Albiac: tú serás el próximo
en dejarse entrevistar; para que, después de todo, nos hables de filosofía, contra los políticos, sobre los judíos y el Estado de Israel. A partir de las 16.30, el próximo sábado, sí.
El pasado, Recarte no acabó de desvelarnos a qué partido votará en las próximas generales, pero claro que dio pistas: tiene toda la pinta de que está a la espera de que UPyD despeje dudas y mueva ficha.
Aparte del Desmoronamiento de España, hablamos del Infierno de los jemeres rojos; de la luz, que por lo visto es más antigua que el amor; de un Mark Twain que mucho nos tememos jamás tendrá una calle en Tánger y de Lope o el Exceso. Los audios, aquí y aquí.
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AntiMarx ya no se conforma con dejarse caer por aquí para avinagrar la ensalada, con lo que nos gusta sin su aliño; ahora ha decidido meterle el dedo vinagre en el ojo a una víctima del comunismo, mentir o desinformar.
Dice AntiMarx, presencia verdaderamente non grata:
Sobre el libro de los jemeres rojos que se comentaba en el hilo pasado, decir que es otro testimonio de desilusión de una comunista (la propia autora) De cómo su religión (el rojerío miserable) le permitió sacrificar a su propia hija (y arriesgar a su hijo) pudiendo haber salido del país, en lugar de quedarse junto a su marido, porque 'creía' en los jemeres. ¡Menuda fe!
Y ahora la verdad. Denise Affonço, El infierno de los jemeres rojos, páginas 23, 33-36:
Ante sus clientes militares, Seng [su pareja] escondía sus opiniones comunistas [habla, pues, de la etapa previa a la dictadura de los jemeres rojos]. En casa, en cambio, me recitaba todos los días los pensamientos de Mao, aunque yo era anticomunista. Cuando hablábamos del tema, siempre terminábamos discutiendo. Él era antiimperialista, anticapitalista, pero le gustaba vivir con comodiad, conducir hermosos coches estadounidenses, ir a restaurantes y el buen whisky, tanto que yo le aconsejaba, con aspereza, que volviera a China. Con todo, habría sido imposible y él lo sabía, ya que sólo era comunista ideológicamente y, además, China no aceptaba a sus ciudadanos residentes en el extranjero. También se mostraba, sistemáticamente, contrario a los occidentales, en particular a los franceses. Y, sin embargo, me había elegido a mí.
[...]
Seng, partidario inveterado e idealista del movimiento comunista, siempre de manera teórica, ¡repetía infatigablemente a quien quisiera escucharle que los comunistas [que acababan de tomar Phnom Penh] no eran salvajes, que tenían leyes y se podía confiar en ellos! Creía que esa verdad era tan firme como el hierro. Cuando pienso en la suerte que le tocó [fue asesinado por sus héroes], todavía hoy me compadezco de la obstinación y el entusiasmo que mostraba por esas convicciones.
Las autoridades de la embajada de Francia me ordenaron, como a todos los franceses, que abandonara el país, pero la administración francesa sólo estaba dispuesta a hacerse cargo de los gastos de mi viaje y de los de mis hijos, pero no de los de su padre, porque era extranjero, ni, naturalmente, de los de mi familia política. Me encontraba ante un dilema trágico: no teníamos medios para pagar los billetes de avión suplementarios y me sentía incapaz de dejar al padre de mis hijos y a toda su familia a merced de las angustias de la guerra. ¿Y qué pasaría si los jemeres rojos ganaban la guerra? Lo desconocido me inquietaba y me daba miedo, pero me repetía que antes o después la vida volvería a seguir su cauce y que tal vez Seng tuviera razón y no fuera necesario ceder ante el pánico.
Mi conciencia me prohibió y me impidió seguir los consejos de las autoridades francesas, que fueron repatriando poco a poco a todos sus ciudadanos (...). Destrozada, observaba cómo mis colegas hacían las maletas uno tras otro y me persuadían de que volvería la paz para animarme.
Antes de abandonar sus puestos, el encargado de negocios y el agregado cultural me aconsejaron por última vez que abandonara el lugar con mis hijos. Seng, cuyas ideas eran más rojas que las de los propios rojos, me convenció de lo contrario, con su beatífico optimismo: "Las tropas gubernamentales van a rendirse, será el fin de la guerra civil y todo volverá al orden, ya verás".
Michel Deverge, el agregado cultural, me propuso otra solución: llevaría a Jean-Jacques y Jeannie a París, donde se ocuparía de ellos hasta que la situación se estabilizara y yo pudiera reunirme con ellos o traerlos de vuelta si terminaba la guerra. Seng se negó categóricamente: no quería , en ningún caso, separarse de sus hijos. Era humano y yo lo comprendía; pero, de manera egoísta, también dijo que si ocurría algo, si finalmente ocurría algo, ¡todos moriríamos juntos y punto!
Quizá los niños deberían haber partido. Aún pienso con amargura en sus palabras. Pero ¿para qué? El mal ya está hecho.
Veinticinco años más tarde, con el corazón roto y asesinado, sigo llorando por los seres queridos que perdí, sobre todo por mi hija Jeannie, pero, por paradójico que pueda parecer, lamento un poco menos haberme quedado, porque cuando llegué a Francia me reencontré con varias amigas francesas de origen euroasiático como yo que, durante el éxodo, quisieron abandonar Camboya con sus maridos y se refugiaron en la embajada de Francia. Ellas fueron aceptadas, pero solas, con sus hijos, mientras que sus esposos de nacionalidad camboyana o china fueron rechazados, arrojados al infierno como si estuvieran sucios, con la excusa de que los jemeres rojos vigilaban la embajada. Hoy esas mujeres están sanas y salvas, pero no tienen la conciencia tranquila y no son felices. Algunas se han enterado de que sus maridos murieron en el infierno, otras nunca han sabido qué fue de ellos. Una situación así me habría llenado de remordimientos y me parece todavía más cruel. Por la inercia de las cosas, seguí a Phou Tean Seng, pero escapé de milagro con mi hijo, y pude ver y vivir lo que pasó realmente, hasta el final. Por desdicha, no pude ayudar a toda la gente cercana a mí que perdió la vida, sobre todo a mi querida y llorada hija, una frágil niña de años que murió de inanición.
AntiMarx: tiéntate la ropa en la réplica, si es que vas a replicar, porque no te voy a pasar ni una. Ya no más tu vinagre en la ensalada. Se acabó la hospitalidad.
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Lecturas: Radiografía de los miedos en Cuba, de Guillermo Sajarov Fariñas:
El peligro mayor de los individuos que tienen miedo es que, en contra de su propia voluntad e indirectamente, actúan a favor del poder y del terror implementado. Reducen así los espacios de libertad y, por desgracia, enfilan contra toda singular individualidad el arma suicida de su muerte espiritual.
Hacen ustedes muy mal en fomentar la lectura, puesto que los libros pueden ser muy dañinos, fíjense en aquellos que vivían tranquilamente en el caserío y dieron en leer a Sabino Arana; nunca más se recuperaron. Lo mismo Antimarx. De ser un analfabeto nos hablaría de su quehaceres, del cuidado de las cabras y de las reflexiones propias del hombre que en su mundo es capaz de discernir: cabras, meteorología, existencia. Fuera de ahí no lo saquen. ¿Nunca hablaron ustedes con un pastor? Son la gente más informada del mundo,puesto que se pasan la vida con el transistor en la oreja. Luego, a la hora de relacionar las noticias, son de una originalidad absoluta, lo que se dice unos verdaderos 'librepensadores'. Esta pobre acémila de Antimarx tiene en San Hayek y en Von Mises el salvonconducto a la idiotez. Lo primero que se le ocurra lo suelta, puesto que como todas las noches antes de acostarse reza el Señor mío Hayekristo ya no necesita de más nada. Déjenlo, además seguro que bebe, porque de no ser así no hay otra explicación. Ahora entre él y otros como él quieren formar en España el "Caña Party" a imitación del Tea Party...... Katakrok, prepara unos versos y dale unos vergajazos en toda la cabeza hasta que 'partis' el vergajo. No lo dejes descansar que esta gente es muy dañina.
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Pedromar, tío Mario, no seáis duros con la criaturilla. Las personas como AntiHarpo deben ser tratadas no con severidad sino con comprensión, paciencia, respeto y cariño. Seguid mi ejemplo: yo siempre he sido delicado y cariñoso con él, y por eso él me ha correspondido. Ahora ya en serio, muy en serio, la moraleja: cría cuervos...
Vaya noyazo que te ha dado, majo, el anfitrión del blog, Antimarx mío, qué buena leche te ha soltado el tío, tan fuerte que te va a costar trabajo recuperarte, pero para abajo no te vendrás, que es mucho poderío el tuyo ¡oh liberal de gran tronío, más ruidoso y molesto que un badajo! No me digas después que no te aviso: ándate con cuidado Mario Noya, evita los oscuros callejones, no vaya a suceder que, de improviso, te arranque de un mordisco Anti la po-lla y ya de paso, fiero, los coj-ones. En atención a las limitaciones de Antimarx, aclaro que una de las acepciones de “badajo”, según el diccionario de la RAE, es “persona habladora, tonta y necia”. Nota de Mario Noya: Katakrooook, tengamos la fiesta en paaaaz....
Oído cocina. Cállome.
Hola, A propósito y sin venir a cuento... ¿Algún alma caritativa podría decirme qué pasa con los votos en blanco o con los nulos en unas elecciones generales? Es por ir descartando posibilidades. Gracias
Para Uge70: los votos nulos y en blanco no cuentan nada. Excepto para una cosa (y sólo los blancos, no los nulos): según la ley electoral, en las elecciones a Cortes, para conseguir escaños, hace falta obtener al menos el 3% de los votos válidamente emitidos (aunque no basta con eso, claro), entre los cuales están los votos en blanco. De modo que cuantos más votos en blanco haya, más difícil es para un partido pequeño alcanzar ese 3 por ciento...(no confundir con el 3 per cent de Maragall). O sea, que el voto en blanco favorece a los partidos mayoritarios. En las elecciones autonómicas ese límite creo que suele ser del 5% (en Madrid seguro que lo es).
Rey del fracaso (de la TV a la radio, como Iñaki, pero en aprendiz de totalitario) gracias por confirmar aquí lo que eres. Eliminar mis comentarios de nada te va a servir. Veo que, de momento, tampoco has conseguido banearme. Se ve que ya te van viendo las orejas en esta casa. ¿Cuántos telediarios te quedan? Mientras seas baratito, a lo mejor alguno que otro. Doña Rosa seguramente espera más de ti para dar el salto a la política (sea formal, fundacional o mediática). Y menudas compañías tienes, los filonazis del blog de Moa (pedromar y Oswald-Katakrok). Dime con quien andas ... Hasta nunca (bórralo otra vez, Sam, que me la so...)
Por cierto, Katakrok tan basto, predecible y desagradable como siempre (pero ahora el aspirante a discípulo de RD, que tanto se lo afeaba en hilos anteriores, no le dice nada. Eso es ecuanimidad) Sólo hay que leer los siguientes hilos para ver a qué vienen Marimar y Katakrok a este blog (a atacar a quien no traga con su totalitarismo de feria de octubre) Y todo ello con el permiso del fracasado. Tiene razón Katakrok en lo de los cuervos, sólo que debería referirse a sí mismo. ¿Te piensas, trepa acomplejado, que Oswald te perdona aquellos hilos que le dedicaste, en los que citabas el libro de Norberg sobre el capitalismo para dejarle a la altura del betún? Te la guardará hasta el fin de los tiempos, hasta que pueda devolvértela. Por mi parte y si no hay novedad, aquí se acaba todo, con mi arrepentimiento de haber(te) ayudado en tus inicios, falso entre los falsos y trepa entre los trepas. No recuerdo quién decía 'en el pecado llevas la penitencia' pero tenía toda la razón. Ya lo comprobarás. Lo que el mercado te ha negado, esperemos que la política (y alrededores) también. (Cuando te hayas leído esto y comprobado que es la dolorosa verdad si la memoria te falla, no dudes en borrarlo. Ya habrá cumplido su propósito)