Maquiavelo y Guicciardini, como una buena parte de los políticos de su generación, admiran a Savonarola. La dimensión del personaje es grandiosa, y en estos analistas del siglo XVI florentino prima una virtud intelectual envidiable: el absoluto equilibrio, la absoluta magnanimidad con la que buscan analizar los hechos. Savonarola era un personaje grandioso, culto, inteligente y moralmente impecable; fue catastrófico por ser grande, culto, inteligente y moralmente impecable; lo que es lo mismo, por tener la capacidad de poner en marcha algo que en sí mismo sólo puede producir catástrofe: la idea, delirante, de la posición hegemónica de la teología en política. Es la lección que todos los de la generación maquiaveliana han extraído de esos años de Savonarola, sin que ello implique la menor degradación del personaje. Si ustedes leen lo que Maquiavelo escribe sobre Savonarola, en la "Correspondencia" o en la "Historia de Florencia", la línea conductora es nítida: un gran personaje; fatídico. Si ustedes leen lo que escribe Guicciardini sobre Savonarola, en la "Historia florentina" o en "La historia de Italia", lo es en la misma medida: Savoranola aparece allí como el más brillante de los hombres de su tiempo; fatídico. Pues bien, lo que todos ellos han aprendido de esa historia de santidad desastrosa es esto: nunca más, bajo ningún concepto, la intervención de la teología en política. Nunca más, bajo ningún concepto, la proyección de modelos moralizantes sobre la política. Nunca más, la santidad en la Señoría. Nunca más, bajo ningún concepto, la utopía del reino de Dios sobre la tierra. La santidad, en política, sólo acarrea muerte.
(Gabriel Albiac, "La utopía"; en G. Albiac, Sumisiones voluntarias [Alberto Mira, ed.], Tecnos, Madrid, 2011, pp. 63-64).
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Gabriel Albiac nos hablará de sus Sumisiones voluntarias en el próximo programa. Ruegos, preguntas, digresiones, comentarios, en Comentarios.
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Los audios de esta semana: el del programa completo, que incluye la reseña de Madrid para niños –por lo que no salen ni el Sr. Alcalde, Hombre del Saco reventón de pasta del contribuyentye, ni el campamento de Sol, que haría las delicias del peor enemigo de Sir Robert Baden Powell–, y el de la entrevista, que esta vez dedicamos a las Historias con vida propia de Fernando Díaz Villanueva.
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Lecturas: Cuanto antes, La mujer del coronel, del maestro Montaner.