Algunas de las bandas más grandes de la historia son objeto de polémica continua: mientras que cuentan a sus fans incondicionales por millones a lo largo del mundo, también se convierten en blanco de las iras de buena parte del panorama de aficionados a la música popular. Del mismo modo, por cada portada, artículo o entrevista que protagonice un músico, surgirán ecos positivos y negativos que en ocasiones llegan a un nivel de antagonismo que hace que olvidemos el verdadero motivo de su notoriedad: su obra musical. El hecho es que, ruido mediático aparte, habría que ser algo estrecho de miras para no reconocer los méritos de una banda tan célebre como U2, muchos de los cuales están encarnados en la figura de su carismático líder, Paul David Hewson, también conocido como Bono. Un artista que hace 55 años este 10 de mayo, y cuya influencia dibuja una estela tan grande como el propio aparato logístico de su banda.
Nacido y criado en el barrio dublinés de Finglas, sus orígenes musicales arrancan con la banda de toda la vida, un proyecto iniciado en el colegio al responder a un anuncio que había colocado el batería Larry Mullen Jr. para formar un conjunto musical. El proyecto, completado con la guitarra de David Howell Evans (más conocido como The Edge) y el bajo de Adam Clayton, fue bautizado finalmente con el nombre de U2, convirtiéndose con el tiempo en uno de los fenómenos musicales de los últimos treinta años. Desde los comienzos de la banda, Bono destacaba tanto por su rango vocal como por su intensidad y expresividad en las actuaciones en vivo. Un magnetismo que fue incorporando a las letras del conjunto, siempre dotadas de un carácter apasionado, religioso y espiritual en unos momentos y decididamente ideológico en otros.
Los primeros apuntes del universo lírico del frontman los podemos apreciar en los tres primeros trabajos de la banda, editados entre os años 1980 y 1983. En discos como Boy, October y War, la banda proponía un paso más allá del post-punk, y sustentaba su carácter tanto en las atmósferas intensas dibujadas por The Edge como en la potencia como vocalista y letrista de un cantante que firmaba composiciones tan recordadas como "Sunday bloody Sunday" o "New Year’s Day". Ya en aquellos tiempos, Bono cantaba con furia y pasión acerca de la utilización de la paz como fuerza que debía estar presente en todos los conflictos y desigualdades, un mantra que le acompañará hasta el día de hoy, y que ha generado no pocas críticas a su figura. Pero su indudable presencia escénica fue uno de los detonantes del éxito de la banda desde aquella época, logrando despertar el interés de mercados como el norteamericano, algo nada sencillo para las formaciones europeas. Precisamente esta comunión con los aficionados motivará sus primeros grandes éxitos en la década de los ochenta, junto a la figura del artista y productor Brian Eno.
La primera gran explosión llegaría con The Unforgettable Fire, álbum de 1984 que ampliaba sus fronteras de mercado al mismo tiempo que recogía una inquietud musical que mostraba sus primeros guiños a la música norteamericana, materializados en el inmenso tema "Pride (In The Name of Love)", inspirado en la figura de Martin Luther King. Aunque si hubo un punto de no retorno para situar a la banda en lo más alto del mundo musical, habría que buscarlo en la publicación de The Joshua Tree, producido nuevamente con el concurso de Brian Eno y en el que la banda expresaba en un contexto de rock-pop más reconocible el ideario tanto amoroso e introspectivo como ideológico y espiritual de su frontman.
Lleno de canciones tan icónicas como "With or Without You" o "I Still Haven’t Found What I’m Looking For", el disco marca el comienzo de U2 como Números Uno absolutos a nivel mundial, al tiempo que genera los primeros antagonismos entre los fans, el precio del éxito a nivel de reconocimiento que siempre se repite en la música moderna. Otro de los temas del álbum, Where The Streets Have No Name, incide en el tema de la pobreza en África, motivo recurrente en el activismo de Bono hasta nuestros días.
En 1988 llegaba el extraordinario Rattle And Hum, acompañado de un documental en el que les observábamos junto a figuras de la talla de BB King. Impregnado de sonidos de raíz rock, blues e incluso con retazos de gospel, manifiesta en temas como"Desire", "Angel of Harlem" o "When Love Comes to Town", mostraba a una banda respetada en Estados Unidos a un nivel desconocido en aquellos días para casi cualquier otro artista contemporáneo a los de Dublín. Y la llama estaba lejos de apagarse, aspecto que quedó de manifiesto en su transición a la década de los noventa con la aparición de Achtung Baby, disco en el que la banda preparaba su migración sonora a tintes más electrónicos y probaba terrenos más experimentales. Además de otros temas de gran calidad, el álbum contenía una balada arrolladora como One, una de las más radiadas en todo el mundo en las dos últimas décadas.
Llegados a este punto, se produce otro hito en su carrera con el comienzo de sus faraónicas giras, acompañadas de un volumen de espectáculo y tecnología tan opulento como efectivo. Con la realización de su Zoo TV Tour, U2 se destaca como el grupo más solicitado para llevar su show en vivo. Un aspecto que les ha acompañado hasta el día de hoy, y para el que Bono creó en aquellos días una especie de alter ego escénico en el que se reía de sí mismo y de su condición de estrella de la música. Y es que, a pesar de la seriedad de sus actividades humanitarias (una actitud que en ocasiones ha llegado a cansar al seguidor musical), el vocalista puede presumir de ser el primero en golpear a su propia vanidad. Con la publicación del arriesgado Zooropa (1993) y el infravalorado Pop (1997), la banda se metió en terrenos musicales algo más difusos, pero su poder de convocatoria seguía siendo imparable.
En la pasada década, Bono y los suyos regresaron a un sonido algo más clásico con All That You Can’t Leave Behind, con el que ellos mismos declaraban que querían recuperar el trono de "mejor banda del mundo", y volvieron a reventar las listas con el single "Vertigo", que presentaba el How to Dismantle an Atomic Bomb de 2004. Y si bien sus dos últimos trabajos han estado algo alejados de su reputación musical –además de ganarse severas críticas de algunos compañeros de profesión por la difusión gratuita del último de ellos- hay que recordar que, tanto Bono como el resto de la banda siguen siendo referencia para una gran parte del mundo musical. No hay más que contemplar los esfuerzos que tantas y tantas bandas (quizá Coldplay sea el ejemplo más claro) han invertido para parecerse a estos cuatro músicos. Un equipo cuyo capitán de 55 años sigue desatando pasiones, al tiempo que termina de reponerse del accidente de bicicleta sufrido hace unos meses. Como regalo de tan señalada ocasión, la banda ofrecía un concierto sorpresa disfrazados en el metro de Nueva York, en el que una vez más, demostraban su capacidad de seguir siendo, a pesar de los años y las circunstancias cambiantes, un referente mundial.