un papel arrugado. Con únicamente dos estrofas escritas. Enrique se quedó con aquella cuartilla y entre la visita a un bar y el regreso a su casa, transcurridas dos o tres horas, ya tenía pergeñada la letra de la canción que iba a titularse "Ojos de gata". Su argumento, la historia de quien visita un garito de madrugada, se enamora de la camarera y termina la velada dormido sobre el regazo de la muchacha, sin haber culminado la madrugada con sexo. Los Secretos gustaron mucho con "Ojos de gata". Unos meses después, abril de 1992, aparecía el álbum "Física y Química", donde Joaquín Sabina incluyó una de sus mejores creaciones, "Y nos dieron las diez", a ritmo de ranchera. Con un relato casi similar al de "Ojos de gata", sólo que el desenlace era que el protagonista se encamaba con la chica. Después de esto, Enrique Urquijo y Joaquín Sabina siguieron siendo cuates.
Los Secretos que ahora comanda Álvaro Urquijo suenan muy bien, sin traicionar su ayer. Cuenta éste que con los primeros dineros que ganaron, a principios de los años 80, los hermanos abrieron una cuenta en una sucursal del Banco Urquijo. Al advertir su apellido fueron tratados por los empleados de la oficina con toda cordialidad y hasta al día siguiente les enviaron, sin haberlas solicitado, varias tarjetas de crédito. Cuando se deshizo el equívoco, no cesaron de reírse a carcajadas: los habían tomado por parientes de los propietarios de la entidad. Su discografía es elevada: se compone de veinticinco álbumes, de estudio, directos y recopilatorios. Allí están, entre otras, algunas pequeñas joyas del mejor pop de su carrera: "Déjame", "Adiós tristeza", "Hoy la ví", "Quiero beber hasta perder el control", "El primer cruce", "Ojos de perdida", "La calle del olvido"…