Nos preguntamos a veces, de vez en cuando, qué será de tal o cuál artista importante, cuando no aparecen en los medios de comunicación en la misma medida que otros, de menor rango. Ana Belén no es de los habituales personajes de las revistas o de los programas televisivos de entretenimiento. Huye, incluso, de aparecer en esos medios. Pero ello no significa que esté inactiva. Invocamos hoy su nombre coincidiendo con una efeméride personal: cumple este lunes, 27 de mayo, sesenta y dos años. A cuento de esto, he de decir que en varias enciclopedias cinematográficas y diversos textos figura como nacida en 1950. Muy corriente en su caso y en el de otras colegas es que se repitan esos errores, propiciados porque en su día, a causa de su minoría de edad y para poder obtener el carné de artista que facilitaba el llamado Sindicato Nacional del Espectáculo, los interesados simulaban tener mayor edad.
Definitivamente, quede claro que esta madrileña nació en los aledaños del Rastro en 1951. Su padre era cocinero en el hotel Palace y su madre, portera en el edificio de la casa que habitaban en la calle del Oso. Muy niña aún recorría las emisoras de radio participando en los concursos radiofónicos de cantantes noveles. Debutó en el cine como protagonista de Zampo y yo en 1964. Partiendo de esa fecha, establezcamos que está a las puertas de cumplir sus bodas de oro profesionales. Medio siglo en activo de una de las más completas estrellas en el mundo del espectáculo. Por cierto: la productora que la contrató entonces para cuatro películas (sólo rodó aquélla, de la que no guarda buenos recuerdos) quería bautizarla artísticamente como María José. Ella, sabido es, figura en el carné de identidad como María del Pilar Cuesta Acosta. Sus familiares la han llamado siempre Mari, a secas. Prácticamente nadie, Pili. Y su marido, Victor Manuel, Ana. Porque así la conoció cuando fueron presentados en un hotel de La Coruña hace de esto ya la friolera de cuarenta y tres años.
Ana Belén, les decíamos, sigue muy activa, aunque piense de vez en cuando en retirarse como su amiga y compañera Paloma San Basilio, para dejar paso a los nuevos valores. Puede más en ella su necesidad de seguir: "No sé estar sin hacer nada". Así es que, de sus últimos trabajos, podemos informarles que ha permanecido de gira por varios países de Sudamérica (Bolivia, Costa Rica, Perú, Colombia, Uruguay, Argentina y Chile) durante el pasado mes de abril, en un espectáculo junto a Victor Manuel. Viaje del que han regresado satisfechos por la excelente acogida en aquellas tierras en las que hacía tiempo no actuaban. Ahora, amén de repertorio reciente, con la novedad de que en el grupo que los acompañó en el escenario figuraba David San José, el hijo del matrimonio, que ya cuenta treinta y seis años y es un buen pianista y productor discográfico. Y su hija, Marina, de treinta años, ya ha demostrado ser una notable actriz apareciendo en series de televisión de éxito (entre ellas Amar en tiempos revueltos y Gran Reserva) y en varias funciones teatrales. Le espera un prometedor futuro. Tiene talento.
Concluida esa temporada hispanoamericana Ana Belén ha reanudado en España la gira de recitales que con el nombre de su último disco, A los hombres que amé, inició ya hace un año, dando a conocer (junto a una selección de sus mejores éxitos) las catorce canciones de aquella grabación, con títulos originales de algunos de sus mejores y admirados amigos: Joan Manuel Serrat, Luis Eduardo Aute, Joaquín Sabina, Kiko Veneno… y el propio Victor Manuel, claro. Actuando ella sola. La pareja tiene desde hace tiempo muy claro que sus carreras artísticas pueden ir perfectamente por separado, lo que no impide que, temporalmente, programen galas al alimón. En el primero de los casos procuran no separarse. "Entre nosotros hay mucha complicidad. Yo necesito tener a Victor siempre cerca de mí. Si es él quien canta, yo estoy entre bastidores, y al revés. Y ambos somos implacables juzgando nuestros trabajos".
No ignoran, como es lógico, los difíciles tiempos que vivimos. Que los contratos para los cantantes escasean. Por lo tanto, bienvenidos sean los que firmen juntos o separados. "Hay que sobrevivir, reinventarse siempre".
Recordemos que Ana Belén se dedica fundamentalmente a la música por el apoyo constante que siempre encontró en Victor Manuel. Discográficamente, ella debutó en 1965, con tres discos y un total de diez canciones, hoy auténticas rarezas para coleccionistas. Luego se dedicó al cine y al teatro. Y hasta 1973 no entró de nuevo a un estudio de grabación para registrar su primer álbum, Al diablo con amor, con piezas escritas especialmente por él. Apartada del cine desde hace nueve años, han transcurrido también varias temporadas que no pisa un escenario teatral. Hace pocas semanas apareció el último disco de Pedro Guerra en el que interpreta a dúo con el cantautor canario la balada Nadie sabe. Hace pocos días Ana y Víctor tomaron parte en la presentación del disco de Pedro en el teatro Fernán-Gómez. Les une una buena amistad y compañerismo. Por el momento, ni la pantalla ni la escena reclaman a esta inteligente y cautivadora mujer, musa de los años de la Transición para millones de españoles, en tanto continúa subyugando a los públicos con Agapimú, La Puerta de Alcalá, Vuelo blanco de gaviota, El hombre del piano, Balancé, Derroche, Qué será… y un largo etcétera de mágicas canciones en su maravillosa voz.