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Antonio Cortés: "Los secretos de la copla"

Sale el último disco de este joven rumano adoptado por una familia malagueña, y que lleva por título Los secretos de la copla.

Antonio Cortés | Cordon Press

Calentito, "recién salido del horno", está en la calle el nuevo disco, tercero de su meteórica carrera, de Antonio Cortés (al que no hay que confundir con el asimismo llamado, más conocido por "Chiquetete"), que nació en Bucarest hace veinticinco años, y fue adoptado en un orfanato de la capital rumana por una familia malagueña, de Nerja, cuando contaba dieciocho meses.

Huérfano de padre y madre, afirma no conocer su lugar de nacimiento y, en cambio, sentirse plenamente andaluz, acorde con sus costumbres más acendradas. Como la canción andaluza, de la que se ha convertido hoy en día en su más firme valor. Fue hace un decenio cuando, saliendo de Granada, de regreso a Nerja para pasar sus vacaciones estudiantiles y con malas notas en la mano, le hizo saber a su madre que lo suyo no eran los libros… sino cantar. Y ella, claro, no le hizo caso y lo castigó, prohibiéndole salir a la calle. Era Semana Santa y el muchacho fue a casa de su abuela, desde cuyos balcones se contemplaban las procesiones. En un momento determinado, al paso del desfile del Cristo de su cofradía, Antonio se arrancó con una sentida saeta, que se había aprendido concienzudamente. Tanto gustó a sus paisanos que, durante tres años seguidos, repitió aquel cante religioso.

Entre tanto, aprendidas docenas de canciones de Quintero, León y Quiroga, se apuntó al concurso "Se llama copla", de Canal Sur, donde quedó semifinalista. Fue su brillante inicio, corroborado en 2010 con su primer disco, Lo que a mí me está pasando, rematándolo con el segundo, un año después, Cuando quieras. Ha tardado dos más hasta llegar a su tercer trabajo, el más brillante de todos. Javier Limón, prestigioso productor discográfico, es el responsable de este excelente Cd, que lleva por título Los secretos de la copla. Pero aunque esa sea la leyenda que agavilla doce piezas, no todas responden a la tipología de tal género, pues se mezclan con boleros y baladas. Lo que da variedad a la muy cuidada grabación.

La única novedad, pues el resto son versiones, es "Carmen Amaya", que firma el mentado productor. Canción muy apreciable que evoca la figura de aquella racial bailaora catalana, de la que ahora se cumple medio siglo de su desaparición (y a la que dedicaremos una semblanza en próximo artículo). Las coplas clásicas que interpreta Antonio Cortés son media docena. Comenzando por "La rosa y el viento", de León y Quiroga, número esencial en el repertorio de Miguel de Molina, que lo grabó en 1941. Le sigue "Mi amigo", un soneto de Rafael de León musicado exquisitamente por Juan Solano, éxito en su día en la voz de Rocío Jurado, y luego por Rocío Dúrcal. Continuamos con "Puerto camaronero", pregón y sevillanas que con letra del padre de Carmen Sevilla, Antonio García Padilla y partitura de Juan Mostazo –uno de los más grandes autores de coplas, muerto prematuramente- diera a conocer la sin par Estrellita Castro. "Niña caracola" también fue un estreno de esta gran artista, allá por 1945, a ritmo de tanguillo gaditano. Siguiendo con Cortés, versiona "Tu ropita con la mía", creación insuperable de Concha Piquer, que le escribieron León y Solano. La selección coplera concluye con "Ay, mi Dolores", farruca que El Príncipe Gitano grabara en 1948 con un personalísimo quejío flamenco.

¿Qué ocurre con las versiones de Antonio Cortés con respecto a las originales? Que son distintas, con otros arreglos, con la personal forma de cantar del joven malagueño, muy diferentes. Pero más que aceptables: dignas, e interpretadas con mucho sentimiento a través de su preciosa voz. En cuanto al resto del disco, excelente también su versión de "Señora" –es difícil mejorar la creación de Rocío Jurado-; original la de una canción popular mexicana, "La golondrina" (de la que existen grabaciones inigualables de Pedro Infante y Plácido Domingo) y más discutibles otras versiones de universales boleros: "Piel canela", que con toques de mambo triunfara en 1958 en la voz de Bobby Capó y otros singulares boleristas cubanos; "Somos", que estrenara su autor, el argentino Mario Clavell, en la cima de este ritmo romántico; y "Alma mía", tema menos conocido de la muy reconocida María Grever, que en los últimos tiempos registraran en disco desde Luz Casal a Pedro Guerra. Antonio Cortés se mueve mejor en los terrenos de la copla, pero se le escucha con agrado en los otros géneros más ajenos a sus sentimientos. Porque es un artista. Aunque debiera centrarse en lo que mejor domina. Si se dispersa demasiado, que es el caso de algunas intérpretes femeninas que empezaron con la canción andaluza y terminaron con aburridas baladas, corre el riesgo, por lo menos, de despistar a sus seguidores.

Como noticia, a partir de diciembre iniciará una gira nacional, que lo llevará a Málaga capital, Barcelona, Madrid, Murcia… Sopesa estos días la posibilidad de abandonar su residencia en Nerja para asentarse en la capital de España. Su futuro artístico está en juego, con inmejorables perspectivas.

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