José Luis Perales cumple este domingo, 18 de enero, setenta años. Lleva, exactamente, cuarenta y dos dedicado a la canción. Los últimos,-ya habiendo rebasado el medio millar de canciones estrenadas, con una consolidada carrera y un respetable patrimonio ganado a pulso-, ya muy tranquilos, sin el eco de los éxitos conseguidos a partir de mediados los años 70, durante un largo decenio.
Resumamos diciendo que es uno de los más importantes baladistas, quien nunca se consideró un artista, sino alguien que tocaba la guitarra en la rondalla de su pueblo, Castejón, y poco a poco, contando historias sencillas, con prosa clara y directa, con música nada estridente y una voz sin impostar, llegó al corazón de millones de personas, aquí, y en la América hispana. Eso sí: recibió el escarnio de ciertos críticos con una ferocidad que no empleaban con otros intérpretes, cuando no era silenciado por casi el resto.
"Nunca olvidaré- me contaba- cuando al principio de mi carrera me presenté por vez primera en una sala madrileña que estaba muy de moda, "Claofás". Al día siguiente apareció un comentarista diciendo que yo tenía cara de pobre maestro de escuela. Hubo otro que cuando recibí el primer trofeo por una canción me espetó que qué pensaba yo, habida cuenta de que mi voz no valía absolutamente nada. Lo curioso es que cuando comencé a ir a Sudamérica decían de mí que tenía una voz dulce. Y resulta que en mi propio país no me toleraban esos críticos. Pero, vamos, eso le sucedía también por entonces aquí a Julio Iglesias".
Les añado, cosecha propia, otra de esas anécdotas sangrantes: José María Íñigo, en sus años dorados al frente de Estudio abierto, su excelente programa de la Segunda Cadena, fue requerido para que incluyera en él una noche a José Luis Perales. Transcurría el año 1979 y los directivos de la casa de discos del conquense tenían mucha fe en un tema, "Me llamas". Recordemos que, para entonces, ya era muy popular con éxitos como "Celos de mi guitarra", "Canción de Navidad", "Cosas de doña Asunción" y, en calidad de autor, gracias a "Porque te vas", que le había estrenado Jeanette. Pues, ¡ni con esas! El sin duda acreditado presentador bilbaíno de los mostachos, se cerraba en banda: "Si programo a Perales que es el cantante más triste del mundo, me baja la audiencia". Entre "tiras y aflojas", Íñigo "se cayó del burro". Y la audiencia aquella noche no descendió, en tanto "Me llamas" fue camino del número 1 de las listas.
Y, a propósito de "Porque te vas", que Carlos Saura incluiría años después de aparecer el disco en la banda sonora de Cría cuervos, su autor me confió: "La compuse en veinte minutos un día que estaba de malhumor". Pocas veces logramos enterarnos cómo, cuándo, dónde y por qué nacen determinadas melodías. En el caso de "Y ¿cómo es él?", sí. Porque de este modo nos lo contó José Luis Perales: "Yo he compuesto casi todo mi repertorio en "El refugio", una pequeña casita que tengo en mi pueblo, en pleno campo. Y allí, acordándome que Julio Iglesias se acababa de separar de Isabel Preysler, se me ocurrió esa historia, con aquello de en qué lugar se enamoró de ti, y cómo es él y a qué dedica el tiempo libre… Ya compuesta la canción y como siempre he hecho se la di a conocer a Manuela, mi mujer, para ver que le parecía. Y ella me dijo que no le gustaba nada. Cuando le añadí que no era para que la estrenara yo sino Julio Iglesias, estuvo ya de acuerdo, porque pensaba que la gente iba a mal interpretarme, a decir que yo era un hombre blando contando esas cosas, así es que sería mi representante, José Luis Gil, quien me convenció que debía darla a conocer yo". Este Gil apostillaría después que a la mujer del cantante no le había agradado aquella historia por si alguien pensaba que tuviera que ver algo con ella.
José Luis Perales se casó enamoradísimo de Manuela Vargas (estuve invitado en aquella boda celebrada en Cuenca) y siempre han disfrutado de un hogar estable, con dos hijos que contribuyeron a su felicidad, Pablo y María, a los que mantuvieron siempre lejos de los "flashes" de los reporteros. A ambos les dedicó el cantante un par de baladas plenas de ternura. El primogénito nació con una grave enfermedad cerebral que, pareciendo incurable, alarmó a sus padres. Fui confidente de los lamentos que me hizo José Luis en su casa una tarde, apesadumbrado, creyendo que Pablito podría morirse o quedarse con la mente seriamente dañada. Ni que decir que no publiqué detalles escabrosos de aquello, para no herir la sensibilidad del querido matrimonio ni romper su intimidad. Cuando salía a cantar ahogaba su pena como buenamente podía. Afortunadamente, el niño superó aquella desgracia. Hoy, Pablo Perales es productor discográfico, trabaja con su padre y ha realizado trabajos discográficos varios, entre ellos una de las últimas grabaciones de la granadina Rosa, "Propiedad de nadie".
José Luis Perales apagará en la intimidad de su hogar las setenta velitas de su vida. En la que hay más luces que sombras. Con un bagaje artístico positivo. Sépase que en 1987 la todopoderosa multinacional CBS le hizo un contrato para todo el mundo de habla española por el que se rumoreó había percibido ¡mil millones de pesetas! A cambio naturalmente de una determinada cantidad de discos durante más de diez años. Quince estuvo con la compañía. Ya en las postrimerías del siglo el repertorio nuevo del conquense tenía menor respuesta de la gente. Pero él, que es muy tenaz en sus trabajos, aun no estando tan de moda, siguió componiendo en silencio. Aunque sus letras y partituras fueran por ejemplo para Isabel Pantoja ("Marinero de luces", disco con el que reapareció tras un año de viudedad) o con destino a Rocío Jurado ("Rocío de luna blanca").
Su último disco es de 2012, "Perales calle Soledad". El mismo título que sigue desde entonces utilizando en sus actuaciones. Inicia la próxima semana una nueva gira allende el Atlántico: por Chile, Uruguay y Argentina. Sigue siendo el mismo tipo de siempre. Entre tantas otras confesiones que me hizo a lo largo de muchos años de trato, recurro a esta como broche final: "Yo soy para quien escucha mis canciones como el vecino del piso de abajo. Y nunca quise ser una estrella".