El próximo jueves, 27 de marzo, se anuncia en el Auditorio Nacional de Madrid un recital flamenco de carácter benéfico junto a la representación de El amor brujo, de Manuel de Falla, en homenaje a Paco de Lucía (que grabara con su fabulosa guitarra en disco en 1978), a cargo de una de las más grandes figuras del flamenco: Carmen Linares. A ella le ha afectado mucho la desaparición del genial guitarrista, al que conoció a los dieciocho años. El padre de Paco llevó a su casa a Carmen: "Quiero que mi hijo te conozca, que sepa cómo cantas…". Así sucedió. Nerviosa, casi temblando al estar junto a su ídolo. Comprensivo, Paco la animó, bromeando de paso pero sabedor de que Carmen iba para grande del cante: "¡Quilla, si pareces una estudiante en vez de una flamenca…!" Luego serían grandes amigos y coincidirían en los escenarios en varias ocasiones.
El estreno de El amor brujo se produjo hace casi cien años, el 15 de abril de 1915 por la compañía que encabezaba la legendaria Pastora Imperio. Conocía ésta al autor teatral Gregorio Martínez Sierra y un día se atrevió a pedirle que le escribiera alguna canción, desde luego típicamente andaluza. Comentó el dramaturgo aquella petición a su gran amigo, el compositor gaditano Manuel de Falla. Vivía entonces el gran músico en el madrileño barrio de Salamanca, en la calle de Lagasca, e iba muchas tardes a casa de Pastora, que habitaba muy cerca, en una vivienda de la calle de Velázquez. Sentado al maestro ante el piano, recogiendo el sentimiento flamenco que le transmitía la genial bailaora y también cantante, fue componiendo una de sus más conocidas obras, El amor brujo.
No hará falta que insistamos aquí en que Martínez Sierra, pese a su fama teatral, no escribía sus comedias, sino su esposa, María Lejárraga. Aunque era él quien las firmase. Falla invirtió pocos meses en crear El amor brujo; exactamente desde diciembre de 1914 hasta abril del año siguiente. Se estrenó en el Teatro Lara de Madrid, con una fría acogida del público y la crítica, aunque se alabó a los intérpretes. Junto a Pastora Imperio, que bailaba, cantaba y recitaba, estaba su madre, otra bailaora de leyenda, Rosario La Mejorana, que estaba retirada, mas reapareció en dicha función junto a su hijo, el guitarrista. Nunca más volvió aquel espectáculo a los escenarios de igual forma.
Años más tarde, se convirtió en ballet dado a conocer por otra mítica figura de la danza, Encarnación Júlvez La Argentinita, con el asesoramiento de Federico García Lorca. Eso sucedía en 1933. En su compañía figuraba Miguel de Molina, aunque no llegó a actuar, enfadadísimo porque lo habían colocado el último en los anuncios. Al año siguiente se quitó la espina, pues Antonia Mercé La Argentina le ofreció el papel de El Espectro, en unas funciones en el madrileño Teatro Español compartidas con Pastora Imperio y Vicente Escudero. ¡Vaya cartel…!
Han sido, desde entonces, muchos grandes del cante y el baile los que han llevado a la escena El amor brujo. No hace muchos meses, sin ir más lejos, la excepcional Estrella Morente. En 1985 Carlos Saura trasladó al cine esa apasionada historia, con Antonio Gades y Cristina Hoyos de protagonistas, en tanto las canciones fueron interpretadas por Rocío Jurado acompañada por la Orquesta Nacional de España dirigida por Jesús López Cobos: "Canción del fuego fatuo", "Danza del fuego", "Romance del pescador", "Canción del amor dolido"…
Carmen Linares es conocedora profunda de El amor brujo. Y también de La vida breve, que ha representado en importantes escenarios internacionales. Se llama realmente Carmen Pacheco Rodríguez. El apellido artístico fue ocurrencia de su paisano Juanito Valderrama, en razón a su nacimiento en la ciudad minera jiennense el año 1951. De las peñas flamencas saltó a los escenarios ya como profesional a finales de la década de los 60. Tiene un variado repertorio del cante más puro, una hermosa voz y unas relevantes condiciones dramáticas. Elegante siempre. La primera cantaora que pisó el Teatro Real. Ha cantado a Lorca, los Machado, a Juan Ramón Jiménez, a Miguel Hernández a Borges. A los que este 27 de marzo evocará con sus poemas y cantes también Su gran vocación por el flamenco le viene de familia: su padre era un buen guitarrista, aficionado, ferroviario de profesión. Adolescente, Carmen se afincó en Madrid, donde continúa viviendo. Es una digna heredera de los cantes de La Niña de los Peines, que fue la más grande, inimitable en sus bulerías.
Carmen Linares es llamada "La dama del cante" y está en posesión del Premio Nacional de Música. En constante búsqueda de novedades ha combinado su voz con el acompañamiento de orquestas sinfónicas y agrupaciones de cámara. Una paya con duende, lo que no sólo es patrimonio de los calés. Está casada con el flamencólogo Miguel Espín. Rezuma arte y señorío cuando se sube a un escenario y, en la calle, procura ser siempre sencilla, asequible a cuantos se le acercan, un punto tímida, si cabe.