No se conoce ni por quién, ni cuándo exactamente, se acuñó el término "canción del verano" en España, que se adjudicaba anualmente a alguna de las muchas melodías del momento, teniendo como pretexto simplemente el que fueran divertidas, superficiales y desde luego, con ritmo. Debió ocurrírsele a algún avispado directivo discográfico o a un comentarista musical, de prensa o radio. El caso es que la denominación hizo fortuna, no porque resultara original sino porque se repetía cada estío, entre jurados de los medios de información, cuando no era cada casa de discos la que elegía libremente un título de su marca. La manera de publicitar mejor un producto ligero, comercial, que muchas veces sería tachado de hortera y cutre. Pero que en verbenas de entonces, ferias de pueblo, chiringuitos playeros, discotecas concurridas invitaban siempre a salir a la pista a mover el esqueleto como si nos hubiera entrado por el cuerpo aquel llamado "baile de San Vito".
Hemos indagado sobre el asunto para resolver que esa expresión empezó a circular hacia 1963, en concreto para dedicarla a "Cuando calienta el sol", creación de un cuarteto cubano, los Hermanos Rigual, que sonó a todas horas en aquel verano. Muy probablemente dicho concepto pudo ser sencillamente una copia del concurso italiano "Un disco para el verano", que tenía lugar en aquellos primeros años 60. Después, han sido incontables los temas que tuvieron la misma etiqueta. Trataremos de seleccionar, echando la vista atrás medio siglo por este túnel del tiempo musical, aquellos números más celebrados, unos pocos nada más, ciñéndonos al espacio del que disponemos, algunos de los cuáles aún se recuerdan.
En 1964 Luis Aguilé triunfaba con "Dile", adaptación de "Tell Him". Quien estrenó al año siguiente, en disco, "Chico ye-yé", pero la que le ganó la partida fue Conchita Velasco, con una creación que cambiaba de sexo en el título. Aún en estas calendas se escucha "Chica ye-yé", sin el artículo "la", tal y como la firmó su autor, Augusto Algueró. Hay que reconocerle al intérprete argentino que fuera asiduo en esas listas veraniegas, porque en 1966 presentaba su versión de "Juanita Banana", en tanto Los 4 de la Torre nos "daban la barrila" con "Vuelo 502". Otro argentino, que componía canciones pegadizas como si fueran churros, Palito Ortega sonó con "La felicidad", en 1967. Y doce meses después, muy orgullosos de que hubiera ganado el Festival de Eurovisión, Massiel estaba "hasta en la sopa" con el tan traído y llevado "La,la,la".
No hubo duda en el verano siguiente, cuando un trío sevillano (cuarteto en alguna ocasión), Los Payos, se alzó justamente como vencedor del título en liza con una rumba, "María Isabel". Para que en 1970 fueran Los Diablos quienes lo obtuvieran con "Un rayo de sol". "Help", en la voz del llorado Tony Ronald, triunfó en 1971. De nuevo Los Diablos volverían un año después, con "Oh, Oh, July". Pero Manolo Escobar arrasó con "Y Viva España". Lo que pasa es que no aparecía en las listas de éxitos por oscuras y nunca bien explicadas razones. ¿Y quién podía discutirle en 1973 a los Fórmula V su número 1 "Eva María"? Este quinteto madrileño sería habitual en los éxitos de muchos más veranos. Por ejemplo, en el siguiente, con "La fiesta de Blas", claro que con la competencia de Las Grecas y su archiconocido "Te estoy amando locamente" y los ya citadísimos Diablos con "Acalorado".
Otro nombre vinculado a un repertorio totalmente festivo es el del francés Georgie Dann, residente en Madrid desde mediados los años 60, cuando lo conocí e interpretaba otro tipo de canciones, más melódicas. Pero encontró su filón adaptando números sudamericanos que estrenaba cada verano delante de un grupo de bailarinas con poca ropa: "El bimbó", de 1975 y en años posteriores "Carnaval, carnaval", "El africano", "El negro no puede", "El chiringuito", "La barbacoa"… Un fijo todos los años, abonado a un indiscutible éxito popular. Yo lo nombro ahora mismo "el rey de las canciones del verano", título que se ha ganado a pulso durante tres decenios al menos.
Como no pretendemos que esta lista sea exhaustiva nos saltaremos a propósito algunos años, aunque en los 80 hemos de convenir que el título de "canción del verano" fue perdiendo fuerza. No obstante, canciones pachangueras las hubo. Por ejemplo, "Baila", de un rubito que derretía a sus "fans", Iván, en 1985. O el "¡Aquí no hay playa!", que Los Refrescos impusieron "a toda pastilla" en los programas radiofónicos de la época, año 1989, a ritmo de ska, cuya letra humorística aludía a que los madrileños no disfrutaban del mar. Los Manolos eran unos cachondos que grabaron "Pasión Condal", en tanto también en aquel 1991, el siempre divertido Emilio Aragón, tan polifacético, cantaba aquello de "Te huelen los pies". ¿A qué no han olvidado aquello de "… dale a tu cuerpo, alegría, Macarena…"? Un estribillo machacón con el que se hicieron millonarios Los del Río a partir de 1995, que sonó no ése sino muchos más veranos. Y se escucharía mucho igualmente "El tiburón", de Proyecto Uno; "María", de Ricky Martin, que impuso el estilo de los cantantes-bailarines; Jarabe de Palo con "La Flaca", que arrasó; el "Dame más", de Alex de la Nuez, y así fueron sumándose cada estío canciones con letras desenfadadas, algunas rayanas con el disparate, y mucha marcha: "La Bomba", de King África, aquel "Corralito" de El Koala, el "Aserejé" de Las Ketchup… Los invito a que nos digan cuáles fueron sus "canciones del verano", las que más bailaron, las que les traen mejores –o peores- recuerdos.
¿Qué queda de todo ese arsenal veraniego de canciones? Algunas, vuelven de vez en cuando a escucharse. Las más, han quedado como un eco lejano, como fugaces son siempre los veranos, cuando el otoño está a dos semanas vista. Pero acaso nos alegraron un momento al lado de la playa, la piscina o el chiringuito. Como un refresco. Como burbujas que desaparecen en un santiamén.