Hace treinta y siete años que nos dejó en un trágico accidente de carretera. Su casa de discos esperaría, prudentemente, siete años para sacar al mercado el álbum "Canciones inéditas". Le siguió, en 1990, "20 grandes canciones", que recogía, claro está, lo mejor de la cantautora madrileña. Y en 1996 concluyó ese homenaje con un Cd que, como novedad, ofrecía dúos de la siempre recordada artista, incluyendo voces en estudio mezcladas con la de la difunta Cecilia, entre ellas las de Julio Iglesias, Ana Belén, Manolo Tena, Miguel Bosé y Soledad Jiménez. Pasaron unos años en los que parecía que la idolatrada intérprete había sido preterida. Hace dos, se la recordó de nuevo con un disco obtenido en directo durante algunos de los programas radiofónicos en que intervino, en la primera mitad de los años 70. El éxito obtenido animó a la misma productora discográfica, Rama Lama, a editar otro en 2012 con quince piezas inéditas, algunas de las que en su día no autorizó o mutiló la censura.
Dada la buena respuesta de los medios informativos y sobre todo del público, José Ramón Pardo, responsable de la empresa, indagó cerca de la familia de Evangelina Sobredo (así se llamaba la cantante) que le facilitó una serie de cintas donde Cecilia iba ensayando sus trabajos. Tras un minucioso proceso, en el que tuvo especial protagonismo con su paciencia y técnica Jesús Caramés, se pudieron reunir trece temas. Inicialmente estaban desperdigados, a trozos, en diferentes "cassettes". Con la guitarra de fondo de la cantautora. No eran una maqueta, por supuesto. Pruebas, lo que en el mundo del arte se conoce por bocetos. "Retales, una estrofa aquí, otra allá, en ocasiones separadas por años", recuerda Caramés. Se impuso una ardua tarea: reunir aquellos pedacitos, "que en unas ocasiones tenían sentido y en otras no". Y cortando, pegando, con el apoyo de su ordenador, fue completando canción y canción. Finalmente, excelentes profesionales (Julio Seijas, Bob Painter, Luis Delgado y Javier Bergia) arroparon con sus arreglos musicales y su técnica personal aquellos retazos que, en vida, no pudo grabar Cecilia.
Algunas de esas canciones inéditas en disco sí que las dio a conocer en algunas audiciones de radio, incluso en recitales. Pero en CBS no estaban entonces por la labor de sacarlas a la calle, en aquella época en vinilo, bien en Eps. de cuatro títulos, bien en elepé, de una docena por lo común. Su director general, Tomás Muñoz, hombre experimentado, me consta hizo comprender a la artista que esas canciones en las que ella tenía tanto empeño, no iban a resultar comerciales. Y la animaba a seguir la senda de "Un ramito de violetas", "Dama, dama", "Mi querida España"…
Dichas canciones desechadas por su casa de discos las había compuesto con mucho amor, muy inspirada tras la lectura de "Claves líricas", de Valle-Inclán. Era uno de sus clásicos preferidos. Y musicó algunos de sus poemas. Hemos de hacer un inciso: en el álbum mencionado al comienzo de nuestro escrito, "Canciones inéditas", sí que figuró uno de esos temas repudiados por la editora, "Doña Estefaldina". El único poema de don Ramón, "el de las barbas de chivo". Y es ahora cuando han visto la luz tales composiciones inéditas de Cecilia: "Soneto a Valle", que le dedicó Rubén Darío; tres poemas de aquel "eximio escritor pero extravagante ciudadano", como lo adjetivó el dictador Primo de Rivera; y otro poema más que la cantautora urdió en su día, emocionada. El resto de este disco, que lleva como título "Diálogos", contiene reflexiones de la autora, preguntas, apuntes en forma de letras cual retratos de corte literario… Y una curiosa grabación que lo cierra, como broche de oro: el esbozo de lo que luego sería "Un ramito de violetas".
Siempre le preocupó la muerte, que vuelve a mencionar siempre. Hace unos trazos de la solterona; refleja sensaciones de una pareja de viejos; la de una niña que se crió en conventos; la vigilia de una esposa en la repetida madrugada que él vuelve y ella le pide que se vaya de una vez con la otra… Son letras de una fina sensibilidad; un profundo trasfondo… Algo que no abundaba entre los compositores españoles de hace ya más de tres décadas, cuando Cecilia se escapaba de la vulgaridad reinante. Aún pudo gozar de la popularidad, el aprecio de miles de admiradores, y si no del todo, al menos recogió el reconocimiento de quiénes creíamos en su talento. Pero no tuvo tiempo de que su obra cristalizara en un número superior de trabajos. Se lo impidió, en aquella negra madrugada, su cita con esa fulana que es la muerte, al decir de Hemingway, en una perdida carretera de la provincia de Zamora, el 2 de agosto de 1976. Desde entonces no la hemos olvidado. Y este disco que acaba de salir, "Diálogos", con lo último que dejó grabado inédito, es un magnífico testimonio para continuar recordándola.