Mucho nos complace ocuparnos de vez en cuando de jóvenes valores de la canción, como hoy es el caso de la onubense de Almonte Sandra Carrasco que, a sus treinta y dos años, aborda en su segundo disco, "Océano", recién salido al mercado, una nueva aventura musical a camino entre el bolero, el tango, la bossa nova, la balada pop… Antes de ello era sólo conocida en los ámbitos del flamenco, género al que no va a renunciar. Pero lo complementa con aquellos otros.
Lo que hace Sandra Carrasco no es copiar, imitar a quienes crearon piezas clásicas en los ritmos mencionados. Sería un error. Acomete versiones convirtiéndolas en melodías suaves, románticas. Por ejemplo: no se le ocurre interpretar boleros con tonos desgarrados, a la manera por ejemplo de Olga Guillot. Prefiere acentos más íntimos, sin llegar al susurro pues cuenta con una bonita y potente voz aguda.
Es evidente que los que adoran la forma de cantar el bolero al estilo latino o el tango salido de un cafetín del barrio bonaerense de la Boca acaso queden decepcionados. Pero está claro que lo que pretende la artista y sus mentores es ofrecer una visión distinta para una generación que no tiene, en general, por supuesto ni memoria ni muchos conocimientos musicales del pasado, con las excepciones que se quieran. Sus versiones merecen un aprobado alto. Encontramos sobresaliente la labor del productor, Julio Martí, que ha conseguido reunir a magníficos instrumentistas, empezando por el director musical Chuchito Valdés, descendiente de una saga encabezada por Bebo, su abuelo, y su padre, Chucho. Y están a sus órdenes Javier Colina, Jerry González y otros nombres brillantes, familiarizados con el "free-jazz", que sirve de feliz acompañamiento a la estupenda voz de Sandra Carrasco.
El repertorio reunido en "Océano" es variado: "Resistiré", la feliz balada pop-rock del Dúo Dinámico, que nuestra protagonista canta lentamente, casi como un blues. Luego viene una de las mayores creaciones de Oswaldo Farrés, pura leyenda del bolero: "Quizás, quizás, quizás". Tan cantado por los más grandes del género, incluyendo a un macarrónico Nat King Cole. También de ese autor es "Madrecita", que compuso naturalmente para quien lo trajo al mundo… y que no nunca pudo escuchar porque era sorda. Lo popularizó aquí Antonio Machín, todo pasión y dulzura. "Cómo fue" es obra de un músico excepcional, el cubano Ernesto Duarte, que vivió unos años en Madrid, en los 60, como arreglista y director de orquesta en las oficinas de la RCA. El bolero lo dio a conocer en 1953 el genial Benny Moré y adquirió más trascendencia al incluirse en la banda sonora de la película Los reyes del mambo cantan canciones de amor. Sandra Carrasco nos lo ofrece con un atrayente acento sensual. Lo mismo que hace con "Envidia", uno de los mejores boleros españoles, original de los murcianos hermanos Gregorio y Alfredo García Segura, que les cantaron desde Antonio Machín a Vicentico Valdés. ¿Qué decir de "Piel canela", del sensacional Bobby Capó? Él le dio un aire de bolero-cha-cha-chá y Sandra no lo altera mucho. Pero es difícil que nadie pueda, no ya superar sino igualar la creación de aquel puertorriqueño.
"Sabor a mí" es un clásico del bolero. De uno de los más prolíficos y felices autores, Álvaro Carrillo, que también interpretaba sus canciones. De ésta hizo una difundidísima versión en inglés la estrella cinematográfica Doris Day. También entre tantos otros nombres Eydie Gorme y Los Panchos. Sandra tiene buen gusto, que evidencia en general en los quince títulos de su disco. Como en "Oh, que será", el exitazo del brasileño Chico Buarque, que antes conocimos en la estupenda versión de Ana Belén. También nos recrea la cantante de Huelva, aunque de forma más discutible, el precioso tango de Carlos Gardel "Por una cabeza". Y donde desde luego su voz es irreprochable es con un par de fandangos, uno en homenaje al legendario cantaor "El Carbonerillo" y otro de aires huelvanos en el estilo de Paco Isidro.
Así es que bienvenida sea Sandra Carrasco, que ya tiene experiencias internacionales, quien ha llevado su arte desde Sevilla y su Bienal, hasta Washington y varias capitales de Alemania.