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Alfredo Fraile: "Julio Iglesias sufre una adicción enfermiza al éxito"

En Secretos inconfesables relata sus vivencias cerca del divo. "Isabel Preysler nunca se aprovechó económicamente con su divorcio".

Julio Iglesias en los setenta | Cordon Press

Alfredo Fraile, hijo de uno de los más grandes operadores del cine de postguerra, fue quien durante quince años, entre 1969 y 1984, convirtió a su amigo Julio Iglesias en un ídolo mundial de la canción. "No lo inventó nadie más que él mismo… pero yo hice que el mundo lo conociera". En su libro de memorias Secretos inconfesables, que acaba de salir a la venta, Alfredo relata sus vivencias cerca del divo descubriéndonos el ángulo menos conocido para el gran público, por ejemplo detalles sobre la pareja que el cantante formara con Isabel Preysler: "Ella se quedó embarazada antes de la boda. Quería irse a San Francisco y tener allí la niña, Chabely, pero él fue quien se empeñó en casarse. En secreto. Lo hicieron en Illescas (Toledo) ante un montón de periodistas". En los primeros tiempos del matrimonio Isabel acompañaba a su marido en sus primeras giras por Hispanoamérica. Desplazamientos largos, incomodísimos, a lugares donde incluso no le pagaban. Tras quedarse embarazada de nuevo, ya no pudo continuar aquellas tortuosas "tournées", en tanto él llegaba a estar varios meses fuera del hogar. Ella, esperándole. Y Julio, engañándola con un sinfín de mujeres. Su romance con una modelo argentina colmó el vaso de la paciencia de Isabel, se hartó, cortando por lo sano: "A la vuelta de un viaje de Julio desde Argentina ella fue a esperarlo al aeropuerto de Barajas y en la sala de equipajes rompió definitivamente con él. No lo dejó volver a casa, tuvo que venirse a la mía, totalmente hundido. Me pidió que contratara a un detective para que la siguieran. Ella no estaba con ningún otro hombre. ¿Pudo haberse salvado el matrimonio? Isabel, le había propuesto marcharse a vivir a los Estados Unidos, a San Francisco, donde tenía unos familiares. Pero aquello no prosperó. Tras la separación, fue ella quien se ocupó de gestionar la nulidad eclesiástica en el Tribunal de Brooklyn, tras conocer al Marqués de Griñón. Que obtuvieron alegando no ser conscientes de que su matrimonio no se podía romper. El doctor Iglesias Puga, al salir del Tribunal Eclesiástico, dijo a su ya exnuera, que se olvidara de salir en adelante en las portadas del ¡Hola! Se equivocó. Ella acapararía muchas más que Julio Iglesias.

Julio Iglesias en 1973 | Cordon Press

Alfredo Fraile nos cuenta que "a Isabel no le interesaba el dinero, era quien lo administraba en su matrimonio y tras la separación llegaron a un acuerdo amistoso, por el que percibiría 85.000 pesetas mensuales para la manutención de los tres hijos de la pareja. Una cantidad modesta. Ella no pidió más, nunca se aprovechó de la situación, detalle de una gran señora". En adelante, Isabel pudo visitar a sus retoños cuando éstos se fueron a vivir a Miami con su padre: "Se instalaba en casa de Julio y él se marchaba para dejarlos tranquilos".

Julio le confesó en sus principios a Alfredo Fraile: "Yo no canto: encanto". Pero detrás de su imagen de eterno seductor, se esconde la de un ser que tan bien conoce quien fue su representante durante tres lustros: "Es una persona tremendamente egoísta. Sufre una adicción enfermiza al éxito. Es voluble, frágil, inseguro, caprichoso. Quiere que todas las personas de su entorno se dediquen a mimarlo… sin él dar nada a cambio". Podría deducirse de esos comentarios que Alfredo Fraile es hombre vengativo. Lo conozco bien y sé de su bonhomía. De igual modo que traté bastante a Julio Iglesias. "No me arrepiento de haber sido su mánager ni de haberlo dejado. No te aguanto más, fue lo que le dije un día de 1984 harto ya de muchas broncas. Perdí muchos millones, porque después empezó a ganar mucho más dinero que conmigo. Pero para mí el dinero no es lo más importante en esta vida. Preferí dedicarme a mi familia. No me indemnizó cuando le dije que estaba harto de él pues no teníamos contrato alguno estipulado. Y eso que me había prometido muchas cosas, que nunca cumplió. Pero es que Julio no ha sido jamás generoso, luego no me sentí defraudado".

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Secretos confesables es un libro ameno que se lee con agrado. Alfredo Fraile no sólo nos cuenta chismes sobre los amores y amoríos del cantante, empezando porque la famosa libreta de números de teléfonos de chicas conquistadas por éste existe y que no llega ni por asomo a la cifra de tres mil de las que se vanagloriaba Julio. "Esa agenda obra en mi poder", dice Alfredo. Nos confirma cómo se encamó varias veces con Priscilla Presley, la viuda de Elvis. Que también conquistó a Bianca Jagger, la ex del líder de los Rolling Stones. Y que Bárbara Sinatra se convirtió en su más firme aliada, porque le encantaba su forma de cantar, para que Frank lo invitara varias veces a su casa de Los Ángeles y a su mansión de la Costa. "Al principio, Sinatra desconfiaba al verlo, porque yo había comentado acerca de Julio que una nueva leyenda de la canción estaba naciendo, pero luego terminaron simpatizando. Permitió que en una gran fiesta de cumpleaños Julio le cantara "Beguine the beguin", felicitándolo por su versión, cantaron además juntos en otra ocasión, lo que no coincidieron fue en el estudio donde se grabó el dúo de ambos".

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Alfredo Fraile se refiere también a la difícil relación que hubo siempre entre Julio y sus tres hijos nacidos de su matrimonio con Isabel Preysler. Y nos revela por qué se distanció el cantante de Enrique: "Elvira, la señora que cuidaba a los niños, fue despedida por Julio sin indemnizarla, ella lo demandó y, a regañadientes, él le pagó determinada cantidad de dinero. Cuando Enrique grabó en 1995 su primer disco no quiso pedirle nada a su padre y quien financió su lanzamiento musical fue "la Seño" con los dólares que percibió de Julio. Enrique fue a llevarle el disco a su padre y éste le comentó que era una mierda, que fracasaría como cantante. Tanto cuando vendió Enrique Iglesias un millón de discos, y luego alcanzó los dos millones, volvió a hablar con Julio pero éste siguió diciéndole que era por ser hijo suyo. Así es que Enrique le dijo que ya no necesitaba sus consejos. Y se acabó el tema. Para saber más cómo es Julio Iglesias no hay nada más que recordar que ni siquiera avisó a sus hijos de su boda con Miranda. En resumen: Julio Iglesias es una leyenda de la música que no sabe lo que es tener una familia. Me temo que le ha vuelto a ocurrir con su nuevo matrimonio".

Vuelvo a insistir en que las muy interesantes memorias de Alfredo Fraile no destilan bilis. Ni rezuman odio alguno. En lo referente a Julio Iglesias ocupan cuatrocientas páginas. Las doscientas restantes se refieren al trabajo que aquél realizó, tras dejar al cantante, como asesor de Adolfo Suárez, Silvio Berlusconi, Javier de la Rosa... Hasta estuvo al servicio de Hassan II. Pero de estos últimos asuntos me ocuparé en un próximo artículo.

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