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AC/DC deja claro en Madrid quién manda en el rock

La banda de rock más legendaria ofreció en Madrid un triunfante segundo concierto.

Y el rock llegó para quedarse. No es muy común acudir a un concierto entre semana y mucho menos un martes. Pero este 2 de junio quedará grabado a fuego en la memoria de muchos como una de las noches más memorables de los últimos años. Un éxtasis de volumen imposible, luz y fuegos de artificio que colocan a estos veteranos australianos en lo más alto, a pesar de sus años.

La banda australiana AC/DC es la pura esencia del rock, que ha perdurado a través de las últimas cuatro décadas sin cambiar apenas su estilo y por la que parecen no pasar los años. Ver a un vejestorio -desde el cariño- como Angus Young retorcerse al ritmo de su Gibson SG, asombrando a los miles de fans presentes en el Vicente Calderón, es uno de esos fenómenos casi inexplicables que convierten a este grupo en leyenda viva de la música. Porque hablar de rock es hablar de AC/DC y hablar de AC/DC es hablar de Angus Young.

Madrid fue testigo de una segunda noche apoteósica del mejor rock duro, en lo que fue la despedida de la banda de la capital española. El estadio Vicente Calderón parecía quedarse pequeño ante la marea de fans que acudieron a la llamada de estas deidades de la música, que por segunda vez regalaron a los simples mortales dos horas de sus 20 mejores temas. Un resumen que podría parecer pequeño en comparación con la dilatada historia del grupo capitaneado por Brian Johnson y Angus Young, y eso es lo que eleva a esta banda al Olimpo de los dioses de la música. 20 canciones (exceptuando tres de su nuevo disco) forjadas a lo largo de 40 años sobre los escenarios es posiblemente el mejor resumen de este estilo musical. Todas esas notas y letras tantas veces tocadas y escuchadas, pero inagotables, hicieron olvidar el déficit sonoro, en ocasiones saturado, que las decenas de amplificadores lanzaban hacia el público.

La gira de su nuevo disco Rock or Bust, que comenzó en Coachella, el festival de moda en Estados Unidos y terminará, como no podía ser de otro modo, en Melbourne, Australia, reunirá alrededor del mundo a un ejército de miles de fans, de todas las edades, durante 55 conciertos irrepetibles. Una marea de camisetas negras con el logo de la banda que también se pudo ver en este último concierto en Madrid.

Con una puntualidad inglesa, aunque en este caso sean australianos, AC/DC dilató las pupilas de más de 100.000 ojos al comenzar con fuerza el concierto con el single de su nuevo disco Rock or Bust. Un espectáculo de luz y sonido elevada a la máxima potencia y acompañada por miles de gargantas en un éxtasis de placer. Si ya no podía faltar algo más, todo ello acompañado por fuegos artificiales lanzados desde lo más alto del macro escenario diseñado para la gira.

Sin dejar tiempo para pensar, los riffs de "Shoot to Thrill" comenzaron a sonar en lo que sería el primer homenaje a Back in Black, el mítico disco de la banda. Un pequeño paso por uno de sus primeros discos, el Let There be rock, con el tema "Hell Ain't A Bad Place To Be", fue la antesala de los archiconocidos acordes de Back in black, que enloquecieron de forma generalizada a todos y cada uno de los seguidores presentes en el concierto.

"Play Ball", otro de los temas de su nuevo trabajo, rebajó un poco los ánimos que de nuevo subieron al máximo al sonar "Dirty Deeds Done Dirt Cheap", en una especie de montaña rusa de éxtasis sonoro al estilo acedecero.

Éxtasis con el punteo de "Thunderstruck"

Uno de los momentos más esperados de la noche llegó sin previo aviso. Los relámpagos proyectados en las cuatro pantallas gigantes del escenario anticipaban la locura. Angus Young no tardó en dilatar la espera comenzando el punteo de "Thunderstruck", al mismo tiempo que los gritos y brazos agitándose del público era ya una fuerza imparable. Continuando con el clásico "High Voltage" y el no tan clásico "Rock 'N Roll Train".

A pesar de no interactuar en demasía con el público AC/DC no defraudaba en lo que saben hacer mejor, tocar. Y tocar acompañados de un espectáculo visual que quedó latente con la aparición de la campana gigante de "Hell Bells", que continuó con "Baptism of fire" y terminó en uno de los mejores temas de la banda, "You Shook me all night long" que fue coreado por más de 50.000 gargantas, camuflando en parte el cansancio ya latente de Brian Johnson.

Antes del final sonaron las longevas "Sin City", "Shot down in flames", "Have a drink on me" y "TNT" en un bloque que culminó con el esperado solo de Angus Young en un derroche de motivación, sudor y movimientos espasmódicos que terminó con el pequeño gran guitarrista subido encima una especie de platillo volante, mientras se retorcía poseído por la fuerza del rock, dando vueltas en el suelo y tocando, todo al mismo tiempo.

El colofón de fiesta no podía ser otro que uno de los temas insignia de la música rock y de la música en general, "Highway to hell" que fue culminado por el atronador sonido de las salvas de los cañonazos del "For those about to rock (we salute you)" y todo el juego de luces del escenario en un delirio visual incomparable.

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