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La novia de Fidel Castro que inspiró a Luis Aguilé su 'Cuando salí de Cuba'

La canción está inspirada en una mujer de la que se enamoró, antigua novia de Fidel Castro.

Luis Aguilé | Archivo

El 10 de septiembre se cumplen cuatro años del fallecimiento de Luis Aguilé víctima de un cáncer de estómago. Se llevaba al otro mundo algunos secretos que no había querido desvelar en vida. Por ejemplo, la identidad de aquella mujer de la que estuvo muy enamorado y que le inspiró la más divulgada de sus canciones: "Cuando salí de Cuba".

Luis María Aguilera Picca –que así figuraba en su pasaporte con doble nacionalidad, argentina y española-, me dijo un día que deseaba publicar sus memorias, proponiéndome la posibilidad de que yo lo ayudara en la redacción de las mismas. Pero el proyecto se fue demorando y nunca se llevó a cabo, aunque sospecho que tal vez dejara escritos biográficos, en cualquier caso inéditos. Tiempo atrás de aquel ofrecimiento, yendo con él en su automóvil, me habló una noche, inesperadamente, de su apasionada historia amorosa en La Habana, a la que me referiré más adelante.

Luis Aguilé era, mediada la década de los 60, un ídolo juvenil de la música argentina. Por extraño que parezca a algunos, entonces cantaba rock and roll a la manera de Elvis Presley, ataviado con ceñidos pantalones y "chupa" de cuero. Lo que no le impedía interpretar asimismo melosas melodías del repertorio de Bing Crosby y Frank Sinatra. Su popularidad trascendió a otros países hispanoamericanos. En Cuba, arrasó. Me contaba Luis que en 1959 conoció en La Habana a un joven compositor que lo perseguía por radios y televisiones. Harto del acoso, acabó por atenderlo. Se trataba de Eduardo Davidson, quien pretendía a toda costa que le grabara un tema salsero. Así lo hizo Aguilé. Era "La pachanga", a la que le agregó una frase de su cosecha: "¡Mamita qué pachanga!". Fue quien la estrenó, aunque luego se hicieran cientos de versiones. "Y en todas aparecía mi frase –me refería Luis-, con lo que se demuestra que fui el primero en darla a conocer".

Esa y otras muchas canciones hicieron de nuestro protagonista una figura en la Cuba todavía gobernada por Fulgencio Batista. Allí ganó muchos pesos, que no podría sacar luego de la isla cuando los revolucionarios de Sierra Maestra se hicieron con el poder. Todavía no había abandonado La Habana tratando de recuperar sus ahorros, y hasta un disco de oro por las ventas de sus discos, que le habían confiscado, cuando se dio de bruces en el ascensor de un hotel ocupado por los castristas con el mismísimo responsable de las finanzas del nuevo régimen, el luego tan mitificado Ernesto "Ché" Guevara. El cantante le explicó sus cuitas y su entonces poderoso interlocutor, mostrándose magnánimo y hasta admirador suyo, llegó con él a este acuerdo: le permitiría desbloquear sus cuentas bancarias... con un considerable descuento. "Pude rescatar –me confió Luis- mil quinientos dólares de los dieciséis mil que tenía". ¡Y gracias, porque otros como él perdieron todo lo que poseían! Aguilé, entonces con veintitrés años, salió de estampida de La Habana, adonde jamás pisaría ya los pies. Pero en su memoria y en su corazón quedaría prendido un imperecedero recuerdo: el de una cubana que le había llegado al alma. Pasados unos años, la recordaría así: "Nunca podré morirme, mi corazón no lo tengo aquí. / Allí me está esperando, me está aguardando que vuelva allí. / Cuando salí de Cuba, dejé mi vida, deje mi amor. / Cuando salí de Cuba, dejé enterrado mi corazón... "

En aquel trayecto nocturno en su coche por las calles de Madrid, finalizando los años 60, Luis Aguilé me confesó, ante mi interés por conocer la identidad de aquel amor cubano, sólo esto: "Se trataba de una mujer que, antes de que yo la conociera, había tenido relaciones con Fidel Castro". Nada más me contó al respecto Luis; ni siquiera el nombre de quien había inspirado su ya célebre canción, que compuso, según me aseguró, ¡en dieciocho minutos!, con su guitarra, en casa de unos amigos, en Madrid. Es de suponer que llevara un tiempo elaborando en su mente letra y música y en esa reunión, las musas acabaron de dar forma a aquella balada, de la que acabarían haciéndose doscientas versiones en quince lenguas. Una de las más conocidas es la de The Sandpipers, celebrado grupo folk norteamericano, que alcanzó tres millones de copias.

Más de un millón de cubanos exiliados en Miami convirtieron entonces "Cuando salí de Cuba" en una especie de himno patriótico. Me reservé muchos años aquella confidencia sentimental de Luis Aguilé, pero no encontrando en ello nada que pudiera perjudicarlo me permití publicar dicha historia en uno de mis trece libros, "Canciones de nuestra vida", aparecido en 1994. Nada me dijo sobre el particular Luis, pero sí algo, bastantes calendas más tarde. Y es que esos exiliados de Miami se enfadaron al saber que la protagonista de esa canción para ellos simbólica había sido una antigua novia del barbudo dictador. Por lo que intuí, aquello había perjudicado a mi amigo Aguilé, quien nunca me echó en cara que yo hubiera divulgado su íntimo secreto. Era todo un señor, afable, de derechas, contrario a las dictaduras, amigo de sus amigos a prueba de cualquier malentendido, como lo fue éste. No estuvo nunca en mi ánimo contar nada que le causara problemas.

No obstante, en 2007, durante un cóctel en la SGAE, me pidió que, si yo estaba de acuerdo, le firmara una confesión mediante la cual, según creí entender, él quedara al margen de aquella historia con la novia de Fidel. Quedamos en citarnos para tal fin, pero nunca me llamó, aunque coincidiéramos en algún otro compromiso social. Me temo, vuelvo a repetir, que con su muerte el 10 de septiembre de 2009, se llevó para sí los pormenores de aquella historia amorosa que le inspiró su canción más conocida; incluidos los avatares que, supuestamente pienso, le incomodaron con los exiliados de Miami, aquellos que todavía sueñan con volver a su isla mientras no olvidan jamás "Cuando salí de Cuba".

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