Hay libros que tenemos veinte años con nosotros, pero sin leerlos, libros que tenemos siempre cerca, que llevamos con nosotros de ciudad en ciudad y de país en país, cuidadosamente empaquetados, aunque haya muy poco espacio, y tal vez los hojeamos al sacarlos de una maleta, pero nos guardamos muy bien de leer una sola frase entera. Y resulta que luego, al cabo de veinte años, llega un instante en el que, de pronto, como bajo una coacción muy fuerte, no podemos hacer otra cosa que leer alguno de ellos de principio a fin y de un tirón: es como una revelación. Y entonces sabemos por qué le hemos dado tanta importancia. Tuvo que pasar mucho tiempo a nuestro lado; tuvo que viajar, tuvo que ocupar espacio; tuvo que ser una carga; y ahora ha llegado a la meta de su viaje, ahora se revela, ahora ilumina los veinte años que ha vivido mudo, con nosotros. No podría decir tanto si no hubiera estado mudo todo ese tiempo, ¡y a ver qué idiota se atrevería a decir que el contenido del libro ha sido siempre el mismo!
Elías Canetti, Apuntes I.
El año que viene, más.