Me he levantao yo hoy con el pie izquierdo y con mu poquitas ganas de que me toquen las palmas.
Vamos a ver, molt honorable y pertinaz Antodasa:
¿No cree vuesa merced que, antes de leer la cartilla al prójimo ––pobriño––, conviene leerla uno en su mismidad para sí, y aprendérsela? Ande, repase su primer comentario del otro día, con sus errores de puntuación y de concordancia, y sus comas que no están puestas sino aventadas, y luego póngase un espejo a la vera de la pantalla pa cuando se lea eso suyo del "Pues eso, mas [sic] respeto a nuestra lengua común".
Luego me hace el favor de tomarse unos segundos de relajo, un respirito, y cuando ya se vea suelto se vuelve a leer el post de la cruz a la fecha, a ver si de una vez repara en que el "Lleida" que tanto le suliveya no es de mi cosecha, sino de mi amiga Simy Benarroch, que hace perfectamente bien en escribir el nombre de esa ciudad/provincia catalana como le salga de la real o republicana en un correo en principio informal y en principio sólo para los ojos de sus amigos.
¡Se da cuen! Y ahora, ¿preferirá leer con más atención las anotaciones de éste y los demás servidores de usted antes de encajar un nuevo sermón al personal?
Que caiga esa breva.
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Hitchens: Dios no es bueno. Corrosivo. Opiniones, digresiones, argumentos: Comentarios.
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Para el niño y la niña
Siempre he pensado que los más difíciles problemas humanos deben ser afrontados con voluntad e inteligencia. Voluntad para hacer frente a las adversidades; inteligencia para arribar con la mayor rapidez y el menor dolor a la situación. Con voluntad e inteligencia los hombres han curado enfermedades mortíferas, han modificado sistemas sociales y han llegado a la imposible Luna. Pero esta convicción, que me acompaña desde que tengo memoria, no es aplicable a los problemas de amor. Cuando nos enfrentamos a una dificultad amorosa, de nada sirven la voluntad ni la inteligencia. Esa es mi sincera opinión. Con la voluntad no lograremos que la mujer que amamos nos ame también, ni podemos usar la inteligencia para olvidarla. Yo he visto a las chicas más voluntariosas llorar por el chico que las engañó, y a las más inteligentes ser rechazadas por chicos tontos. Uno puede entrenar todos los días para correr cada vez más y mejor, pero no existe gimnasia que nos permita olvidar a una persona. Si tal gimnasia existiera, seguramente yo no podría haber escrito muchos de los cuentos que forman hoy este libro. Porque muchos de los relatos tratan sobre amores que me hicieron sufrir, y hubiera preferido, en su momento, olvidarlos antes que escribir un cuento.
Marcelo Birmajer, Hechizos de amor, Santillana, Buenos Aires, 2001. Prólogo.
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Lecturas (para Antimarx, faltaría engels): El Padrino, El arte de ensayar de Savater, Un encuentro (Kundera), veremos si a la vez 1984 y Un mundo feliz, ayer Un americano en París.