Si el Niño leyera...
... La Tropa Feisbuquera le regalaría Las aventuras de Tom Pulgarcito (Ana Segura), una Biblia para niños (Javier Belda), Los Tres Mosqueteros (José Antonio Galante), El Pollo Pepe (Eze Martínez)...; y la Carbo casi seguro que El pato Miri.
Yo, quizá y para cuando ya pudiera ser sablista de sus abuelas, los Sonetos a Cristo de Lobo Antunes.
Igual un par de meses antes, cuando aún eres ingenuo pero a punto estás de dar en pillo, San José le recitaría, puede que sin abrir la boca, la espléndida coplilla de Manolito el Pollero:
Cuando con los otros niños,
de niño jugabas tú,
¿sabías o no sabías
que eras el Niño Jesús?
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A Papá Noël le han echado "una buena Biblia, más concretamente la Reina-Valera del 60" (Eduardo Fernández), Cómo la Iglesia construyó la civilización occidental (Roberto Esquina), El ángel más tonto del mundo (Anavmor) y, entre otros muchos más, "la guía Repsol (antes Campsa), para que no se pierda por esos mundos, y de paso coma de caliente" (Carmen Pulín).
Yo, por mi parte y si la encontrara, la novela gamberra de Felipe Benítez Reyes Lo que viene después de lo peor, joooo-jo-jo:
Me había pasado la noche entera soñando que estaba en el iglú de un esquimal, bebiendo licor de foca y oyendo leyendas deprimentes de esquimales alérgicos a la nieve y al pescado. (Porque los sueños los inventa nuestra mente para eso: para hacernos pasar un poco de acojono parapsicológico).
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En estas fechas tan entrañables me gusta y no me dejan leer libros a mogollón, la lectura posesa y catacaldos; hacer como aquélla que, desnuda bajo las sábanas que se resube al cuello, se lleva indecisa a la boca su dedo índice de trasta antes de comerse todos los bombones rojos por fuera que le ha llovido su amante en la cama fatigada.
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La América de una planta –– Exiliados en democracia –– Un muchacho de Georgia –– El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas.
El Tercer Reich y los judíos (1939-1945). Los años del exterminio.
Pues aunque echo muchísimo de menos leer "a mogollón" repanzingada en mi cama, no voy a desear poderlo hacer porque la adorable culpable de esta carencia es mi bebé de casi 14 meses. La experiencia me dice que ya regresará el tiempo de volver a mis queridas lecturas. Mientras tanto, me voy comprando libros que a veces miro y acaricio con auténtica ansiedad; oigo LD Libros... D. Mario, no deje que lo interrumpan y defienda sus lecturas :)
Uuuuhh! He sido la primeraaaa :) yeahh :D
Corrección al primer comentario: escucho LD Libros.
Contesto a Zuhoerer, a propósito de su comentario sobre las virtudes del coñac y lo enlazo con las novelas navales, a las que soy más aficionado que al espirituoso citado. Al tener generoso contenido en vitamina C eran los marinos ingleses bastante aficionados a su consumo pues, como hoy sabemos, la carencia de dicha vitamina es la causa del escorbuto. Pero, comoquiera que el enano corso proclamara el bloqueo continental, se vieron los discípulos de Nelson en el trance de reemplazar el coñac por el brandy, cosa que hicieron con comprensible entusiasmo. De todos modos, el precio y la escasez de dicho destilado supuso que esta profilaxis sólo pudiera ser aprovechada por la oficialidad. En cuanto a la marinería, la prevención del escorbuto dio origen al cubata de ron con limón. En efecto, cuando los cirujanos y médicos navales advirtieron que el consumo del zumo de limón evitaba también tan temida enfermedad, se estableció la obligatoriedad de añadir unas gotas del mismo al “grog” (una mezcla de ron con agua en proporción de uno a cuatro) que se suministraba a las tripulaciones. Escorbuto, venéreas y traumatismos por caídas eran las principales causas de bajas en las Armadas a vela. Hoy hemos hablado de la etiología y prevención del escorbuto y de su relación con ciertas bebidas alcohólicas. Más adelante hablaremos de las otras dos circunstancias, muy relacionadas también con el alcohol. Insisto por todo ello que el alcohol es protagonista, inspiración y origen de algunas obras cumbre de la literatura. Sólo Zuhoerer lo comprende.
Al contrario de lo que dice Justivir yo creo que todos comprendemos el papel del alcohol en la literatura, de hecho me parece difícil encontrar una sola obra en la que no esté presente con mayor o menor protagonismo. En cuanto al uso que hagan de él los escritores para inspirarse, no sé si las obras de Edgar Allan Poe o de Hemingway habrían sido las mismas sin la ayuda inestimable del alcohol, aunque haya acabado con sus vidas. En fin, a mi que me pirra el martini, me cae muy bien Ian Fleming, el de James Bond, que siempre se tomaba un martini al "servicio de su majestad". ¡Brindemos, salud!
...sólo Zuhoerer y Vikinga lo comprenden.
Ya, parezco la típica pesada "pues yo también", no era mi intención.