Hace pocos días se confirmaban las próximas actuaciones de Joan Baez en nuestro país. Una serie de eventos, que se abordarán en una línea más íntima (como parte de su gira An Evening with Joan Baez), con los que el púbico de Bilbao, Barcelona, Madrid, Gijón y Santiago de Compostela, recordarán la historia a través del folk-pop de la veterana artista. Porque la voz de Joan Baez ha ejercido de cronista subversiva durante tanto tiempo que, de forma inevitable, asociamos momentos decisivos de la historia a través del poder evocador de sus cuerdas vocales.
En sus primeros años de actividad, Joan desembarcó en 1959 en el reputado Festival de Newport, santuario de la música folk norteamericana, con tan sólo dieciocho años de edad. Su impacto en la escena motivó la primera de sus grabaciones de larga duración en 1960, en el que la artista incluía la primera de sus incursiones en la lengua castellana: El Preso Número Nueve.
El disco, si bien no cosechó un gran éxito, sirvió como primer paso hacia el reconocimiento a nivel popular, que le llegaría con su segundo trabajo al año siguiente. Desde sus primeras grabaciones, Baez siempre destacaría más por su trabajo en versiones y arreglos de canciones tradicionales y de otros músicos del género, dejando en un segundo lugar sus propias composiciones. Aunque su magia residía en una maravillosa voz clara, con la que la parte más emocional del folk cobraba vida de forma espectacular.
Escenario con Bob Dylan
Por aquellos días, Baez compartió escenario con un desconocido joven recién llegado, que respondía al nombre artístico de Bob Dylan. Junto a él compartió parte de la agitada década de los sesenta, y de la mano avanzaron al territorio de la canción protesta, movimiento decisivo en la música de una década marcada por las reivindicaciones en el terreno de los derechos civiles.
Dylan compuso varias canciones para ella, y la versión de Baez del clásico Blowin’ in The Wind sigue siendo, aún a día de hoy, la más reconocible de este himno. Baez llevó su voz y su guitarra en no pocas ocasiones a diversos actos de protesta no violenta, como los conducidos por Martin Luther King, y su presencia quedaba respaldada con el amplio seguimiento de sus actuaciones en vivo. Como prueba, su presencia en el Festival de Woodstock en 1969, o el Concierto por Bangladesh de 1971.
Ligada al activismo
Tras la agitada época de aquel período, Baez siguió ligada al activismo, aunque desde una postura muy personal, basándose siempre en el concepto de la no violencia, y desafiando algunos clichés como los relativos a las drogas (que siempre rechazó a nivel personal) o a las modas. Hay que tener en cuenta que, a medida que avanzaban los años setenta, algunos exponentes del folk-protesta habían tomado una dirección diferente en sus letras: Joan Baez no sólo permaneció en aquel terreno, sino que además fue dando más cabida en su repertorio a letras propias.
De este período, son ineludibles sus discos "Gracias a La Vida" (1974) y "Diamonds & Rust" (1975). Lo cierto es que vista en perspectiva, la carrera de la artista parece más coherente que la de muchos de sus contemporáneos. A medida que llegaban los ochenta, Joan Baez se acercaba más a territorios acordes a sus cambios en la voz, con matices de pop, country y gospel (con momentos vibrantes a capella, marca de la casa). Un repertorio que llega hasta nuestros días, con más presencia en los directos (normalmente, ligados al activismo en todo el mundo) que en materia de trabajos de estudio.
Así que, décadas después de su llegada a esa crónica no oficial del mundo que es la música, Joan Baez sigue narrando para su público. Los que deseen escuchar alguna historia, no tienen más que acudir a su encuentro el próximo marzo.