Albiac dixit sin Pixit pero igual retengan el pseudonombre del dibujo animado, porque esa pe, sí, es una pista. ¿Al grano, Mario, al grano? Al audio, por mejor decir o hilar más fino. Clic aquí.
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Hubo más el sábado, no iba a haber. Recomendaciones para el Excelentísimo Señor Ministro don Alfredo Pérez Rubalcaba (Menos lobos, Caperucita fue una de ellas), reseñas ––de Radiografía de los miedos en Cuba, de Guillermo Fariñas (¡apúntatela, Moratinos, llorica!); de Las batallas perdidas, de Eudora Welty; de Por amor a Imabelle, de Chester Himes; de Female Woman, de Rita Golden Gelman––, la vida para leerla de Garcilaso de la Vega... Un programa aparente, sí. El clic, aquí.
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Lapidarium
Tammy Bruce, "an openly gay, pro-choice, gun-owning, pro-death penalty, liberal, voted-for-Reagan feminist", en un libro que harían bien los editores liberal-conservadores en traducir, siquiera sea por el título, The New Thought Police. Inside the Left’s Assault on Free Speech and Free Minds:
Unable to effectively address the enemies of progress and improve the quality of people’s lives, the Left has instead ensnared the public in a net of fear and silence.
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Efemérides
Fallece en Madrid, sin descendencia, Carlos II
El 1 de noviembre de 1700 fallecía en Madrid Carlos II sin haber dejado herederos. Carlos II, el último rey español de la casa de Habsburgo, se había casado en dos ocasiones. La primera, tras la Paz de Nimega, con la sobrina del rey francés Luis XIV, María Luisa de Orleans, fallecida en un accidente de equitación sin haberle dado hijos. Por entonces ya corrían por la corte rumores de la esterilidad del Rey, algunos con tintes bizarros que apuntaban a un hechizo que mermaba su fecundidad. La estampa de Carlos II alimentaba todo tipo de supercherías. El rey era el fruto marchito de la endogamia. No pudo ponerse en pie hasta los 4 años y a los 9 aún no sabía leer y escribir. Enfermizo, lánguido, ensimismado y de inteligencia fronteriza, mostraba rectitud moral y un talante piadoso, aunque su escasa energía impedía que estas cualidades aflorasen.
La descendencia del Rey se había convertido en la prioridad nacional y, sin siquiera guardar el debido luto, la burocracia palatina ya estaba elaborando una nueva lista de candidatas. Primó la opción de Mariana de Neoburgo, hermana de la emperatriz Leonor y de probada fecundidad familiar. El matrimonio duró más de un lustro y tampoco dio el fruto deseado. La cuestión sucesoria española empezaba a trascender a la esfera internacional.
Dos eran las familias que aspiraban al trono, los Habsburgo austriacos, opción que se plasmaba en el archiduque Carlos, y los Borbón franceses, con el nieto de Luis XIV, Felipe de Anjou, como candidato. Cualquiera de ellas, sumando España a sus dominios, formaría una fuerza militar desequilibrante. Inglaterra y Holanda temían estas soluciones y abogaban por un reparto territorial. Carlos II aún vivía y España ya era objeto de subasta.
La nobleza palatina se dividió en facciones y de sus intrigas surgió aquella delirante sospecha de que el Rey estaba endemoniado. La Inquisición tomó las riendas y el Rey fue sometido a una dieta de brebajes y exorcismos que acentuaba y oscurecía la decadencia del linaje. Carlos II, enfermo, envejecido y apocado, se dejaba hacer con docilidad. En el juego de intrigas cortesanas, Luis XIV supo jugar la partida con mayor habilidad diplomática y el Rey firmó su testamento optando por Felipe de Anjou. Sólo advertía que la corona francesa y la española nunca podrían unirse.
Pedro Gracía Luaces, Almanaque de la Historia de España (para niños de 8 a 80 años), p. 341.
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Lecturas: ¿Contra el feminismo, de Edurne Uriarte?