Joaquín Sabina celebró los quince años de 19 días y 500 noches en Madrid con un concierto interruptus. El cantautor sufrió "un Pastora Soler" y, tras interpretar un fragmento de "Y nos dieron las diez", dijo que no se encontraba en condiciones y clausuró el chiringuito.
Sabina había agotado en una sola mañana las entradas para ese concierto. El público nacional –la gira ya había sido desarrollada en América Latina- tenía hambre de sus canciones. La gente se empapaba mientras hacía cola para acceder al Palacio de los Deportes de Madrid, que ahora se llama Barclaycard Center, al estilo de Vodafone Sol.
El show arrancó con quince minutos de retraso. "Ahora que tengo un alma que no tenía. / Ahora que suenan palmas por alegría", cantaba un Sabina, aparentemente, contento. Cuando interpretó "Yo me bajo en Atocha", el himno extraoficial de Madrid, el recinto parecía una misa evangelista. 14.000 almas acompañaban al de Úbeda. "19 días y 500 noches" convirtió al Barclaycard este en un tablao rumbero. "Una canción para la Magdalena" sobrecogió al personal. Todo iba de perlas.
Entonces, Sabina hizo su tradicional descanso, cediendo el escenario a sus músicos Jaime Asúa y a Pancho Varona quienes, respectivamente, interpretaron "El caso de la rubia platino" y "Conductores suicidas". Cuando el cantautor volvió, dijo que entendía lo que estaba viviendo Pastora Soler, porque a él le estaba pasando lo mismo entonces. El público le brindó una ovación calurosa y piadosa. Recitó unos versos maravillosos y cantó "Cerrado por derribo". El concierto siguió su curso, aunque Sabina estaba medio ido, con la mirada triste y perdida. Cuando cantó "Noches de boda/Y nos dieron las diez", dijo que había preparado unos bises, pero que se encontraba mal. Sus últimas palabras antes de retirarse fueron: "Muchísimas gracias. Lo siento mucho". Y se fue.
Por su parte, la gente estaba desconcertada. "Si actúa el martes, vale, pero si no, este se retira", decía una señora. También había mucho personal enfurecido. "Menudo timo", se lamentaba un joven. No sonaron "Princesa", ni "Contigo", ni “Y sin embargo”. Al final, todo se tradujo en una duda: ¿será capaz Joaquín de seguir siendo Sabina? Esperemos que sí.