Dios ha estado siempre presente en la vida y en la obra de Álvaro Pombo (Santander, 1939), aunque el académico de la Lengua reconoce que su experiencia católica "es infantil y es deficitaria". El poeta y novelista irrumpe en el campo del ensayo con su último libro, La ficción suprema (Rosamerón, 2022), una especie de autobiografía religiosa y una aproximación al Altísimo, a los ángeles, a la Virgen María y a los superhéroes. El, entre otros, Premio de la Crítica, Premio Nacional de Narrativa y Premio Nadal de Novela, comparte con Wallace Stevens la idea de Dios es "la más grande invención poética de todos los tiempos", aunque añade que "Dios, que es la ficción suprema, no es, sin más, solo eso. La última pregunta, entonces, se formulará así: ¿qué más es, entonces, Dios?". Sobre ello conversamos en LD:
P: Señor Pombo, ¿están hermanadas la religión y la poesía?
R: Wallace Stevens, el poeta americano, dice que la idea de Dios es la más grande invención poética de todos los tiempos. Este libro, realmente, funciona a partir de esa idea de Stevens: la ficción suprema es Dios. Ahora, ¿qué más es Dios, además de ser una ficción? Don Quijote es una ficción. ¿Es Dios es una ficción como Don Quijote? ¿Qué clase de ficción es Dios? La ficción suprema. Este es un tema que roza el argumento ontológico de san Anselmo: Dios es "aquel del que nada más grande puede ser pensado". Eso es muy interesante para los escritores. La idea de Dios es, hoy en día, una idea evaluada o, si lo prefieres, embarrada. Muchas veces, por las religiones mismas, incluso la religión católica.
P: ¿El poeta sabe más de Dios que el cura?
R: Hombre, un cura párroco, por ejemplo, no es que sepa más de Dios, sino que hace más cosas divinas que un poeta. Teóricamente, un cura párroco debe hacer más el bien que un poeta. Un cura párroco puede no ser intelectual, pero puede ser un santo, un hombre generoso. Hay ahí una teopraxis, no es un saber de Dios en abstracto: es una práctica religiosa. Lo mismo que el poeta tiene que ser especial, el cura también. Todos tenemos que ser un poco especiales. Si no, nos perdemos en el anonimato. Nos come la miseria.
P: ¿Por qué Dios es "la ficción suprema"?
R: Porque sería el ser de todos los seres. El asunto es que Dios ha estado presente en la contienda de los seres humanos, Dios en abstracto, desde el principio de los tiempos. No es el dios decimonónico de las iglesias del Sagrado Corazón de Jesús: es una presencia, un objeto cultural profundo, inmanente a la conciencia humana. De alguna manera, sin Dios se achica la idea que tenemos de nosotros mismos. Dios no es el opio del pueblo: Dios está en el corazón del pueblo. No es el opio que te atonta, sino un corazón que te ilumina, una luz. Eso ha sido así con Platón también. Es interesante rastrear los orígenes platónicos del cristianismo. Hay una especie de brillante mezcla de lo divino y lo humano.
P: ¿Usted cree en Dios?
R: Yo soy bautizado. Yo soy cristiano.
P: ¿Y ejerce?
R: No soy practicante. Tengo la impresión de que la imagen de Dios se ha embarrado mucho por unas prácticas concretas, se ha empequeñecido, y nuestro deber es hacer ver la grandiosidad de Dios. Por otra parte, soy una persona muy solitaria, y la parroquia… (Piensa) "Ayer tarde en la función, / cuando el cura predicaba, / toda la gente lloraba / menos el pobre Simón. / ‘¿Cómo no lloras, Simón?’, / le pregunta la tía Eustoquia. / ‘Yo no soy de la parroquia / y los que lloran lo son’". Esa cancioncilla sería la respuesta a tu pregunta: no soy de la parroquia, no soy de ninguna parroquia. Eso me ha dado una especie de soledad responsable, una sensación de que yo tengo que ocuparme de las cosas… porque no soy de la parroquia, de ningún grupo. He estudiado mucho el tema de la Iglesia, y me parece un tema difícil. La Iglesia, como cuerpo místico de Cristo, es un tema complicado. Es posible que haya que tener la fe del carbonero: tomar agua bendita, santiguarse y ya está, se acabó, qué coño (risas). Pero no tengo ni la fe del carbonero ni la fe de don Santiago Ramón y Cajal. Yo lo que no soy es descreído. La ficción suprema, entre otras cosas, es una autobiografía católica. En cierto modo, ahí estoy.
P: Si yo le digo Jesucristo, usted me dice…
R: Jesucristo es Jesús de Nazaret, una figura muy atractiva desde el punto de vista de la imaginación. Así como Dios es una figura distante, Jesús de Nazaret es una figura muy atractiva. Es el Dios que se hizo hombre, la encarnación del Verbo. Pero si prescindimos un poco de teología, de formulaciones teológicas, y decimos que era un hombre que fascinó a su generación, a su tiempo, y que dejó una huella de bondad, es una figura poéticamente muy potente. El cristianismo se llama así por Cristo, y me parece que en Occidente es difícil liberarse, entre comillas, del cristianismo. Estamos inmersos en una cultura profundamente cristiana, con un importante componente pagano también.
P: Si le digo Virgen María…
R: Es una devoción complicada. Es una no-devoción. En el libro digo que es la primera vez en mi vida que la considero como objeto religioso específico. Siempre me ha parecido una devoción folclórica. Puede haber, no lo niego, cierta misoginia por mi parte. La poética del "Ángelus" me resultó siempre ajena. Pero, claro, tengo que reconocer que el núcleo del misterio de la encarnación se expresa en esto, en la fecundación de la Virgen María, y el misterio de la encarnación siempre me ha parecido fascinante. La de la Virgen no es una devoción que rechace, sino una devoción que no siento. Y el tema de la "Virgen Madre", el "Niño Dios"… me pone de los nervios un poco.
P: Y si le digo Lucifer…
R: Es el gran divo. Thomas Mann, en Doktor Faustus, le hace dialogar con el músico y, como a Jesús, le dice: "Si me adoras, todo esto será tuyo". Le ofrece hacer música de primer nivel y el protagonista acepta la tentación no para tener una vida de juerga y placeres, sino para sentarse en una mesa y escribir música excelsa. Claro, también le vienen las jaquecas, el dolor de cabeza. Es una novela fascinante.
P: ¿El Mal es más divertido que el Bien?
R: No me lo parece. El Bien es una cosa espléndida. El Bien es muy difícil de ver. El Mal lo encontramos por todas partes. ¿Divertido? El Mal es saltón, se te echa encima. Ahora, el Mal es el Bien. "Qué bien matar a este". ¿Cómo que qué bien? ¡Qué mal! Lucifer, el Mal personificado, es un transformista.
P: Escribe que le resulta "muy difícil no mirar con ojos cristianos, por ejemplo, la situación actual". ¿Cómo ve la situación actual de la Iglesia? ¿Qué piensa del papa Francisco?
R: Pienso que lo tiene muy crudo el hombre. Quizá no sea la persona adecuada para hablar de la Iglesia. No soy un cristiano practicante. El papa Francisco me parece un hombre con una muy buena intención. Quizá, quiere rizar un rizo imposible: acercarse a la gente desmitologizando las liturgias, y cosas así, es complicado. No sé hasta qué punto, a fuerza de cercanía, produces más lejanía que cercanía.
P: Y, para finalizar, ¿cómo ve la situación actual de la política patria?
R: Ahí me has cogido en pelotas (risas). Yo he sido votante de UPyD. Siempre he estado en la bisagra. UPyD, no Ciudadanos, con Rosa Díez, Savater y toda la leche que éramos. La idea era, digamos, ser una bisagra. Y la idea de bisagra se ha ido a la porra. Estamos en un momento complicado. Creo que deberían juntarse PP y PSOE. Tampoco hay tantas diferencias. ¿No sería el bien común un motivo para estar unidos? No se van a juntar nunca jamás. Sin embargo, no pueden estar tan lejos el uno del otro. Son dos actores que se pelean en la misma escena, pero están en la misma escena, en la misma obra de teatro o en la película.
P: ¿No cree que el PSOE tiene más que ver con Podemos y el PP con Vox, que el PP con el PSOE?
R: No me parece que el PSOE tenga gran cosa que ver con Podemos. El PSOE se equivoca con Podemos. Vox me parece más pepera que el PSOE podemita. Podemos va por otro lado, por una especie de mundo iberoamericano, chavista. En cambio, Vox exagera en muchas cosas, en otras tiene razón, pero es muy PP. Veo a Vox muy pepero.