No se da mucho entre los españoles la virtud de recordar a quienes, ya desaparecidos, dieron gloria a nuestro país. Tampoco se trata de estar todos los días rescatando recuerdos de figuras del ayer. Mas, permítasenos por nuestra parte, que de vez en cuando hagamos justicia con algunas de ellas cuando se cumple un aniversario en cifras redondas. Y el próximo jueves, 22 de agosto habrán transcurrido diez años de la muerte de quien fue el primer gran mito del cine español y de la copla: Imperio Argentina.
Nacida en Buenos Aires, el 26 de diciembre de 1910, era hija de padre gibraltareño y madre malagueña, de nombre Magdalena Nile del Río. Lo del sobrenombre artístico, miles de veces se ha contado ya que se debía al premio Nóbel Jacinto Benavente, quien tras contemplar una actuación de quien aún era una niña que bailaba y cantaba al son de una guitarra de su progenitor, acertó a rebautizarla –recordando a la gran Pastora Imperio y a Antonia Mercé "La Argentina"- como Imperio Argentina. Eso sucedía en 1922. Ya instalada en España a partir de 1925 desarrolló una intensa actividad en los teatros con un repertorio fundamentalmente de tangos, canciones y bailes folclóricos argentinos. Luego debutó en el cine mudo con la primera versión de La hermana San Sulpicio. Era una novela de Armando Palacio Valdés, quien se había inspirado en la propia vida de su segunda mujer, una gaditana que dejó el convento de monjas para contraer matrimonio con el escritor asturiano. Corría el año 1927. Siete años después protagonizó una segunda versión, ya sonora. Para entonces, Imperio Argentina tenía un interesante historial cinematográfico, tras permanecer tres años en París, donde rodó películas en español en los estudios de la Paramount, en Joinville; entre ellos uno con Maurice Chevalier y otro con su compatriota Carlos Gardel, Melodía de arrabal. Del inmortal cantor de tangos se llegó a decir que era homosexual. Trasladé ese rumor a la propia Malena (que es como le gustaba ser llamada nuestra protagonista), y me contestó que era un bulo sin fundamento: "¡Bien que me "tiró los tejos" y trató de llevarme al huerto!".
Tras aquella segunda versión de La hermana San Sulpicio, donde cantaba sus célebres Sevillanas Imperio ("¡Viva Sevilla y olé, viva Triana…!") es cuando comienza su despegue como estrella de un cine folclórico, con guiones sainetescos trufados de coplas, realizados tanto con extremada pericia técnica y artística como dignidad, sin caer en esa denostada España de pandereta. Claro que dirigiéndola tras las cámaras estaba su marido, uno de los pioneros del cine español, el aragonés Florián Rey. La filmografía de ambos tuvo grandes éxitos populares, aún en el recuerdo de muchos: Nobleza baturra, Morena Clara, y Carmen la de Triana (esta última rodada en los estudios alemanes de la Ufa en 1937). De ellas nos han quedado en la memoria inolvidables coplas: La segadora y el carretero, Es de España y sus regiones, Rocío, El día que nací yo, Falsa monea, Échale guindas al pavo, Antonio Vargas Heredia, Carceleras del Puerto… Imperio Argentina era la más popular de las estrellas de nuestro cine, cuyas películas se distribuyeron por Europa y la América hispana. Como su vida fue densa y en libros nuestros hemos plasmado su biografía ampliamente, concluiremos con su última época. Si en la década de los 70 y parte de los 80 su nombre se había desvanecido, otro gran director aragonés, José Luis Borau, la rescató en 1986 para su película Tata mía. Todavía rodó una película más, la última, un año después: El polizón de Ulises, filme que sólo se emitió en TVE, donde cantaba una nana. Volvió a cantar cara al público en los años 90, ya con evidentes deficiencias vocales, utilizando a veces el play-back, como se advirtió en el espectáculo Azabache de la "Expo" sevillana del 92.
No representaba su edad, parecía diez años más joven… pero eran más que evidentes, insisto, sus carencias musicales. ¿Necesitaba dinero o sólo los aplausos? Penoso fue que dos de sus nietas, tanto antes como después de su muerte, disputaran rencillas familiares en algunos de esos programas-basura de la televisión. Espectáculo mezquino, miserable. Como patético resulta recordar a un grupo reducido de mitómanos que parecían buitres dispuestos a aprovecharse de ella, siquiera adulándola, haciéndole creer que aún podía subirse a un escenario o grabar nuevas canciones, llevándola de vez en cuando de un lado para otro, cuando ya estaba para pocos trotes. Había sido la indiscutible gran estrella de nuestro cine. Una extraordinaria intérprete de coplas de todas las regiones españolas, dándoles siempre el acento adecuado. Conocerla fue para nosotros un inolvidable momento: tres horas de entrevista y amable tertulia. Era simpática, tenía una notable cultura y una amenísima conversación. Su piel, tersa, muy blanca, a sus noventa años incluso, la atribuía a su régimen vegetariano. Me confesó, entre muchas confidencias, que si bien triunfó en su arte, fracasó en el amor. Se separó de Florián Rey porque la maltrataba. Tuvo un hijo con él, que se suicidó tempranamente porque la había abandonado su novia. Tampoco le fue bien con su amante, el gran actor Rafael Rivelles, que "le ponía los cuernos".
Más tranquila, aun contando con otro fiasco sentimental, fue su relación con el escritor Joaquín Goyanes, que le dio una hija, Alejandra. Ésta, le amargaría la existencia cuando cayó en la droga y vivió de mala manera, temporadas a veces en la calle entre gentes de baja estofa, hasta que un día se fue de este mundo, apenando a su octogenaria madre . Su segunda boda convirtió a Malena en aristócrata, con el Conde de las Cabezuelas, que medio la arruinó, pues era un falsario y un delincuente. Su penúltima experiencia amorosa, que al menos le dejó felices recuerdos, fue al lado del actor de doblaje, recitador y gran poeta Rafael de Penagos, quien me hablaba siempre, emocionado, de los tiempos felices que pasaron juntos. Era el 22 de agosto de 2003 cuando Imperio Argentina estaba en casa de una de sus nietas cantando Échale guindas al pavo, su viejo éxito. De pronto, enmudeció, falleciendo repentinamente. Fue enterrada dos días más tarde en Benalmádena.