El otro día don Luis Felipe T. nos mandó un mail (ya saben, hojadereclamaciones@libertaddigital.tv) para reconvernirnos, reconvenirme, por calificar de fascista a Hugo Chávez, el Espadón de Barinas.
Buenas noches Sr. Noya.
Únicamente un comentario, Hugo Chaves no es un fascista sino un estalinista, en no pocas ocasiones utilizan ustedes ese calificativo usado por la izquierda para descalificar a la derecha, olvidando los millones de muertos causados por el estalinismo y los estalinistas. Asi como la utilización de la mentira y la calumnia como arma política. Siendo ambos absolutamente rechazables a mi me gusta diferenciar la utilización de ambos términos.
Luis Felipe
A mí también me gusta, don Luis, distinguir el grano de la paja, diferenciar lo diferenciable y por ahí seguido. Incluso hilar fino. De ahí que dijera que Chávez es un "fascista de izquierdas" donde el periodista cubano Daniel Morcate –a quien a la sazón estaba citando– decía, simplemente, "fascista"; y que diga ahora que, por cómo perora, amedrenta y desgobierna, el Gorila Rojo se parece más al pardo Mussolini que a Koba el Temible.
¿Cabe calificar de "fascista de izquierdas" a un sujeto como el cárdeno Chávez, que se proclama de izquierdas, que busca y encuentra el apoyo de todos los rojelios que en el mundo son, que maneja un discurso ultranacionalista y plagado de referencias a superhombres patrios, que usa y abusa del militarismo y del paramilitarismo? Tengo para mí que el rojipardo no es el traje que peor le sienta. De la misma opinión son los maestros Montaner, Mendoza y Vargas Llosa (hijo), a quienes birlo estas líneas de su muy recomendable El regreso del idiota:
¿Cuál es el bagaje ideológico que guarda nuestro teniente coronel en su cabeza, bajo la boina de paracaidista que tanto le gusta? En realidad, nada muy claramente definible. (...) de una parte, lo que Jean-François Revel llamaba los deshechos radioactivos del marxismo, sumados a un primario nacionalismo tricolor, mesianismo propio del clásico caudillo latinoamericano, populismo, sulfurosos alardes antiimperialistas y enseñanzas recibidas de personajes tan diversos como Fidel Castro, Muammar Gaddafi y hasta del ideólogo argentino de extrema derecha Norberto Ceresole, todo ello con una etiqueta bolivariana que haría estremecer en su tumba al propio Simón Bolívar.
[...] la clave de esta atracción por Ceresole fue su tesis de que hoy en nuestros países una verdadera revolución sólo puede realizarse uniendo tres elementos: caudillo, Ejército y pueblo. Nada de enfrentamientos con las Fuerzas Armadas, como quiso Castro en los años sesenta. (...) algo que podríamos llamar tranquilamente fascismo. O, como dice la escritora venezolana radicada en París Elizabeth Burgos: "Nacional populismo etnicista", que guarda semejanzas con Gaddafi y regímenes como el Irán y otros del Medio Oriente con los cuales Chávez mantiene una estrecha relación.
Anímense y digan esta boca es mía.
Un cordial saludo.