Noche de emociones, resarcimiento, entrega y de promesas cumplidas, la vivida en el Festival Internacional del Cante de las Minas con la actuación magistral del cantaor catalán e Hijo Adoptivo de La Unión, Miguel Poveda, según han informado fuentes de la organización del festival en un comunicado del que se hace eco Europa Press.
Con un lleno absoluto y un emocionado público, que desde el principio cayó rendido a sus pies, Poveda regresó, por segundo año consecutivo, a la Catedral del Cante para cumplir con su palabra. "Os debo una, volveré", dijo tras su actuación del año pasado. Y sí, regresó, "sin bronquitis, muy agradecido y dispuesto a darlo todo en mi tierra, La Unión", señaló el artista.
"Vengo a quitarme una espina", dijo antes de que comenzara su actuación, fingiendo entre bromas una hipotética afonía, ante la presencia de su público más incondicional. Acompañado a la guitarra por Chicuelo, Carlos Grilo, Miguel Ángel Soto 'Londro' a las palmas, y Paquito González a la percusión, Poveda ofreció un Recital de Cantes Flamencos por cantes de levante con minera y levantica, entre otros, cantiñas, bulerías de Cádiz, malagueñas y abandolaos, tientos y tangos, martinete, soleá y fandangos.
Uno de los momentos más señalados de la noche, que fue creciendo en intensidad, fue cuando Poveda, sin la intención de caer en sentimentalismos, quiso dedicar la soleá a su padre, nacido en el pueblo lorquino de La Paca, que "el 14 de agosto de 1993 no cabía de gozo cuando llegué a recoger en este pasillo hasta cuatro premios", expresó el "hijo adoptivo de La Unión". También tuvo palabras para su madre que "en La Unión se siente como en casa y esta noche me acompaña de nuevo".
Tras el repertorio, expresó, "espero haber estado a la altura", mientras destacó "el respeto y la respuesta de los asistentes en la selección de cantes que había seleccionado para la ocasión", ya que, confesó, "me ha sorprendido que no hayan pedido nada fuera del guión".