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David Jiménez Torres presenta 'El mal dormir'

El escritor presentó ayer su último ensayo, con el que ha ganado el Primer Premio de No Ficción de Libros del Asteroide.

Francis Scott Fitzgerald decía que acordarse a las tres de la mañana, por ejemplo, de un paquete extraviado, hace que uno pueda sentirse igual que si hubiese sido condenado a muerte. Luego sale el sol y los problemas de la noche cobran un relieve distinto, menos difuminado por las sombras de la soledad, dejando ver su verdadera dimensión. Quizás esa sea la esencia fundamental sobre la que ha querido centrar su último libro David Jiménez Torres: la paranoia ansiosa del maldurmiente, obligado a descansar pero incapaz de hacerlo; el vuelo lúcido de la mente en el jergón; la multitud de experiencias, tan genuinamente personales como abrumadoramente universales, que viven todas aquellas personas a las que les cuesta conciliar el sueño. Esa realidad que todos conocemos más o menos aunque la pasemos por alto. "El eje del libro es describir la experiencia del maldurmiente", resumía su autor ayer, durante la presentación de la obra. "Partiendo de ahí he acabado en mil sitios distintos, por supuesto, pero siempre desde la vivencia personal".

Jiménez Torres reconoce que siempre ha tenido problemas para dormir. Ha pasado tantas horas de su vida sintiéndose obligado a dar vueltas en la cama que ha terminado por volverse un experto en eso de divagar acerca del sueño. "Me interesa mucho más que lo onírico", argumentaba ayer. "Sobre los sueños existe una historia cultural riquísima. Es algo que ha llegado a obsesionar a los hombres en muchos momentos diferentes. Pero del sueño casi nadie ha hablado. Me parecía interesante abordar el asunto desde el camino menos transitado". Ahora ha llegado a las librerías el fruto de su investigación, centrada sobre todo en la figura de los condenados al cansancio: "El enemigo del maldurmiente no es la noche, sino el día", resume el autor. "Aunque tampoco es un libro excesivamente exhaustivo", reconoce también. "Es más un ensayo literario sobre un asunto que está más tratado desde el punto de vista médico".

El mal dormir (La Esfera de los Libros) ganó el Primer Premio de No Ficción de la editorial antes incluso de ser escrito. "Nuestra intención es que escritores jóvenes con ideas brillantes sientan el respaldo necesario para llevar a cabo obras que no podrían realizar sin recursos", explicaba también ayer Luis Solano. Jiménez Torres se hizo con el galardón hace un año, pero no ha sido hasta ahora que ha podido mostrar el fruto de su trabajo: un ensayo que mezcla lo autobiográfico con lo reflexivo, el estudio histórico con la divulgación cultural, y que sabe saltar con elegancia de la anécdota médica a la referencia literaria, tan dada a iluminar discretamente misterios tan escurridizos como el descanso del maldurmiente. También es un libro barnizado de humor. "El riesgo estaba en soltar una broma que no hiciese ninguna gracia", dice el autor. "Tampoco pretendía ser una obra histriónica, pero hay momentos en los que tienes que reírte de ti mismo. Durante la vigilia, por ejemplo, el maldurmiente se descubre pensando las cosas más extraordinarias. Uno puede llegar a convencerse de que su pareja le está robando el sueño, e incluso sentir rabia por ello. Todas esas paranoias ridículas me generan una cierta ternura y quería que quedasen reflejadas".

Un universo de perspectivas

El asunto puede enfocarse desde diferentes lados. "Por eso resulta tan interesante". Desde el punto de vista historicista, por ejemplo, Jiménez Torres reconoce que ha querido poner en duda la idea más o menos extendida de que los tiempos modernos conspiran en contra del descanso humano. "Muchos de los argumentos que se dan al respecto son perfectamente válidos", explica. "La proliferación de la iluminación artificial, que dificulta hasta cierto punto el descanso; la hiperconexión digital, que impide que termines de aparcar tus preocupaciones en algún momento concreto; la ansiedad e hipertensión que caracteriza a nuestras sociedades…". "Lo que pasa", añade después, "es que la cosa empeora si comienzas a investigar cómo dormían nuestros antepasados". Al final, "nuestra época tampoco tiene el monopolio de las ansiedades. A un campesino del siglo XI también podían quitarle el sueño las hambrunas, o la peste, o las preocupaciones religiosas. Y no hablemos ya de las condiciones materiales en las que se veía obligado a conciliar el sueño".

El apartado evolutivo, por su parte, también podría tener algo que decir. Una teoría rescatada en el libro asegura que el mal dormir que padecen ciertas personas podría ser la ventaja evolutiva que experimentaron algunos miembros de las antiguas tribus humanas, que necesitaban de centinelas para guardar la seguridad de la noche. "De todas formas, no deja de ser una teoría muy difícil de demostrar, pero eso no quita para que resulte interesante", explica Jiménez Torres.

Lo que sí que le parece reseñable es el hecho de que "hoy en día, el sueño haya adquirido un estatus cultural diferente". "Igual que se han puesto de moda los alimentos saludables, el sueño como objeto de deseo también está comenzando a afianzarse. Y creo que eso habla de alguna manera de nuestras sociedades. Nos incita a pensar, al menos, que nuestra percepción es la de que debemos cuidar mejor nuestra salud", explica. A ese respecto, aporta un dato llamativo: "Algunos estudios señalan que la industria del mal dormir tiene un crecimiento anual del 8%". Y se pregunta: "¿Por qué ahora el sueño nos importa más que antes?".

Medicación y otros remedios

En el apartado de las soluciones desesperadas para el mal dormir, Jiménez Torres enumera bastantes. "En el libro relato mi experiencia con el mindfulness, por ejemplo, y la de otras personas que han probado terapias más ambiciosas". Una de las más solicitadas suele ser la medicación, aunque con diversos matices. En El mal dormir, por ejemplo, no se menciona ningún fármaco excesivamente contundente. "Yo escribo desde mi experiencia personal", se excusa David. "Y la verdad es que aunque sí que he probado la melatonina, nunca he querido llegar al siguiente nivel farmacológico". Preguntando a otros maldurmientes, además, ha llegado a una conclusión llamativa. "Mi experiencia es que la mayoría de los que, como yo, tampoco padecemos de un insomnio demasiado preocupante, sentimos un cierto miedo a medicarnos, tanto para no generar dependencia como por los efectos somníferos que podemos seguir padeciendo al día siguiente y que pueden afectar a nuestro día a día".

La línea que diferencia a los maldurmientes de las personas que padecen insomnio, sin embargo, es un tanto etérea. "Un insomne real, para mí, tiene un problema realmente gordo que le afecta de manera evidente a su salud", explica. "Los maldurmientes de mi libro somos victimillas. Lo nuestro es un atolón en el mapamundi de padecimientos humanos". Por eso, en general, considera que una manera de reconocer a un maldurmiente es que puede conseguir vivir sin necesidad de medicarse. "La literatura médica actual considera que lo más efectivo, en realidad, reside en cambiar ciertos hábitos", comenta. "Es la mejor manera para llegar a la noche con posibilidades de dormir medio bien".

Otra cuestión tiene que ver con los horarios, y la incapacidad de ciertas personas para ajustarse a los normativamente establecidos. "Los que somos de un cronotipo vespertino solemos activarnos a la caída del sol, y se nos hace realmente difícil irnos a la cama antes de las tres. Esto puede generar una cierta sensación de fracaso, como si fuésemos personas que no hemos conseguido disciplinar nuestros horarios. Por suerte, la ciencia ha demostrado que estamos genéticamente predispuestos a ello, y que no es nuestra culpa lo que nos pasa". Una de las intenciones de su libro, por tanto, pasaba por servir de consuelo para todos aquellos que se denominan personas nocturnas. "Amigo, hermano, no es tu culpa. Es lo que les quiero decir", resume.

Más allá de todo eso, el ensayo nunca abandona una voluntad de estilo sencillo y trabajado, que hace que el lector sólo pueda sentir placer mientras lo lee. Por sus páginas desfilan alusiones a Shakespeare, o a Cioran, que expresaban de formas tan diferentes las semejanzas que guarda el sueño con la muerte/Nada. Y a los místicos religiosos, que consideraban la noche el mejor momento para acercarse a la trascendencia divina o para sentir la angustia existencial. También las diferencias notables entre el mal dormir congénito y el obligado por situaciones externas, como la paternidad. En realidad, poco importa si uno sigue en vela por un motivo o por otro. Todos y cada uno de los que se descubren despiertos a altas horas de la madrugada comparten una cierta hermandad. Y tampoco importa que nunca lleguen a conocerse. "Mi mayor remedio ha sido escribir este libro", reconoce al final Jiménez Torres. "Mi relación con el sueño ha cambiado definitivamente a raíz de él".

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