Menú
Rosa Belmonte

Regresar es irse

María Luisa Elío se la conoce por ser poco menos que la musa de Gabriel García Márquez en 'Cien años de soledad'. Ahora conocemos su 'Tiempo de llorar. Obra reunida'.

María Luisa Elío se la conoce por ser poco menos que la musa de Gabriel García Márquez en 'Cien años de soledad'. Ahora conocemos su 'Tiempo de llorar. Obra reunida'.
Una imagen de En el balcón vacío | Archivo

María Teresa León y Concha Méndez han sido más conocidas por ser las mujeres de Rafael Alberti y Manuel Altolaguirre que por ellas mismas. A María Luisa Elío se la conoce por ser poco menos que la musa (qué palabro) de Gabriel García Márquez en Cien años de soledad. Vale que le contó lo que pensaba escribir, vale que ella se maravilló, vale que le mandaba lo que escribía y vale que dedicó la novela a ella y a su marido, pero fue mucho más. Se va reivindicando (publicando) la obra de estas mujeres un tanto olvidadas en su quehacer literario. De María Luisa Elío (1926-2009) ha sacado ahora Renacimiento Tiempo de llorar. Obra reunida, con prólogo de Soledad Fox Maura.

Tiempo de llorar y Cuaderno de apuntes ya los había publicado Turner en 2002. El Equilibrista publicó en México Voz de nadie. El libro de Renacimiento añade, por primera vez, el guión En el balcón vacío, que Elío escribió para la película del mismo título en 1961. En el prólogo, Soledad Fox Maura, autora de una magnífica biografía de Constancia de la Mora, apunta las razones de su marginación en el canon literario español. Por ser niña durante la guerra, por el exilio y por ser mujer. Fue escritora, fue actriz, tuvo una vida apasionante y estaba en la pomada (García Márquez, Octavio Paz, Álvaro Mutis, Leonora Carrington, Carlos Fuentes). Además, era guapísima (en eso y en otras cosas coincide con Lucía Berlin), pero ha habido que rescatarla o darla a conocer. Recuerda Fox Maura que la guerra civil se acabaría en 1939, pero que sus consecuencias no tienen fecha final. Que a partir de los años 70 se hicieron muchas películas que tocaban la guerra protagonizadas por niñas pequeñas (El espíritu de la colmena, Cría Cuervos, El Sur, El laberinto del fauno…), pero que fue En el balcón vacío (1961) la primera en dar protagonismo al punto de vista de una niña pequeña.

Nacida en 1926 en Pamplona, tenía diez años cuando estalla la guerra. Cuando su padre, juez, terrateniente, progresista y benefactor de campesinos, es detenido (justo el día después del levantamiento). Se escapó de la cárcel y vivió escondido tres años, a veces en un armario. Y tres veces dieron a la familia la noticia de su muerte. Cuando la familia pudo reencontrarse en Francia el padre, que volvió a ser detenido en el campo francés de Gurs, no era ni la mitad de su sombra. "Papá era tan solo un dolor". La familia entera partió en 1940 a México gracias a Huber de Monbrison. No tenían dinero ni para los pasajes.

Lo curioso es que en México convivieron (el plan había empezado en París con un "señor gordo" que los visitaba y al que llama Don) en la misma casa con el tesoro del Vita. Entre lingotes de oro y piedras preciosas. "Una vez al mes, más o menos, venía de Nueva York un señor con barba con un espléndido aspecto, subía al cuarto de trabajo y salía con un maletín repleto de alhajas ya desmontadas". El tesoro sacado de España para la ayuda de los exiliados en México. El saqueo. "Un día, estando yo en la cocina tomando un vaso de leche, entraron dos de esos hombres cargando unos cubos llenos hasta el borde piedras preciosas; las lavaban como si fueran patatas y las piedras pequeñas desaparecían por la coladera. ‘Qué disparate -protesté yo-. pongan un trapo de cocina por abajo’. Excelente idea. Y nos pusimos todos a lavar esmeraldas, rubíes, brillantes. Téngase en cuenta que esas piedras estaban sin contar, un puñado en un bolsillo y ya. Hago hincapié en esto porque mis padres murieron en la pobreza total. ¿Murieron todos los demás igual? Me lo pregunto y temo que puedo contestarlo".

La madre necesitó morfina y era María Luisa la que tenía que buscarla. La madre necesitó docenas de operaciones. La escritora: "Mi madre millonaria hubiera sido una maravilla para todos, mientras que así, enferma y sin dinero, resultaba un estorbo. Qué realidad más triste pero más verdadera". La escritora otra vez, sobre su marido, Jomi: Él me convenció del jazz y yo le convencí del flamenco, nos convencimos de muchas cosas. Ojalá me hubiera podido convencer de que sí me quería, pero yo me empeñé en convencerlo a él de que no y gané. Gané perdiendo". Es extraordinaria. Una de las mejores escritoras que he leído.

Y su maestría literaria, su don con minúsculas, se manifiesta más en su regreso a Pamplona con su hijo Diego en 1970. Volver. "Y ahora me doy cuenta de que regresar es irse. En decir, que volver a Pamplona es irse de Pamplona. Al fin voy a volver a donde las cosas no están ya". Pero está la imposibilidad total del regreso, dijo ella en una entrevista ya mayor. Ya no era esa niña, sus padres no estaban, no vivía en esa casa… 30 años después Pamplona sólo era un lugar. "El recuerdo no es algo que uno inventa o cambia, es algo mucho más exacto que la realidad, dispuesta siempre a ser cambiada".

Vuelvo a Soledad Fox Maura, que recuerda lo que dice Álvaro Mutis de que todos somos unos exiliados de la infancia, del pasado. Y escribe ella: "Pero no todos somos creadores, ni nos dedicamos a escribir obras como Tiempo de llorar, centradas en la imposibilidad de recuperar el pasado". María Luisa Elío es creadora. De pasados. De tristezas.

Temas

En Cultura

    0
    comentarios

    Servicios

    • Radarbot
    • Libro
    • Curso
    • Escultura